Quizás le hayan visto en alguna calle o plaza del centro de Jerez. Una vez salió hasta en un reportaje en TVE. Llegaba al lugar escogido con su metro cuadrado de escenario portátil, su mini tablao flamenco, colocaba su tablita en el suelo y exhibía su repertorio de pies y brazos. En una loza.
Un zapateado limpio y pleno de ritmo, unas botas que se movían —y se mueven, como demuestra rápido in situ— con el mismo vértigo que ha vivido sus 39 años de vida. Se hace compás, se canta y remata con un desplante que arranca el ole.
El escenario de la calle ha sido su ocupación en los últimos tiempos. Tiempos duros, convulsos, jodidos… La calle devolvía mierda y hostilidad, mientras una espiral de tragedias personales y adicciones le fue consumiendo.
Ahora su mirada, que no engaña, lo muestra como un hombre convencido de poder ganarse una nueva oportunidad. Una ocasión para redimirse, purgarse y tener la posibilidad de cumplir sus metas y sus sueños.
Juan Manuel González Aranda tiene 39 años y un pellejo marcado por muchas otras vidas que quiere superar y dejar definitivamente atrás. Pero si vuelve al pasado es solo para rescatar sus mejores años, cuando el baile y solo el baile era su vida. Es de Jerez, del barrio de San Telmo, de este estigma del 11408, el maltratado código postal del Distrito Sur de la quinta ciudad andaluza en población.
"Llego al baile porque mi madre era bailaora, Carmen Aranda, y mi tía es Estefanía Aranda, que también es una bailaora conocida de Jerez. Entonces ella impartía clases con Ana María López y, teniendo yo 5 años, la maestra le pregunta a mi madre que por qué no me lleva a su escuela. Entonces, estoy desde los 5 a los 14 años con Ana María y vivo una de las mejores experiencias de mi vida: me formo, digamos, y termino de entender y de cuadrar de que vengo para esto, aunque después me haya pegado 20 años sin bailar. Ahora me he vuelto a reencontrar con mi baile. Y no hay mal que por bien no venga, ahora por lo menos tengo claro que quiero morir bailando".
¿Qué ha hecho en estos 20 años?
He hecho de todo, he tocado la percusión, he estado en grupos tocando las palmas, he dado clases de bulerías, pero ahora ya te digo que me he vuelto a reencontrar con mi baile y este zapateado y todo esto es algo que creo que tenía almacenado y encerrado, y lo que le estoy es dando salida y mostrándolo. Creo ahora más que nunca que he venido para aportar.
"Yo quería jugar al fútbol y me daba tiempo de entrenar un cuarto de hora porque venía mi abuela y me llevaba a la peña a bailar"
¿Qué recuerdos guarda de la época con Ana María López?
Con Ana María tuve la suerte de ir a Francia, a Bélgica, a Alemania, a Japón… estuve en muchos sitios. Desde los 8 a los 14 años he estado viajando bastante. Mientras que otros niños jugaban al fútbol, a las consolas... mis amigos del colegio lo flipaban conmigo, yo estaba siempre con el baile viajando. El baile era mi vida. Yo no hacía otra cosa. Yo quería jugar al fútbol y me daba tiempo de entrenar un cuarto de hora porque venía mi abuela y me llevaba a la peña a bailar. Bailaba tangos, bulerías… A mí Ana María me aportó muchísimo, pero aparte yo también era una persona muy creativa, y lo sigo siendo. Me encanta improvisar, me encanta tirarme al charco, eso es una cosa que te sale o no te sale. Y a mí me encanta tener esa parte de… adrenalina.

Dice la maestra que es un gran imitador de grandes bailaores.
Sí, sí, siempre, siempre me fijaba en grandes bailaores: Grilo, Antonio Canales, Joaquín Cortés…, yo siempre los imitaba y estaba nutriéndome de cosas de ellos.
¿Y por qué deja de bailar?
Esto se corta a los 14 años. Me voy a Mallorca con mi madre. Antes, mi abuela es la que se ocupa de mí todos esos años, pero con 14 años, mi madre decide irse a Mallorca a trabajar y yo, como tengo ya 14 años, soy un adolescente, pues mi abuela no puede seguir ocupándose de mí y me voy con mi madre. Cuando tengo 17, mi madre decide venirse. Me costó mucho entender que tenía que dejar el baile y por eso me inventé una vida allí. El baile estaba a un lado, yo empecé a jugar al fútbol, empecé a trabajar en una carpintería metálica, me hice oficial, me enamoré y con 17 años mi madre se vino y yo alquilé una casa y me quedé allí. Entonces, todos esos años son años que yo no estuve dedicándome a la música, digamos.
Mucho tiempo perdido.
Creo que lo que hago hoy en día... esos 20 años no me han hecho falta, por decirlo de alguna manera. Gracias al Señor, me ha dado la habilidad y la capacidad, digamos, de poder seguir… En 2021 bailé en la Fiesta de la Bulería, que me llevó Antonio Malena. Y después, pues, ha habido un parón ahí.
Mucha gente te recordará por verte bailar con tu tablao en plena calle.
Eso fue por decisión propia. Y a mí me han querido contratar en muchos sitios y yo no quería ir a ningún lado, ni al Tabanco a la Feria, ni a ningún sitio. Sentía que hasta que no me encontrase bien conmigo mismo no quería compromiso con nadie. Y ahora, como tengo adelantado bastante en lo personal, estoy un poco abierto y estoy haciendo cositas. Porque es lo que me ayuda y lo que me invita a querer estar mejor.
Esos momentos en la calle me imagino que habrán sido complicados.
Muy complicados.

Manuel Aranda ha sido uno de los artistas que ha participado en la séptima edición del festival Kriatura, cuya clausura tendrá lugar este miércoles por la mañana en el Teatro Villamarta. En este certamen flamenco, el primero del mundo dedicado a la infancia y la juventud, 130 jóvenes de la escuela de Música Kleitrup Efterskole, en Dinamarca, han visitado Jerez para profundizar en el flamenco y mezclarse con la juventud jerezana y la cultura.
Talleres, pasacalles, actuaciones, juegos populares, convivencias y un ejemplo de integración e intercambio cultural que ha vuelto a venir de la mano de la gestora cultural danesa Kirstine Hastrup y un equipo de trabajo en el que participan, entre otros, Almudena Navarro y Pedro Garrido Niño de la Fragua. Un magnífico impulso a la candidatura de Jerez 2031, Capital Europea de la Cultura que, además, este año ha contado con la presencia de Trine Bang, directora de la candidatura de Aarhus, la ciudad danesa que logró el título en 2017.
Y en esas calles en las que últimamente tanto ha bailado ha estado Manuel, junto a otros flamencos callejeros que deambulan derramando todo el arte que pueden y formando parte del paisaje del centro de la ciudad.
Bailar en la calle: "Hay gente que te hace sentir muy mal, y cuando uno tiene carencias emocionales..."
En la calle te habrás encontrado de todo, ¿no?
Momentos muy complicados.
Gente que ha valorado tu arte y gente que...
Que te hace sentir muy mal, pero bueno. Todo se trata siempre de capacidad y de saber uno mismo quién es. Pero claro, cuando uno tiene carencias emocionales y viene de pasar por varios baches y cosas fuertes… La madre de mis niños se fue de esta vida también y fue otro golpe...
¿Tienes hijos?
Tengo dos niños, gemelos, con 11 años, que están con mi madre. Pero antes de eso, estuvieron en un centro de menores, la madre se suicidó. Son cosas que me han ido marcando y me han ido... A ella la conocí en Zahara de los Atunes, fue con la que formé mi familia. Me volví de Mallorca con 24 años, con 28 años la conocí a ella y al mes la dejé embarazada, pero ella ya tenía dos niños también. Entonces, a los 11 meses de estar con ella, me encontré con cuatro niños. Lo afronté lo mejor posible hasta que nos separamos y a los tres años sucedió todo esto. Cuando recuperé a mis niños, a los dos meses tuve una recaída en este tema mío.
La adicción.
Sí.
Ahora tiene que cumplir con la Justicia.
Es algo de lo que nunca vi notificación, no tengo muy claro por qué es, no sé si es que un conocido dio un porrazo y dio mi DNI… pero sí sé que tengo un mes para presentarme y estoy barajando hacerlo por Brote de Vida, que no es lo mismo que estar allí. Me han dado la opción de pagar 1.080 euros o cumplir tres meses, que se me quedarán en mes y medio o dos meses. Pero lo que he valorado es que lo mejor que me puede pasar es esto, porque por mi propio pie no soy capaz de entrar en un centro, y de esa manera me limpio, y luego, que lo tengo hablado, enlazo con irme a Dinamarca con Kristi (Kirstine Hastrup), de tal manera que pueda solucionar mi historia.
Si no fuera por el flamenco, lo mismo no estarías aquí.
Seguro.
"No quería hacer nada con nadie, ni tener compromiso con nadie por el miedo a poder fallar"
Si no fuera por el baile, ¿no?
Seguro.
¿El arte te ha salvado la vida?
Es mi salvación, sí. Lo veo así.


Supongo que cuando estás, permíteme la expresión, en el fango es difícil que a uno le den oportunidades.
Muy difícil. Aparte, yo, por decisión propia, no quería hacer nada con nadie, ni tener compromiso con nadie por el miedo a poder fallar.
¿Tú mismo te autocastigabas?
Claro, claro, claro. Hasta que me he dejado querer un poco y he tenido la suerte de que Kristi es una persona maravillosa que me está dando la oportunidad de que yo mismo pueda volver a hacer algo por mí.
Y me cuenta que usted tiene hasta una peña de fans en Dinamarca.
(Ríe) Parece ser que sí.
Eso sí que no lo vio venir.
Hombre, todo esto es un regalo del Señor y yo espero estar a la altura, la verdad. Yo lo espero no solo con las cosas que tenemos ahora, sino de por vida; poder estar a la disposición de Kristi para lo que ella quiera.
Tú tienes ahora un tema personal que tienes que resolver después de Kriatura.
Estoy en ello.
¿Y estás dispuesto?
Por supuesto. Lo veremos todos.
Bailar en Villamarta: "Otras veces lo he soñado, pero ahora, aparte de soñar, sé que será realidad"
¿Es ahora o nunca?
Sí, la verdad es que sí. Es ahora o incertidumbre para toda la vida y ya no estoy dispuesto.
¿Tú sigues soñando con estar en lo alto de un escenario, en el Villamarta?
Ya no es un sueño, ya es... una parte que tengo que poner en práctica. Otras veces lo he soñado, pero ahora, aparte de soñar, sé que será realidad. Sé que todo está en mi mano.
¿Qué esperas del futuro, aparte de eso? ¿Poder vivir de tu baile?
Sí. Estoy convencido de ello. Aunque suene feo, pero estoy convencido de ello.