Los casi 700 nazarenos de La Yedra, fundada en 1928, el mismo año en el que se compra en un anticuario su Virgen de La Esperanza por 250 pesetas, van a recorrer cerca de 5 kilómetros en más de diez horas de procesión. A la misma hora en la que ya enfilan la calle Empedrada, antes de que se lancen las saetas desde el balcón de la Peña La Bulería, Antonio y María ya se preparan para la noche más larga del año en Jerez.
María prepara el puesto de Doña Blanca como en las últimas ocho Madrugadas de Viernes Santo y Antonio amasa, repasa con la pala y va poniendo aceite a hervir. Son 400 kilos de masa de churros en un puesto "que tiene el tiempo que tiene La Plaza, 140 años". Señala su antigua ubicación junto al mercado central de abastos, pero sin dejar de amasar en ningún momento. "Me ahorro el gimnasio y el crossfit", confiesa. "Déjate de crossfit que luego vienen los divorcios", arremete con sorna su mujer, calentando motores ante la cola de clientes que en poco más de una hora se les vendrá encima.

00 horas: San Pablo, la frontera entre lo divino y lo profano
Todo en orden en el cercano puesto de Cruz Roja, donde confían en el discurrir de una madrugada tranquila. Trasiego de personas rumbo a casa a cambiarse, mensajes para ver dónde quedamos, inesperados encuentros, bordillos como cómodos sofás para matar el tiempo entre el cierre de una jornada y la inminente apertura de una nueva.
El nuevo local de copas irlandés está hasta arriba. Pintas de Guinness en la tierra de La Ina. El rótulo de Fundador luce en lo más alto del Gallo Azul. Los palcos de la Carrera Oficial se van quedando en los huesos, aunque con más público de abono por año que pasa.
Atravesamos la calle San Pablo rumbo a San Miguel. Queda atrás la frontera del Jueves Santo y nos adentramos en el territorio de La Madrugada de Jerez. Aún veremos atravesar a la Humildad y Paciencia, con su hábito trinitario, la plaza donde se abrirá paso la larga noche. Conforme recogen en el tabanco San Pablo, el vapeo y el cubateo reina a lo largo y ancho de una calle habitualmente de movida juvenil y no tan joven. Una noche también para los más destroyer, para lo más profano.

Junto con los botellones esparcidos por diferentes puntos del centro histórico —de Alameda Vieja a Salvador Allende—, se encauzan los afluentes de orines en zonas como el Pasaje de Loyola o Compañía. Debe ser la cara b de la que llaman la Noche de Jesús. Una larga noche para todos, incluido el sufrido turno de limpieza viaria.
01.45 horas: Silencio y oscuridad en San Miguel
Pasada la medianoche, casi dos horas antes de la salida, comienza a llegar público a la plaza León XIII. El inicio de este desfile procesional, una hermandad a la que se le conoce como El Silencio, de rigurosa penitencia, con máxima sobriedad, lejos de las estridencias de las bandas de música y el folclore de las llamadas cofradías de capa, atrae paradójicamente cada año más público.

Quizás busquen el recogimiento y la espiritualidad perdida en una hermandad con cuatro siglos y medio de historia, que hace estación de penitencia en la Catedral —solo si no hay la más remota posibilidad de lluvia— con un crucificado con 380 años de antigüedad.
El Santo Crucifijo de La Salud, obra de José de Arce —imaginero de origen flamenco que se afincó en Sevilla y se casó en segundas nupcias en Jerez—, aparece recortado ante el retablo mayor de San Miguel, obra de Martínez Montañés y del propio De Arce, nada más abrir la enorme verja de la fachada principal de este templo del histórico arrabal extramuros. Hasta la apertura de esa verja tiene su liturgia. Tres personas quitan los cerrojos y empujan el hierro escenificando la inauguración oficial del Viernes Santo Madrugada.

Con el alumbrado público apagado adrede para aumentar la mística de la salida, los acentos extranjeros se entremezclan con el murmullo de cada vez más público. El siseo acaba con el ruido, pero no con los flashes inoportunos, con las pantallas con luz azul que interrumpen uno de los grandes planos secuencia de la película de la Semana Santa de Jerez. Un largometraje que se repite cada año, pero siempre con un guion distinto.
Las cuadrillas del misterio y de La Encarnación pasan rumbo al interior de la parroquia dedicada al arcángel como gladiadores. Rostros muy jóvenes, cuerpos atléticos; rostros más curtidos en mucha trabajadera. Un bailaor y un palmero con su molía al hombro, y un capataz, Martín Gómez, que advierte al cronista gráfico de la niebla densa que al alba regalará imágenes únicas. "Por Dios, silencio...", reza cantando el saetero nada más hacer acto de presencia en el dintel de la puerta, tras una compleja maniobra de su cuadrilla de costaleros, el Santo Crucifijo de la Salud.


2.30 horas: Vía Crucis para entrar en Carrera Oficial
Pasadas las 2.30 horas giran los casi 700 nazarenos de La Yedra por la calle Cazón, buscando la Carrera Oficial desde la Plazuela hasta La Albarizuela. El Señor de la Vía Crucis —también llamado de Las Cinco Llagas o de San Francisco, por tener cobijo en el antiguo convento de la plaza Esteve— camina por Honda casi a la misma hora en la que todo está ya a punto en la capilla de San Juan de Letrán. Con origen en el gremio de los toneleros, también son más de cuatro siglos los que contemplan a la hermandad de Jesús Nazareno en Jerez. La primera en la que pudieron procesionar mujeres, con ese singular río de faroles y sus túnicas moradas sin capirote. Una de las cofradías con más sabor y ADN jerezano de cuantas procesionan en la Semana Mayor.


De recibir insultos y vejaciones durante aquellas Madrugadas más o menos desérticas de público, donde las abuelas siempre nos advertían de borrachos y maleantes, a formar parte del gobierno de esta corporación penitencial. Un ejemplo que les valió el pasado octubre el Premio Ciudad de Jerez a la Igualdad. Una historia única cargada de pequeñas historias.
Como la de Antonio Valdivieso Quirós, que sigue formando parte del cortejo de nazarenos a sus 91 años, o la de David Montes, que deja el micrófono cofrade y flamenco de Canal Sur o lavozdelsur.es en esta larga noche para ejercer una labor fundamental en la Madrugada: ser el encendedor de los tres pasos de la cofradía.
04 horas: una Misión desde Picadueñas y una Buena Muerte desde Santiago
El reloj supera las 4 de la mañana. Desde la barriada Domecq viene rauda la última en llegar al horario e itinerario de esta noche mágica e intensa de Jerez. La Misión casi toca a La Buena Muerte, que llega desde el otro arrabal histórico, Santiago. El sonido metálico de los varales en el silencio de la noche y las tallas con la niebla de humo que emana de los incensarios.
Cafés y churros en unos bares, copas y cubatas en otros. Picoteo exprés para reponer fuerzas. Idas y venidas. Rodeos. Pasos y más pasos. Más de 7.000 marca la app del móvil, sin tener en cuenta la hora y media larga de espera en pie ante San Miguel.

06 horas: preparando el amanecer
Enfilando el último tramo de la Madrugada, sin excesivos sobresaltos, con mucha gente en la calle y en los cortejos, nada que ver con lo de hace años, con turistas asomados a los balcones de sus alojamientos turísticos, con las máquinas de café a pleno rendimiento, la luz empieza a ser distinta. El canto de los pájaros ya es nervioso llamando a despuntar el día.


El dueño del bar de la calle Ancha se prepara al filo de las seis para el amanecer (será a las 7.19 horas de este Viernes Santo) en Santiago, como los hosteleros de La Plazuela no darán abasto cuando a eso de las 11 de esta mañana de Viernes Santo haya regresado La Yedra. La Madrugada es para el que la trabaja.
La Noche de Jesús es de todos en Jerez... de los más devotos, de los fieles más ortodoxos, a los más agnósticos y ateos. Con sus muchas realidades, con su larguísima historia y con todas sus horas de luces y sombras. Por los siglos de los siglos. Al clarear un nuevo día en el que Antonio y María siguen despachando papelones de churros, como señala inexorable la tradición, mientras el terciopelo verde y las capas blancas de los hermanos de La Yedra reciben los primeros rayos del sol.
La Noche de Jesús: Madrugada eterna en Jerez

Jerez calla ante Él: el Crucificado de San Miguel aparece envuelto en incienso y respeto absoluto.

Petalada al Señor de la Sentencia, en La Plazuela, esta mañana de Viernes Santo tras la larga Madrugada.

Un manto de pétalos desde una ventana de La Plazuela para Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.

Los casi 700 nazarenos de La Yedra recorren 5 kilómetros en más de diez horas de penitencia.

La imponente fachada principal de San Miguel, este pasado Viernes Santo Madrugada, con el Santo Crucifijo de la Salud preparado para procesionar por Jerez.

El paso del Crucificado de San Miguel no solo recorre calles, también atraviesa generaciones.

Silencio y la luz la de los cirios en la salida de San Miguel.

El cortejo más silencioso, el más solemne: Jerez se detiene.

Atascos de público para no perderse ninguna hermandad de la madrugada jerezana.

Antonio, pala en mano, prepara los 400 kilos de masa para alimentar a una ciudad que no duerme.

Colas desde bien temprano para comer churros en el centro.

Una saeta con el crucificado de San Miguel y la única luz la de los cirios.

María enciende el fuego como cada Madrugada: su puesto de churros tiene 140 años de tradición.

Silencio y lágrimas contenidas: empieza la noche más sagrada.

Ntra. Madre y Sra. del Traspaso reflejada en la fuente del Mamelón.

Jerez contempla, enmudecido, cómo la tradición se abre paso con túnica blanca.

Cada paso del Nazareno sobre el adoquín es un acto de entrega.

Nazarenos de hasta 89 años desfilan con la misma devoción de toda una vida con la túnica.

Las Cinco Llagas por calle Honda.

Silencio, orden y clasicismo: Las Cinco Llagas vuelve a llenar la noche jerezana de sobriedad y respeto.

Así cargan al Señor los hombres del Nazareno. Algunos llevan años, otros debutan este año, pero todos con la horquilla y el mismo corazón.

Silencio absoluto. El Cristo de La Buena Muerte avanza entre penumbras y respeto sobrecogedor.

Hermanas de la Yedra agotadas tras la estación de penitencia desde la madrugada.

Su rostro, sereno e implacable, atraviesa la calle Sol envuelto en incienso y saetas.

La Plazuela despierta para recoger a su cofradía: La Yedra ya vuelve a casa.

Una pequeña monaguilla entre capirotes de La Yedra.

Las primeras luces del día para La Virgen de la Piedad

Amanece en Jerez y el Cristo de la Buena Muerte sigue caminando. Silencio, luz tenue y verdad

El cortejo de la Buena Muerte de regreso a casa por Calle Tornería
