Pensar en un conflicto laboral en Jerez en los últimos treinta años es imaginar automáticamente la imagen de José Manuel Trillo Marín al frente de la movilización, tras una pancarta o megáfono en mano. Era raro el día que no atendía a alguien que llegaba al sindicato con una denuncia o que no le llamaban los compañeros de la prensa para solicitarle alguna declaración por cualquier cuestión laboral, sindical o social. Trillo, que fue durante décadas la cabeza visible de Comisiones Obreras en la comarca, era omnipresente. Lo mismo reivindicaba los derechos de los trabajadores de la vid que coordinaba un partido contra la droga —también era presidente de Renacer, coordinadora antidroga en un Jerez que en los 90 del siglo pasado se había convertido en una anémica ciudad del caballo—.
Trillo igual trataba de negociar al alza un convenio colectivo de cualquier contrata pública que defendía con uñas y dientes la reapertura del Teatro Villamarta —finalmente se consiguió en el año 96 tras más de una década clausurado—, y la implantación de un Campus de la Universidad de Cádiz en la principal ciudad de la provincia. Eso, claro, le ha pasado factura. Tres condenas judiciales —indulto incluido— con multas de varios miles de euros, un nombre en la lista negra de muchos en la ciudad, infinidad de infundios para desacreditarle y, al final, claro, la salud. "Yo inventé la huelga de insulina", rememora al hilo de uno de sus pulsos con políticos o empresarios de la zona. Y aclara: "Menos mal que no tuve que dejar de pincharme más que una vez, pero luego entré en la reunión —con la exalcaldesa Pelayo— y me dijo que era un suicida".
Con bigote o sin bigote, con su eterna barrigota, con su aire malhumorado —probablemente agriado de tantos conflictos—, pero con un tesón, un espíritu solidario y una capacidad de combate y resistencia que tuvo que venir forzosamente heredada de su abuelo Honorio Marín, anarquista asesinado por su condición de secretario de viticultura de la CNT en Jerez, ha trazado una trayectoria sindical honesta y comprometida que ha dejado un buen recuerdo en quienes confiaron en su habilidad negociadora y su pulso inquebrantable. "Yo nunca conduje a nadie al suicidio, siempre tenía límites y una salida". La sombra de lo que fue Pepe Trillo camina hoy, a sus 61 años, con una muletita, despacio y apesadumbrado, con su voz ronca intacta de fumador empedernido, pero con unas dolencias —fibromialgia que le deriva "por rachas" en depresión, y artritis en rodillas y tobillos que lo tienen imposibilitado—, dedicado al belenismo y "a lo poco que puedo ayudar en casa".
Apenas sale de su modesto piso de la barriada proletaria de Las Torres, en la zona noroeste de Jerez, donde ha vivido toda la vida con su mujer, Maruja, y el cual tuvo que rehipotecar por problemas de salud en la familia. "Económicamente no estoy mal, tengo una buena pensión porque coticé con una base alta, no estoy para tirar cohetes pero vivo holgadamente", dice tras obtener hace unos tres años la invalidez absoluta. Después de más de 35 años como sindicalista, donde empezó por curiosidad al encontrarse la sede de CCOO junto al bar en el que trabajaba en la calle Bizcocheros, la fase final de su vida como representante de los trabajadores ha sido algo aciaga.
"Lo mío siempre ha sido estar al pie del cañón en la calle. De pronto, y lo decido yo porque no me ha echado nadie del sindicato, veo que ya había pasado mi época y que mi situación era insostenible, con muchos juicios pendientes, porque cada vez que salía me trincaban, y parecía una persecución… Me quise ir a casa prejubilado, pero la secretaria general de CCOO en Cádiz, Lola Rodríguez, me pidió que me fuera a la ejecutiva provincial. No quise mucha responsabilidad porque ya no estaba apto para eso, y con muy buena fe me pusieron en un despacho a llevar el control afiliativo de todas las sedes sindicales y eso requería que el 80% del tiempo lo pasara delante del ordenador; eso me costó una depresión que me costó casi la vida, en un momento de locura mío, de no saber qué hacer, intenté hasta suicidarme, me inyecté una jeringuilla entera de insulina. Estaba… Me iba a Cádiz en moto y cogí mojadas infinitas y me secaba en el sindicato, lo que también me ha agravado esta enfermedad. Cuando no pude más me di de baja y la propia Seguridad Social me llamó y me dio la invalidez total y absoluta".
"Te lo juro, yo he conocido en la época mía una precariedad tan grande como la que hay ahora y una dejadez laboral tan grande por parte de los trabajadores"
En ese piso de Las Torres también viven sus dos hijos, José Manuel y Sandra, de 27 y 24 años, respectivamente. Jóvenes que, igual que la mayoría de su generación, conviven con la precariedad y la falta de oportunidades. "Te lo juro, yo he conocido en la época mía una precariedad tan grande como la que hay ahora y una dejadez laboral tan grande por parte de los trabajadores. Es decir, a la gente ahora le da igual todo, tienen metido el chip en la cabeza de que detrás de ellos hay 2.000 esperando y que si no cogen los 600 euros por trabajar 8 o 9 horas dados de alta 4, que es lo que hay ahora, otros los cogerán. La situación es tan lamentable que, o meten mano los gobiernos y arreglan el mercado laboral, o los sindicatos deberían de rebelarse algún día. Yo esto no lo soportaba". Con dificultad accede al coche. Vamos a dar una vuelta por ese Jerez que Pepe Trillo se pateó a base de consignas y reivindicaciones. Ese Jerez en el que apagó tantos incendios. Él, hijo y hermano de bomberos. "Soy bombero frustrado de manguera, pero he apagado más incendios que mi hermano", dice esbozando una sonrisa por primera vez desde que nos hemos visto.
Llegamos a la Puerta de Rota. La ciudad vivió el 23 de septiembre de 1991 la primera huelga general que se convocaba exclusivamente en Jerez. Los motivos de esta protesta fueron solidarizarse con los trabajadores de la vid, que llegaron a estar tres meses de huelga, y reclamar medidas ante las negativas consecuencias económicas que el plan de reestructuración del Marco tuvo para la zona. El sector se desmantelaba, se caía a trozos después de que Jerez llegara a acumular el 20% de las exportaciones nacionales a principios del siglo XIX gracias al sherry. Trillo se sienta a descansar mientras recuerda la imagen del arranque de la ronda del Caracol llena de tiendas de campaña. "Ahí se convocó aquella primera y única huelga general exclusiva de Jerez, dormíamos allí, decidíamos cuándo cortar el tráfico, todo...", recuerda.
¿Qué queda de aquello?
Gracias a Antonio Fernández (ex consejero de Empleo de la Junta y ex presidente del Consejo Regulador del jerez), que ahora está siendo juzgado por el caso de los ERE, pero que fue el que más apoyó la lucha contra el desmantelamiento de las bodegas, tenemos lo que tenemos hoy. Se pringó hasta las cejas con tal de que en Jerez quedarán las bodegas que hay hoy. Si aquello llega a salir adelante tal y como querían los empresarios, hoy no queda aquí ni estas bodegas (señala a las nuevas bodegas de Fundador). Buscaban tener un sector sin trabajadores fijos, todo mecanizado y mano de obra puntual. El sector pasó de unos 10.000 a unos 1.300 empleados fijos... imagínate la burrada que supuso el plan de reestructuración del Marco de Jerez... Tanto PSOE como PP traicionaron a Jerez porque estaba firmado por todos un plan de reindustrialización en torno al sector agrario en la comarca. Era lo firmado pero me decían que yo siempre estaba con lo mismo... Era la única manera de paliar lo que había pasado con el sector bodeguero, pero aquí no vino nada. Seguimos esperando. Nos hemos quedado en una ciudad de servicios y acabará siendo una ciudad dormitorio de la Bahía.
Varias calles más al noroeste de la ciudad, en la calle Taxdirt, Trillo se detiene ante la puerta de la nave principal de la antigua Jerez Industrial SA. La que fue sede del imperio de las artes gráficas. La médula de un complejo entramado empresarial con multitud de sociedades y filiales (13 centros de trabajo) que llegó a emplear a más de 1.000 personas y a facturar miles de millones de las antiguas pesetas. La que logró convertirse en la mayor empresa jerezana no bodeguera, con unos tentáculos que abarcaron prácticamente todo el territorio nacional.
Hace 18 años del cierre. ¿Qué imagen no ha podido olvidar?
Tengo un recuerdo y es el de que el anuncio del cierre pudo ser un caos. Los empresarios decían que se les había secuestrado cuando estaban negociando con el comité. Mantenían el cierre y desde fuera se bloquearon las puertas, pero dentro también se quedó el comité, o sea, no fue un secuestro. Recuerdo que estábamos aquí fuera, concentrados, y teníamos una barricada a la que le metimos fuego. La tapa de un bidón de pintura se abrió porque tendría un resto en el interior y por poco no le corta la cabeza a Iglesias, el fotógrafo del Diario. Aquello lo tengo metido en la cabeza como algo muy malo que pudo haber pasado, fue muy peligroso. Y luego el recuerdo también de Cartonajes Tempul, donde casi me cuesta la vida. En aquella época los esquiroles entraban en autobús y para que no entraran me tiré al suelo y me quedé debajo de la rueda del autobús. Entre este, el vidrio, las artes gráficas, la madera, el corcho… daban tanto o más empleo que las propias bodegas. En su peor momento, las bodegas tenían 11.000 trabajadores y la industria auxiliar llegó a tener cerca de 15.000. Eran trabajadores fijos con un buen salario, bastante decente, y eso hizo de Jerez una ciudad bastante potente. Vino la crisis del sector bodeguero y el plan de reestructuración del Marco en los años 90, y llegó el declive de Jerez hasta el día en el que estamos hoy.
De todos los conflictos vividos, ¿cuál ha sido su mayor frustración?
La mayor frustración fue el cierre de la fábrica de botellas. No es por ser la más reciente, sino porque fue una empresa de esas que cuentas con los dedos de una mano. Los trabajadores estaban unidos, el 90% estaba sindicalizado, el comité decía a la calle y a la calle iba hasta el jefe de planta, y tenían un líder incuestionable como Antonio Alba, al que quería todo el mundo. Nunca pensamos que no íbamos a conseguir que la fábrica se quedara en Jerez. Estuvimos a punto de ir a Francia, a la sede central de Saint Gobain, después de estar en Madrid, pero el comité llegó al acuerdo al que llegó, que no fue malo para los trabajadores, pero sí fue malo para Jerez porque se cerró y quedó lo que ha quedado.
"La mayor frustración fue el cierre de la fábrica de botellas"
Llegamos a la plaza del Arenal. Esa que tantas y tantas veces pisó para dirigirse a la tercera planta del Edificio de los Sindicatos. Nada más llegar empiezan a saludarle con efusividad. "Esta ha sido mi casa tantos años...". Es como un suspiro lo que pronuncia. Cerca de allí, el Ayuntamiento. Su otra fuente de lucha sindical. Especialmente, a partir de 2008, cuando un Consistorio en quiebra técnica, con una deuda que llegó a los mil millones, era la pura imagen de la insolvencia y los impagos.
"Afortunadamente, sigue en pie una empresa en la que los trabajadores luchan a muerte, como son los autobuses urbanos, pero sigue en pie porque el Ayuntamiento se hizo cargo de ellos, si no, aún siguen luchando por cobrar… ese fue otro caballo de batalla fuerte. Pero el más fuerte para mí del Ayuntamiento, que me ha dado mucho trabajo y calentura de coco, ha sido el de las compañeras de la limpieza de dependencias, colegios y ayuda a domicilio. Cobraban un mes y tres no. Nos llegamos a encerrar en la sala de prensa del Ayuntamiento y me acusaron de ser el cabecilla y de haber cometido atentado a la autoridad, cosa que no fue así, porque gracias a un vídeo de Onda Jerez pudimos demostrar que, no solo es que yo no estaba en el lugar, sino que ni siquiera fue una agresión; se resbaló y sufrió el golpe —recientemente le condenaron a tres años de prión y 3.000 euros por este incidente, aunque le evitaron la cárcel porque anteriores condenas ya habían prescrito—.
La confederación estatal de CCOO presentó un recurso de amparo al Tribunal Constitucional después de que la Audiencia Provincial de Cádiz ratificase la condena de tres años de prisión de un juzgado de lo Penal de Jerez contra Trillo y otro sindicalista, Juan Manuel Naranjo, por "impedir el derecho al trabajo" en la huelga general del 20 de junio de 2002. Al final, logró eludir la prisión, "pero ahí le vi las orejas al lobo". En 2006, justo antes de ser indultado, Pedro Pacheco, entonces delegado de Urbanismo, apoyó que se congelase la pena porque "los hombres buenos no pueden ir a la cárcel".
"Donde más me harté de llorar fue cuando el indulto, que me cayeron tres años también. Hubo un apoyo que para mí fue un orgullo, recogimos en una ciudad de 200.000 habitantes unas 60.000 firmas. Aquello fue durante una huelga general, estábamos como piquetes Juanma Naranjo y yo negociando dentro del comercio el cierre del 24 horas que había en la plaza del Carbón, la actitud de la encargada era positiva y había decidido cerrar, pero en ese momento unos niños se dedicaron a tirar botellas contra la fachada porque no podían comprar alcohol, y luego se dijo que yo di la orden de tirar las botellas. Llevaba testigos pero no sirvió para nada. Ahí vi las orejas al lobo. He estado en la cárcel retenido, en el calabozo un fin de semana… he estado en el Arroyo, cuando estaba en la plaza Silos… pero cárcel no llegué a pisar. Esta vez, en cambio, ya daba por hecho que iba a entrar. Pero una semana antes, con fecha ya de ingreso, vino el medio indulto, ya que no me quitaban la pena pero no entraba en prisión.
"En política, tengo claro que puede haber buenas personas en la izquierda pero también en la derecha"
¿Cómo ha sido su relación con los políticos y la política?
Siempre me dijeron que era amigo de Pedro Pacheco, y no lo niego, pero también tuve muchos conflictos con él. Estando ahora en Puerto III me he carteado con él, contándonos nuestras penas sin más. Pero se han dicho muchos bulos. Cuando se corrió ese de que iba a ir en una lista con él, que me costó muchos problemas en el sindicato. Luego pude demostrar que era falso porque con la condena por la que me indultaron, me dejaron inhabilitado para ejercer el voto. Menos con Juan Pedro Cosano, me he llevado medianamente bien con todos, incluso con la del PP, con Pelayo. En la primera entrevista que tuve con ella dije que parecía haber estado con una alcaldesa de izquierdas y algún idiota pensó que yo me había cambiado al PP. Yo nací con el puño cerrado porque mi abuelo era anarquista y lo mataron por ser el secretario de la CNT de viticultura. Pero en política, tengo claro que puede haber buenas personas en la izquierda pero también en la derecha.
Desde siempre en mi casa se vivía la historia política. Me afilié al Partido Comunista cuando tenía 16 años, aún estaba ilegalizado. Entré en el 76 en las Juventudes Comunistas, que no cuajaban conmigo en aquella fecha. Era quizás más maduro que lo que hacían allí, pero no me dejaban afiliarme al PC directamente por no tener 18 años. En cambio, hicieron una excepción dándome un carné honorífico hasta que empecé a pagar la cuota. Jamás he estado afiliado a ningún otro partido, salvo a IU porque es una coalición donde está el PC. Jamás he estado afiliado a otro partido, aunque se haya dicho mucho que me había afiliado al PSA o al PSOE...
Lo habrán intentado…
Nunca lo he negado, me han propuesto ir tanto uno como otro. Pero solo fui en la lista de IU dos veces pidiendo no ir en puestos de salida, sino en puestos intermedios, una vez el 6 y otra vez el 8, para acarrear votos.
¿Recuerda el primer encontronazo con Pacheco?
En el año 79 yo era responsable de empleo en el sindicato y hubo una manifestación. Como ya había hecho, volví a pedir a Pacheco que recibiera a la comisión, pero me dijo que no y le pregunté que en qué puesto de la lista estábamos para que nos recibiera, y me dijo en el último, y le dije no, estamos en el primero. Y le metí una patada a la puerta. Él me puso de mote el borrico de Comisiones y mucha gente estuvo años diciéndome ese mote. Pero yo con Pacheco he tenido buena relación y hemos apoyado proyectos que creíamos que eran buenos para Jerez.
¿No se ha vendido también mucho humo en esta ciudad?
Ha habido poca lealtad política. Si haces un proyecto debes ser discreto y evitar follones que no quieren las empresas, pero siempre ha habido alguien que ha desvelado los planes y se han jodido. No ha habido unión política. Cuando se ideó el Circuito aquello fue un follón, y nadie estaba de acuerdo con aquello. Solo CCOO lo apoyó. En los primeros momentos nadie lo apoyó, pero ya luego se le empezó a ver color y se sumaron. Pero Pacheco, con el apoyo de CCOO, se tiró al charco solo. Y teníamos en aquella época hasta la Fórmula 1. Pero la Junta, hasta no hace muchos años, nunca apoyó el Circuito.
¿Ha habido una mano negra en Jerez y sus proyectos de ciudad?
Jerez fue durante mucho tiempo el patito feo de las administraciones. No se tenía en cuenta a esta ciudad porque tenía otro color político.
"Cuando yo estaba había paro también, pero se veía a la gente moverse por las puertas de las obras, de los tajos o de los comercios; ahora con el rollo del currículo por internet, no se ve ni eso"
En general, ¿achaca parte de culpa a los sindicatos de la situación actual?
¿Culpa? Parte de culpa tendrán. Pero creo que ha sido el sistema, la precariedad tan grande, la falta de empleo, que vuelve a la gente conformista. La gente prefiere trabajar así que estar comiendo de sus padres. Los sindicatos siguen haciendo una labor mayor de la que pueden hacer, porque sacan cuando pueden a la gente a la calle sin haber actitud de reivindicación. ¿Desde cuándo no hay en Jerez una manifestación por el empleo? Somos la primera gran ciudad de España en número de parados pero no se ven por las calles... Cuando yo estaba había paro también, pero se veía a la gente moverse por las puertas de las obras, de los tajos o de los comercios; ahora con el rollo del currículo por internet, no se ve ni eso. Si te llaman, te llaman, y si no te llaman, pues nada. Espero que este Gobierno cumpla lo que ha prometido porque, si no, se le va a echar el mundo encima. ¿Y los mayores? Los pensionistas nunca han estado peor que ahora y, afortunadamente, son los únicos que se están moviendo y que han conseguido algo.
Han vuelto a demostrar que si te movilizas consigues cosas.
Claro, claro, si es que eso ha sido así toda la vida. Si te callas, otorgas. Si no te callas, no conseguirás el 100%, yo casi nunca lo conseguí, pero algo consigues. La táctica sindical era pedir un poquito más para las rebajas de enero, pero ahora es que no se pide nada, todo va para atrás. Y te pongo un ejemplo que me hace pensar esto: cuando teníamos la caseta de Comisiones en la Feria, éramos de las primeras casetas que pagaba a la gente un salario, con alta en la Seguridad Social, con un seguro de vida, dábamos un día libre para que fueran con su familia a la Feria… y les pagábamos mil euros al cambio de ahora. Además, si se sacaba más de lo estimado, la gente hasta conseguía una prima, un sobresueldo. Esta última Feria le ofrecieron a mi hijo trabajar los siete días a catorce horas diarias por 600 euros. Está claro, ¿no?