Leyendo El movimiento cooperativo agrario en España en la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, he prestado atención a este párrafo donde se habla de una cooperativa jerezana directamente influida por las ideas utópicas del socialismo de mediados del XIX: "También por medio de Fernando Garrido las ideas de Robert Owen llegaron asimismo a España. Después de su primera estancia en Inglaterra y de vuelta a España en 1854, divulgó estas experiencias que contribuyeron a la creación de la Cooperativa Proletaria, en Valencia en 1856 y que en 1884 se transformaría en cooperativa de producción con 17 telares; y de la Cooperativa El Compañerismo, fundada por los obreros ferroviarios de Valencia en el mismo año. Tuvieron el mismo origen una cooperativa en Madrid, La Fernandina, fundada en 1864, y otra La Abnegación en Jerez, en el mismo año".
Pues bien, de La Abnegación, y del contexto de la historia del movimiento obrero en aquella época, nos cuenta el historiador José Mª Hermoso: “Aprovechando el bajo precio de los mostos los extractores comenzaron a comprar tierras de viñedos a bajo precio, su principal ganancia seguía proviniendo del control de los precios de exportación de los vinos. Como consecuencia del control de los precios impuestos por las grandes bodegas, comenzaron a aparecer a finales de la década de 1860 las primeras asociaciones cooperativas. Un ejemplo de estas la encontramos en la cooperativa “La Abnegación" en Jerez de la Frontera, que llegó a arrendar hasta un total de 8.000 vides con una pequeña bodega en 1870. Otra de estas agrupaciones campesinas surgidas en Jerez, El desarrollo, se dedicaba servir de institución de crédito a otras sociedades, mientru que otras se organizaban paira defender sus intereses. De esta forma, ya a finales de 1860 Ias sociedades suplantaban las funciones de los gremios en el ámbito social, dando a los trabajadores la posibilidad de un mayor control de los medios de producción sobre los intereses de las empresas productoras del marco. Estas primeras organizaciones obreras fueron el germen de los grupos anarquistas que aparecieron en la provincia a lo largo de 1870. Dichos grupos fueron crlmlnalizados y reprimidos en la década de 1880 con la excusa de la existencia de la denominada Mano Negra”.
Temma Kaplan (en Orígenes sociales del anarquismo en Andalucía, ed. Crítica, B., 1977, pág. 51) también nos informa sobre la tupida red de sociedades obreras antes de la gran represión político-policial de la década de los 80 con la excusa de la Mano Negra: “Hacia 1870 había en Jerez aproximadamente 50 sociedades distintas, a las que pertenecían artesanos, pequeños propietarios y obreros. Por ejemplo, la sociedad La Estrella, compuesta de 31 socios era una cooperativa de consumo… Quizás uno de los grupos más impresionantes fuera la sociedad La Abnegación, fundada en 1864. Hasta 1870 arrendaba dos viñedos con un total de 8.000 vides, y poseía una pequeña bodega y un capital de 15.000 pesetas. En 1868 la sociedad constructora La Primitiva, compuesta de 90 socios, construyó colectivamente e hizo funcionar una planta de mezcla y una bodega. En menos de dos años habían acumulado ya un capital de 7.500 pesetas”. Añade también un detalle curioso, a tener en cuenta, sobre la fundación de La Abnegación: “Cala pasó del furierismo al Partido Democrático y a los republicanos federales después de 1868. Ayudó a orgarnizar la cooperativa La Abnegación, de vino de Jerez, en 1864. Como alcalde de Jerez durante el régimen revolucionario de noviembre de 1868 estableció una organización del trabajo, creando unos talleres nacionales con el fin de dar empleo a los parados pagándoles por el derribo de monasterios y la construcción de carreteras” (p. 69).
Diego Caro, en su trabajo Una aristocracia obrera: los trabajadores del vino de Jerez, señala, citando el vol. IV de la Historia de las clases trabajadoras (p. 134) de Fernando Garrido (pp. 925-926 de la edición original de 1870), que esta sociedad, la más antigua, se fundó “al calor de las tesis cooperativistas de Fernando Garrido, entroncadas con el primer socialismo utópico español, se funda la sociedad La Abnegación, dedicada al cultivo de viñedo…”.
Fernando Garrido escribió en 1870: “En mi última escursion á Andalucía, durante mi permanencia en Jerez, unos, trabajadores vinieron a buscarme porque deseaban que concurriera a una sociedad que tenían formada. Fui, en efecto, en compañía de algunos periodistas extranjeros, conducido a un barrio apartado e introducido en una especie de portal que servía de sala, donde había 30 o 40 trabajadores reunidos, y por todo ajuar una mesa, un belon y unos cuantos libros. El presidente era un joven, cuyo nombre siento no recordar en este momento, que había aprendido a leer y a escribir y aritmética a fin de poder enseñar a los demás miembros de la sociedad. Pero lo más notable de todo es que esta sociedad, fundada hacía cuatro o cinco años, había empezado por comprar algunas tierras incultas, y sus individuos en los día des fiesta, en lugar, de irse a la taberna o a otras diversiones, se dedicaban al cultivo de aquellas tierras, en las cuales habían plantado seis mil cepas, cuya primera cosecha recogieron el año pasado; por cierto que me dieron a probar un excelente vino blanco procedente de sus viñas, que les habrán de producir hasta una docena de botas de a 30 arrobas cada una de modo que tienen ya una propiedad cuyo valor no bajará de 60.000 rs., y esperan con ese sistema mejorarla y desarrollarla hasta formar un capital, común o social, considerable. En sus libros llevan a cada socio su cuenta como accionista o capitalista y como trabajador”.
La “abnegación” como virtud personal y moral propia del militante anarquista fue siempre una cualidad muy valorada en el movimiento obrero que pretendía la manumisión, la emancipación, de la esclavitud a la que se le tenía sometido. La abnegación, es decir, no la pasividad sino la entregada acción tenaz, incansable y altruista, a una tarea que requería (y requiere) casi rasgos de heroicidad personal y colectiva, era la virtud clave, cercana a la obstinación, para ofrecer resistencia sin descanso a quienes, por el contrario, estaban decididos a imponer por la fuerza gravísimos esquemas sociales de desigualdad y sufrimiento para el pueblo, para los trabajadores. Una palabra que llamaba al compromiso y a la conciencia obrera frente a los caciques del momento y que los miembros de aquella cooperativa quiso adoptar para animar al movimiento obrero a no cejar en la tarea de construcción del Ideal, de una sociedad en libertad e igualdad. El historiador Fernando Garrido escribió también: “La resistencia colectiva de los trabajadores al capital que los oprime, generalmente asociado también, ha sido el único medio eficaz que los trabajadores han tenido hasta ahora de sostener la lucha revindicando sus derechos, y en Inglaterra no pueden menos de confesar los adversarios de las huelgas que el resultado ha sido bueno. ¿Pero que lucha mas gigantesca? ¡Qué tenacidad, qué abnegación, qué heroísmo han necesitado los obreros para salir triunfantes…”
En la web del Archivo Municipal pueden encontrarse numerosas reproducciones de estatutos y reglamentos de sociedades obreras del primer tercio del siglo XX.
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