¿Cómo estás, Fau? "Enorme". Esa coletilla no la cambió ni en los peores momentos. Camino de los 80 años, el Bar Juanito es una institución en la Pescadería Vieja, en pleno casco histórico de Jerez. Una de esas referencias hosteleras que, mejor o peor, son esenciales en el centro de cualquier pueblo o ciudad mediana o grande. En la provincia de Cádiz y en Jerez lo era. Cinco años después de que su padre Juan (Juanito) Rodríguez pusiera en marcha su tasca en la plaza de la Yerba, donde cuenta la leyenda que se comían los mejores pajaritos fritos en manteca colorá del mundo, nacía Faustino Rodríguez, quien acabaría haciéndose con las riendas del emblemático bar jerezano.
Alardeaba de no saber guisar, de no haber encendido un cerillo en su vida, pero gracias a Carmen, su infatigable y abnegada esposa —"a mí con Carmen me tocaron diez loterías primitivas seguidas", reconocía—, y su innata habilidad en eso que llaman hoy relaciones públicas convirtió la antigua tasca en parada obligada en las guías de viaje. Habría mil anécdotas, mil titulares, mil chascarillos... porque casi todo en Fau era excesivo. Su generosidad y hasta la forma de enfriar el Tío Pepe. "No tengo ni idea de cocina, pero lo que yo hago no lo hace nadie mejor. ¿Tú lo coge, nene…?”. Este domingo 20 de febrero ha fallecido Faustino a los 75 años de edad. Una fulminante enfermedad se lo ha llevado casi sin tiempo para despedirse de tantos y tantos amigos y conocidos como tenía en su ciudad.
Llevaba renqueante desde hacía años este Hijo Predilecto de Jerez, este perejil de todas las salsas. Cuántas reuniones en su reservado, cuántas noches cenando gracias a su generosidad para cerrar rápido el suplemento del Festival de Jerez en la calle Patricio Garvey. Pero Fau hacía mucho que parecía que ya no estaba. Primero, el palo de un negocio mal tirado que casi le hunde; luego, y definitivo, la prematura muerte de una de sus hijas, Cristina.
Un mazazo que lo convirtió en otra persona, aunque hiciese esfuerzos por aparentar que lo iba superando. Pero te topabas con Fau y ya era otro. Porque con Fau era imposible, pese a todo, no encontrarse. En su calle, en la plaza, en el teatro… Una ciudad en la que vivía como insertado dentro de su paisaje habitual. “A ver si nos vemos, ¿no? Pásate y nos tomamos una. ¡Ay, que te quiero, nene!”, exclamaba ya sin su sonora risotada marca de la casa.
Una enorme carcajada envolvente que se fue apagando con el paso de los años y las tragedias. Eso sí, no había onomástica que no te pusiera un mensaje de felicitación al WhatsApp. “Esta ciudad pierde a uno de sus máximos embajadores, siempre con esa sonrisa que lo hará inmortal”, ha escrito esta tarde en su muro de Facebook la alcaldesa, Mamen Sanchez. Su amigo Pedro Pacheco, ex alcalde de Jerez durante 24 años, apenas podía articular palabra al otro lado del móvil. "¡Qué putada, qué putada!", repetía una y otra vez. Sí, ha fallecido Faustino. Un icono, alcachofas en mano, de una ciudad que a veces ríe por no llorar.
Ha muerto Faustino, el del Bar Juanito, archiconocido personaje que conforma el paisaje de un pueblo, de su Jerez, al que amaba y a ratos odiaba, casi como nos pasa a todos. Un personaje del que ya todo es eternidad. Aunque he revisado su estado de WhatsApp y sigue diciendo “Disponible”. No me extraña. Estoy seguro de que, esté donde ya esté, el bueno de Faustino sigue sirviendo y brindando, y diciéndonos: ¿Tú lo coge, nene…? Descanse en paz.