Parece mentira que algo tan simple —y tan extendido en celebraciones en ciudades vecinas, como cuando llega el Carnaval a las calles de Cádiz— vaya a costar tantos años en Jerez. El Ayuntamiento ha decidido que la próxima temporada de Zambombas, que oficialmente arrancará el 1 de diciembre, contará al fin con váteres químicos en puntos estratégicos del centro histórico de la ciudad.
Una larga reivindicación de vecinos del centro y comerciantes que en los últimos ocho años, pese a que el fenómeno social y turístico ha ido a más, nunca se llegó a concretar. En cambio el nuevo gobierno municipal cree imprescindible dotar a diversos puntos del centro de estos aseos portátiles que, además, incluirán lavabo y espejo, según ha avanzado a lavozdelsur.es el segundo teniente de alcaldesa y delegado de Sostenibilidad, Jaime Espinar.
En total, habrá cuatro módulos accesibles de seis baños con lavabo, y 20 cabinas. En todos los casos, tendrán limpieza y vigilancia. "Los módulos estarán fijos y las cabinas, según donde se celebren las Zambombas, irán moviéndose y reinstalándose", ha avanzado Espinar.
Como se esperan más barras en las calles, el ejecutivo local que preside la alcaldesa María José García-Pelayo entiende que habrá aún más jerezanos y visitantes en la vía pública, por lo que se hace imprescindible contar con estos váteres químicos que alivien al personal y eviten que los incívicos hagan sus necesidades en casapuertas o calles del centro, una lamentable imagen que por desgracia se convierte en demasiado habitual en época de temporada alta en el corazón de Jerez.
Hasta el momento se desconoce cuál será la ubicación de estos servicios públicos, pero al menos ya hay una voluntad más que decidida de que a partir de este año estos elementos se incorporen a una fiesta que, ante todo, debe conciliar el bienestar de quienes residen en el centro histórico con quienes buscan vivir una celebración declarada Bien de Interés Cultural. Algo, además, que obliga a preservar la fiesta con su esencia tradicional y alejada de la pésima imagen de un enorme botellón inundando, y regando de orín, las calles del Jerez histórico.
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