Pablo Jesús Sampalo Estrade era un joven con una enorme vitalidad y un carácter optimista. Estudiante de tercer curso en el grado de Educación Primaria de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UCA, amante del deporte y apasionado del mundo cofrade.
Costalero y contraguía en la Semana Santa de Jerez, en casa tenía a dos grandes referentes que hicieron de él una persona con valores. Un joven que se hacía querer y cuya muerte el pasado viernes mientras practicaba deporte ha dejado un dolor tremendo en numerosos corazones.
Pablo siempre será recordado por quienes lo conocieron. A pesar de su juventud, ha dejado un maravilloso legado de amor, fe y esperanza.
Su padre, el conocido capataz Tomás Sampalo, se ha aferrado a esos principios para superar este trance tan doloroso.
"Le susurré al oído, te prometo que lo intentaré… esa será mi cofradía más dura, mi montaña más alta, mi triatlón más exigente, mi camino del Rocío más caluroso", ha señalado en sus redes un Tomás que ha dado vida a Pablo sonríe, dos palabras que representan ese legado que ha dejado el joven.
Y con ese Pablo sonríe, sus amigos, su gente, está recordando todas esas lecciones y momentos que dejó en vida antes de partir de manera repentina la aciaga tarde del viernes 29 de septiembre.
"Pablete, sigue animándome desde tu rincón del Chachi, sigue hablándome y guiándome a través del costero, sigue saludándome desde aquella esquina de la Granda, dame fuerzas para que mi fe no se tambalee, sigue creyendo en mí como ni yo lo hago", le escribe Jaime Benítez.
Entre los muchos mensajes bajo ese Pablo sonríe se encuentra el de Miguel Ángel Huerta: "Hoy que por fin reúno fuerzas después de todo lo vivido, quería darte las gracias, Pablo, por tantos momentos juntos vividos, ya sea en el deporte o en las cofradías. Dejas a Jerez huérfana del gran capataz que se pierde nuestra ciudad".
Una vida que se ha quedado en el camino, larga y dolorosa será la chicotá para familiares y amistades, eterno será su ejemplo de cordialidad y vida.