La nueva 'casa' de Lola Flores en Jerez: 100 años de historia (y qué historia) en 380 metros

Es imposible imaginar cómo podían haberse aprovechado mejor los apenas 380 metros (en dos plantas) de la Nave del Aceite, en Jerez. Este histórico molino del siglo XVIII, rehabilitado hace una década, es desde este Viernes de Dolores, 31 de marzo de 2023, la nueva casa de Lola Flores en su tierra natal. 

En el corazón de la ciudad medieval, a medio camino entre los arrabales de Santiago y San Miguel, el Centro Cultural Lola Flores ha revolucionado ya la plaza Belén, comida por el abandono y los jaramagos hace ocho años, repleta de grandes proyectos de ciudad frustrados, y que hoy brillaba entre geranios, vinos finos y mucho faranduleo venido de todas partes para regocijo de propios y extraños. Jerez no tiene grandes inauguraciones todos los días. Un museo no se inaugura todos los días. Pero es que para abrir las puertas de par en par de este equipamiento cultural han hecho falta más de dos décadas y muchos sinsabores previos para llegar a puerto. 

En esta nueva casita de Lola, no muy lejos de los cuartitos donde se crio en la calle Sol, no cabe más arte por metro cuadrado: desde el hall de entrada hasta el último rincón de un recorrido que conviene realizar a paso lento, casi a compás, deteniéndonos en cada detalle de la vida y obra de una artista que trascendió en todos los sentidos. Hoy no era el día, pero reserven y vayan con tiempo.

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La niña Lola y su partida de nacimiento, el icono cultural, la mujer transgresora, la diseñadora de moda (atención a sus propias creaciones sobre el papel, hasta marcando qué color y dónde debía ir cada elección), su traje de novia, su familia, sus recuerdos y vivencias, algunos de sus más famosos vestidos, sus batas de cola, su joyería (hasta aquel collar que sus hijos Antonio y Rosario le trajeron de Marrakech y que les dejó sin dinero para volver a España), sus historias, sus discos, sus películas, sus actuaciones memorables, sus leyendas, un generoso álbum de fotos con personalidades tan variopintas como Kirk Douglas o Cantiflas, o junto a su admirada Ava Gardner. Y hasta una explicación interactiva que desentraña que aquello de no sabe cantar, no sabe bailar, no se la pierdan… fue uno de los mayores bulos de la historia de la música.

Pero no es tanto lo que hay, que también —más de 200 piezas—, sino cómo envuelve al visitante un centro de interpretación a la altura de lo que probablemente la Faraona habría soñado. Gigantografías y pequeñas fotos entremezcladas con el patrimonio personal (hasta un piano y elementos decorativos del Lerele) de una de las artistas españolas más universales. 

Antonio Carmona, el estandarte del nuevo flamenco de Ketama, cerca de Vicente Soto Sordera, cante rancio de Santiago, regocijándose todos ellos en identificar a los protagonistas de muchas de las fotos expuestas. Muchas fiestas, muchos dichos, muchas bodas (está aquel collar que llevó Lolita en lo que todo el orbe conoce como la boda de Lolita), muchas giras y conciertos… Una memoria sentimental que ha interpelado a muchos de los invitados al acto institucional de inauguración de un museo —porque, burocracia aparte, todos le llamarán el museo de Lola— que no va a dejar a nadie indiferente. 

Galería de Fotos| Inauguración del Museo de Lola Flores

Un trabajo titánico que comenzó hace más de cuatro años y que no ha estado exento de contratiempos y vaivenes, aunque siempre ha pesado la voluntad firme de la familia de Lola —con Mariola Orellana a la cabeza, representante de Lolita y Rosario— de que ésta era la vencida. Y un proyecto que ve también la luz gracias al empuje de la alcaldesa Mamen Sánchez, convencida de que sería bajo su mandato cuando abriría al fin un espacio que salda una deuda histórica de la ciudad con su estrella más eterna y que, paradójicamente, regala un generoso cheque para contribuir al desarrollo social y económico de la ciudad a través del turismo.

Desde Javier el conserje hasta Mila Pérez, directora de Presidencia y del Gabinete Jurídico —clave para el arreón final hasta la apertura—, muchas áreas del Ayuntamiento de Jerez han remado para que todo viera la luz con este final feliz.

Y por supuesto, sobresale el enorme trabajo de Frade Arquitectos, Reina de Corazones y los técnicos externos que han acondicionado y configurado un espacio donde el olor, la madera, y la imaginación están por encima de la tecnología —justa, precisa—, solo al servicio de enriquecer aún más la experiencia de pasear por unas estancias que sintetizan la increíble peripecia vital y artística de Lola. 100 años de vida, y qué vida, en 380 metros cuadrados.

Porque como ha dicho Lolita, junto a su hermana Rosario y su tía Carmen Flores, "Lola ya vive aquí, en Jerez". Cómo se la habrán maravillado…