Este jueves, un grupo de antiguos profesores y profesoras del IES La Granja se han reunido para celebrar la jubilación de varios excompañeros. Este hecho coincide con el cincuenta aniversario de la puesta en marcha de un centro educativo que ha sido referente durante generaciones en Jerez, en la provincia y en Andalucía.
Este instituto comenzó su andadura en enero de 1972, impartiendo las primeras clases de Viticultura y Enología con carácter experimental en unas aulas cedidas por la Inspección de Educación Primaria en el colegio nacional Las Abiertas. Fue inaugurado de forma oficial y solemne el miércoles 18 de octubre de 1972, iniciándose el curso en las antiguas dependencias del centro de mejora ganadera Nuestra Señora del Rosario, que había sido adaptado para ese menester. Con el transcurso de los años, esta especialidad acabó desapareciendo del centro.
Inicialmente fue conocido con el nombre de Centro Nacional de Formación Profesional, aunque en Jerez se le llamaba popularmente, 'el instituto de La Granja', pero sería en un claustro celebrado en junio de 1984 cuando, por unanimidad, se decidió denominar al centro de manera oficial con el nombre que hoy en día posee.
Poco a poco y con mucho esfuerzo y trabajo por parte del profesorado y de los responsables educativos, el instituto fue transformándose, creándose dependencias acordes a los tiempos y las necesidades de un centro en expansión, edificios anexos que se construyeron por etapas, ampliación de la oferta educativa con nuevas ramas y especialidades... así fue como el centro se convirtió en un referente en la provincia de Cádiz.
Cientos de profesores y miles de alumnos pasaron, y lo siguen haciendo, por el aulario, el patio de arcos, las pistas deportivas, el invernadero, los laboratorios de sanitaria e imagen y sonido, la floristería, la cafetería... asumiendo los cambios, muchos en medio siglo, incluyendo el tránsito del uso de la tiza y las pizarras convencionales a las nuevas tecnologías con sus aparatos digitales.
Profesores, alumnos, celadores, limpiadoras, logopedas... todos han contribuído a hacer realidad esta gran historia de la que forman parte tantos y tantos jerezanos. Un proyecto que cumple medio siglo formando y convirtiendo en hombres y mujeres de provecho a infinidad de personas y del que, a buen seguro, sus exalumnos guardan recuerdos muy especiales.
Historia viva de la educación, la integración y el fomento de hábitos saludables
La reunión entre antiguos compañeros en el IES La Granja ha estado cargada de recuerdos de la época en la que formaron parte de este centro. Ninguno de ellos estaba cuando el instituto abrió sus puertas pero el padre de Tomás Romero, que fue profesor de matemáticas desde el curso 1985-1986, fue el tercer director del centro. Francisco Romero Vargas fue una auténtica institución en lo que a educación se refiere en Jerez -por eso se le puso su nombre al instituto situado en la Avenida Moreno Mendoza- y ejerció como director de 1978 a 1984, siendo sustituido por su hijo Paco, quien ocupó el cargo hasta 1986.
Durante estos años el centro pasó a ser Instituto de Formación Profesional. "Recuerdo que mi padre no paraba de dar charlas por los distintos centros educativos de la ciudad", recuerda este docente jerezano que comenzó su carrera en Sanlúcar pero que consiguió trasladarse en 1985 al centro del que tanto hablaban su padre y su hermano, llegando incluso a ser director como ellos en la etapa comprendida entre 1989 y 1992. "Coincidí un curso con mi padre, fue un orgullo. Sin embargo, él falleció antes de que yo llegara a ser director, me hubiera gustado que lo hubiera visto", lamenta.
El auge de la Formación Profesional llegó a tal punto en aquella época que fue necesario utilizar aulas en otros lugares para atender al creciente número de alumnos. Fue por este motivo por el que se construyó el aulario de tres plantas y el Instituto de Formación Profesional número dos, el Francisco Romero Vargas.
Tomás acumuló, como muchos de sus compañeros, un buen número de años poniendo su esfuerzo y su calidad como docente al servicio del instituto pero entre todos la que se lleva la palma es María Jesús Rodríguez, que estuvo 32 cursos formando a sus almunos en distintas asignaturas de la rama de ciencias. "Aquí he desarrollado casi la totalidad de mi carrera y he podido presenciar cómo iba evolucionando, tanto físicamente como en el tipo de enseñanza que hemos ido impartiendo mientras pasábamos por diversas leyes educativas", señala.
Sin embargo, para ella lo más importante que se lleva de esta larga etapa son sus alumnos y sus compañeros. "Lo que más valoro son los numerosos alumnos que hoy me encuentro por la calle y me saludan con cariño, a los que espero haber contribuido a formar profesional y personalmente. También a los compañeros con los que he coincidido a lo largo de estos años de los que he aprendido. A muchos hoy en día los llamo amigos", espeta.
A principios de los años 90 comienzan a escolarizarse en La Granja alumnos sordos para cursar la antigua FP de Delineación. "En aquella época todavía no existía la Ley de Integración Educativa pero el equipo directivo de entonces facilitó la entrada de estos alumnos", cuenta Rosario Álvarez, logopeda del centro recientemente jubilada.
Debido al desconocimiento existente sobre las necesidades educativas que planteaba este tipo de alumnado, un logopeda del Colegio de Sordos de Jerez comenzó a desarrollar su trabajo en el instituto orientando al profesorado y atendiendo a los alumnos sordos, este fue el principio de su etapa laboral en el instituto que ha durado casi 30 años.
José Luis Esteban fue uno de los profesores de esta mencionada FP de Delineación. Con él como docente -llegó al centro en 1982- se produjo un importante avance, el de la implantación del Autocad -software de diseño asistido por ordenador-, por lo que por primera vez se trabajaba en ordenador dejando atrás ciertas tareas que tenían que llevar a cabo de forma manual. "Al principio estaba todo en inglés porque no existía ningún software en español y poco a poco nos fuimos adaptando a las tecnologías que iban entrando hasta que cuando me jubilé en 2013 ya todo estaba informatizado", remarca.
Otra de las novedades implantadas en aquella época fue el PCPI de Jardinería. La floristería se construyó para dar cabida a los objetivos y criterios de evaluación de dos módulos profesionales de este ciclo. América Olivares fue profesora del mismo y recuerda que, al principio, carecían de instalaciones adecuadas para realizar determinadas prácticas. "Hicimos un estudio por todo el espacio para ver cuál era el mejor lugar para ubicar nuestros talleres y que pudieran verse los escaparates", comenta.
Así fue como se eligió en consonancia con la dirección la construcción de los mismos en el patio de recreo. "Dos alumnos que venían del sector de la construcción nos ayudaron a crear el proyecto y entre los profesores de los módulos y ellos nos pusimos a poner mezcla y a levantar la floristería. Fue un reto porque nunca habíamos construido nada pero sirvió para que todos la sintiéramos como nuestra porque la habíamos levantado desde cero", rememora.
Otro de los grandes proyectos del IES La Granja fue el de la biblioteca. Paco Álvarez colaboró activamente en su organización durante sus primeros años de funcionamiento. Este profesor de Ciencias Sociales recuerda que "como todas las bibliotecas esta centraba su actividad en el préstamo de libros entre el alumnado y profesorado, y en la puesta al día de su catálogo en relación a las materias impartidas, tanto en secundaria y bachillerato, como en los ciclos formativos".
Se trataba de una propuesta en firme para crear hábito e interés por la lectura en los alumnos, para lo cual también desarrollaban diferentes actividades en las que participaban otros departamentos como dramatizaciones por parte del grupo de teatro del centro, concursos, exposiciones e incluso una feria del libro en la que colaboraban diferentes librerías de Jerez. "Queríamos acercar a los alumnos a la lectura y lo conseguimos. Obtuvimos una participación significativa por su parte y quedamos muy satisfechos con la respuesta al esfuerzo realizado", valora el docente.
De centro de FP a instituto de secundaria
A finales de los años 90 y principios de los 2000 La Granja pasó de ser un centro de Formación Profesional a uno de educación secundaria. El entonces director, Antonio Navarro, encargó a la jefa de estudios, Carmen Ventura, coordinar la incorporación del alumnado procedente de los CEIPs al Instituto. Fue el paso definitivo para que el centro se convirtiera en un IES.
"Fue un trabajo duro y complejo, posible gracias a la colaboración de muchos compañeros y compañeras. Durante dos años estudiamos y planificamos dicho cambio y la llegada de los maestros en el curso 2000-01 terminó de ayudarnos a hacer posible ese tránsito que transformaría el instituto", remarca esta profesora de lengua y literatura. Este cambio supuso aprender a trabajar con grupos más reducidos, a manejar otras didácticas y otros métodos. "Ahí aprendimos mucho de nuestros compañeros maestros que procedían en su mayor parte de centros de la zona. Y siempre doy las gracias por cuanto de ellos aprendimos. Muchos veníamos del BUP o la FP y trabajar con chicos y chicas de 12 años fue todo un reto que creo que superamos", agrega.
Carmen también formó parte activa del proyecto de la biblioteca, "la pasión de muchos compañeros", señala. Ellos se adelantaron a las normativas que posteriormente incluirían la lectura en los diferentes planes de estudio, un ejemplo de la voluntad de innovar y de ofrecer a los alumnos la experiencia educativa más enriquecedora. Empleando minibibliotecas en cada aula y sesiones de lectura individual consiguieron fomentar el amor de muchos chicos y chicas por los libros. "Es la parte de mi trabajo que recuerdo con más cariño y que además me permitió dos cosas importantes, conocer mejor a muchos compañeros que acabaron siendo entrañables amigos por la pasión compartida y animar a sacar a la luz las cualidades de muchos chicos y chicas que escribían y podrían acabar siendo escritores", comenta. De hecho, en 2022 una antigua alumna, Eva Amuedo, publicó su primera novela, "un orgullo", para Carmen.
Siendo ya un instituto de secundaria, La Granja añadió la asignatura de Filosofía a su oferta educativa y Toñi Rendón se convirtió en la encargada de impartirla desde 2004. Desde su punto de vista el alumnado no difería demasiado del que había conocido en otros centros, pero sí destaca las diferencias que notó en cuanto a la organización del propio espacio educativo, "probablemente por su larga historia y su pasado relacionado con la FP".
Ella guarda un recuerdo muy grato de los chicos y chicas a los que enseñó durante más de 15 años, especialmente a los primeros cursos que estudiaron esta asignatura entonces desconocida. "Les tocó enfrentarse a una materia que era un misterio para ellos, una aventura del conocimiento que requería cierto nivel de abstracción", señala.
A este respecto insiste en que "mi intención como docente en este centro siempre ha sido la misma, buscar el espíritu crítico de mi alumnado en todas las esferas de la vida, tanto personal como social. Hacer que los alumnos y alumnas fuesen capaces de plantearse hipótesis para llegar a razonamientos posibles y que aprendiesen a enfrentarse a la realidad con objetividad, huyendo de manipulaciones malintencionadas y, sobre todo, que fuesen tolerantes y empáticos. Ese era mi deseo y confío en que algo de lo que pudimos construir en esa línea de trabajo haya servido para su futuro". Este antiguo alumno puede confirmar que así ha sido.
Por supuesto, en 50 años de historia en el IES La Granja se han formado todo tipo de profesionales, incluído profesores que después han pasado del pupitre a la pizarra. Es el caso de Soledad Rosado, que estudió la FP de Sanitaria en este centro para regresar años después como docente. Fue en 1987, "una experiencia muy curiosa", reconoce, ya que conocía a muchos de los que ahora eran sus compañeros y ellos la conocían a ella. "Me daba vergüenza tutearlos, pero cuando me dirigía a ellos de usted me corregían. Todos me recibieron con mucha alegría y cariño", cuenta.
Del mismo modo, no fueron pocos los que coincidieron con sus hijos o sus sobrinos como profesores y alumnos. Este fue el caso de Javier Rodríguez, que dio Educación Física, y Miguel Ugidos, que hizo lo propio con la materia de Religión. Ambos califican de "gratificante" tanto el hecho de coincidir con otros familiares en el centro como la exquisita educación que recibieron allí. Ahora bien, Javier admite que se ha jubilado con una espinita clavada, la de construir un gimnasio en el centro. "Envié el primer informe en 1989. Cada año me dirigía a la dirección del centro con mi escrito de reivindicación. En alguna ocasión obtuvimos respuesta, teníamos la esperanza de que nos nombraran instituto prioritario para esa intervención, pero en eso quedó, en una esperanza infundada. Durante años hemos bromeado con que, cuando me jubilase, se construiría, pero ni por esas. Habrá que seguir esperando", lamenta.
Los profesores del IES La Granja han creado una gran familia. Los que se jubilaron hace años y los que llevan menos tiempo disfrutando de su merecido descanso -María Jesús Rodríguez, Rosario Álvarez, Antonia Pozo, Javier García, Alonso Roldán, Pilar Martín y Javier Lasanta- siguen en contacto permanente con quienes siguen al pie del cañón, que a su vez van forjando amistad con las nuevas generaciones de maestros que recogerán su testigo.
Frente a ellos también es incesante el tránsito de alumnos a los que han enseñado a ser mejores personas. Cantidad de chicos y chicas, de hombres y mujeres que disfrutaron las instalaciones del centro, que aprendieron materias como Lengua, Matemáticas, Ciencias, Historia, Filosofía, Inglés, Francés... pero también se llevaron lecciones de vida que marcaron su forma de ser de adultos.
Pasarán los años y La Granja seguirá acumulando historia y personas que pasen por sus aulas, pero siempre quedarán en el recuerdo los profesores y profesoras que hicieron posible que este centro sea lo que es hoy en día.
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