Javier Fergo fue un fotoperiodista aclamado internacionalmente: ganador de la Beca Getty Images Editorial 2021, del Premio Imagenera de Fotografía 2020 y del Premio Internacional de Fotoperiodismo Siero 2020. Fue primer finalista del Premio Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria (Médicos del Mundo, España), y ganó el igualmente prestigioso British Journalism Awards 2019 de Fotografía: el único fotoperiodista freelance preseleccionado ese año.
El trabajo de Javier fue merecedor de otros premios, menciones honoríficas y fue finalista de otros muchos, un retrato que hizo Javier de una mujer en la frontera entre Polonia y Ucrania que miraba pensativa a través de la ventana de su vagón de tren fue finalista del prestigioso premio Taylor Wessing de fotografía de retrato de la Galería Nacional de Londres.
Esta lista de galardones es tan impresionante como extensa, teniendo en cuenta que falleció con tan solo 42 años, con un brillante futuro profesional aún por delante. También estaba muy ilusionado con su próxima boda con su compañera Teresa Almagro. Su familia y amigos también esperaban con ilusión la celebración, algunos de sus viejos amigos de los años de Bristol tenían previsto asistir, y muchos otros, y prometía ser un maravilloso reencuentro.
Javier Fernández González nació en Jerez de la Frontera, Cádiz, el 20 de mayo de 1980. Estudió fotografía en el Reino Unido y a su regreso a España en 2005 colaboró con varios periódicos. Desde 2013 trabajaba como freelance tanto en fotografía como en vídeo para agencias y medios españoles e internacionales. Javier era colaborador habitual de la agencia de noticias The Associated Press. Falleció el 6 de septiembre de 2022, tras sufrir algunos problemas cardíacos.
Javier viajó a principios de 2022 a Ucrania, y uno de sus últimos reportajes fotográficos procede de este viaje. Ukraine Refugee Animals muestra los estragos de la invasión rusa en los indefensos animales de Ucrania; Javier me contó que quería mostrar lo dependientes que son los animales de los caprichos de los humanos, y honrar a los valientes voluntarios que arriesgaron sus vidas para salvarlos. Cuando nos enseñó las fotos en casa de nuestros padres, por ejemplo, nos habló de una mujer que antes criaba caballos y ahora intentaba salvar leones y otras pobres bestias que habían sido abandonadas con la llegada de la guerra. Una selección de estas imágenes, con el texto que las acompañaba, apareció también en The Guardian.
Javier amaba la naturaleza desde su más tierna infancia, un amor que fue fomentado por nuestros padres. En su tiempo libre, disfrutaba de paseos por la costa o el campo con su pareja y sus dos perros, una pareja de beagles sinvergonzones llamados Lolo y Laila (recientemente también se había unido a la familia una gatita simpática y traviesa, pero aún no había sido invitada a estas aventuras). El maravilloso reportaje de Javier titulado Mugeres muestra su sensibilidad por el mundo natural. El título "Mugeres" juega con las letras de la palabra sustituyendo la "j" de mujeres por una "g", en referencia a las ganaderas, una profesión tradicionalmente dominada por los hombres. Esta serie muestra una de las grandes dotes de la fotografía de Javier, era un excelente retratista, las imágenes de las ganaderas las retrata con una dignidad a la altura de los impresionantes paisajes y la magnificencia de las bestias.
El trabajo de Javier se ha centrado en la migración y los refugiados, especialmente en la Frontera Sur de Europa. Por ejemplo, acompañó expediciones al Mediterráneo con Open Arms, una ONG que trabaja con refugiados que llegan por mar, y preparaba la publicación de un libro sobre este proyecto a largo plazo.
Emilio Morenatti, en su obituario de Javier para The Associated Press, citaba las palabras de Ryszard Kapuscinski: “Para ser un buen periodista, hay que ser también una buena persona". Las constelaciones de palabras que poco después de la muerte de Javier se publicaron en notas de prensa, periódicos y aparecieron en las redes sociales, se hicieron eco de este sentimiento. Javier tenía un corazón grande y generoso, que se manifestaba por doquier en su trabajo, ya se centrara en cuestiones humanitarias, en la vida cotidiana o en el arte. Era un excelente compañero de trabajo, una pareja maravillosa, un hijo cariñoso, el mejor hermano que se puede tener y un amigo encantador. Era un hombre inteligente, ingenioso, a veces tímido, con grandes dotes de observación, empatía y un fino sentido del humor. Su risa era contagiosa.
Su interés por las imágenes comenzó muy pronto; nuestros padres nos llevaban regularmente a museos, yacimientos arqueológicos y a visitar palacios, iglesias o cualquier pequeña ciudad con interés cultural. Le encantaba el arte contemporáneo, desde la obra de Pepe Baena o los collages de Rafael Doctor. Visité El Escorial con Javier en 2019. Lo que más le impresionó fue la perspectiva ilusionista empleada en el fresco de Luca Giordano en la escalera imperial, y le encantó ver la estatua de San Miguel de La Roldana que aún se encontraba en el momento de nuestra visita en el coro de la basílica.
Sin embargo, el pintor favorito de Javier era Rembrandt; desde adolescente le fascinaba su uso de la luz y, sobre todo, sus retratos. Estas afinidades artísticas brillan en su fotografía. Sus retratos de refugiados, artistas flamencos o gente corriente reflejan su forma de ver el retrato, en el sentido clásico del término. Javier era capaz de captar el alma, el temperamento del retratado y las aflicciones de la persona que tenía delante. Sus contribuciones al proyecto Diario fotográfico de Covid-19 durante la pandemia fueron, sobre todo, un retrato de la miseria humana. Recuerdo su inquietante retrato de una persona sin techo, y la forma en que captó la quietud, el silencio y la soledad de los peores días de la pandemia.
Javier era un fotógrafo multidisciplinar; su trabajo como fotógrafo oficial del Festival de Jerez y del festival Flamenco on Fire produjo extraordinarias fotos y vídeos que se han publicado en medios nacionales e internacionales durante años. El Festival de Jerez prepara una gran exposición en homenaje a su memoria.
Descansa en paz, querido hermano. Siempre te echaré de menos.
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