El adiós de las monjas de la Cartuja de Jerez deja un futuro 'espiritual' incierto: ¿relevo o desacralización?

Desde el obispado se mantiene un absoluto mutismo sobre el futuro del Monasterio. Renunciar al usufructo podría ser una consecuencia de esta tormenta. La Asociación en Defensa del Patrimonio pide acometer ya un plan de visitas

Una pasada manifestación por la apertura a las visitas de la Cartuja de Jerez, a las puertas del obispado.
Una pasada manifestación por la apertura a las visitas de la Cartuja de Jerez, a las puertas del obispado. CANDELA NÚÑEZ

La noticia de la marcha de las Hermanas de Belén de la Cartuja sorprendió pero no en exceso. Se veía venir que esta Orden de estricta clausura y vida contemplativa no tardaría en dar a conocer una decisión sobre su futuro en el histórico cenobio jerezano tras 21 años de estancia.

Se veía venir dada la presión que se estaba ejerciendo a favor de la apertura del monasterio para ser visitado mucho más allá de lo que hasta ahora se permite, que es más bien poco. Esta demanda se sustenta en que el edificio es propiedad del Estado, es Bien de Interés Cultura (bajo tutela de la Junta), y como tal se beneficia de dinero público para su mantenimiento, lo que obliga a la Administración a fijar un calendario de acceso para visitantes por tratarse de un bien público.

Esa ‘presión’ junto a las denuncias de expertos en relación a que las religiosas ‘no respetan’ la disposición patrimonial del monasterio, implícitamente las ha llevado a tomar esta decisión: “no encuentran las condiciones favorables para su carisma de silencio, soledad y vida escondida”, dice la nota informativa emitida por Bertemati, que suena más a un argumento eufemístico que esconde todo lo anterior.

Llegaron en 2002 de la mano de monseñor Juan de Del Río, segundo obispo de Jerez. Y sucedió en una hábil maniobra de este cuando los monjes cartujos decidieron su marcha en 2001, y la llevaron a efecto al año siguiente. 21 años han pasado y ciertamente su presencia no ha gozado de la ‘paz’ que reclaman, al menos de puertas de la clausura hacia afuera.

Absoluto mutismo

¿Qué ha podido precipitar su marcha? Algunas fuentes apuntan a que el asunto de las visitas se estaba viendo con detenimiento en algún despacho de la Junta de Andalucía a fin de cumplir con la ley y ante la amenaza de vérselas en los juzgados, como anunció algún colectivo. Sobre esto, en el obispado se mantienen un absoluto mutismo y no se va más allá del comunicado, “que lo dice todo”, según zanjan fuentes de la Casa de la Iglesia de Jerez.

Ni mucho menos se dan pistas de por dónde puede ir ese futuro, es decir, si existe un recambio para que la Cartuja siga teniendo vida monacal algo que podría llegar a suceder si no se encuentra la comunidad adecuada para que lo ocupe. Esta no puede ser cualquiera. Debe tener un carisma similar a sus anteriores habitantes y sobre todo aceptar la posible apertura a un programa de visitas. Cuestiones que no son baladí.

Por lo pronto, la Diócesis de Asidonia-Jerez dejó claro en el comunicado que “seguirá gestionando la Cartuja de Jerez, en virtud de la cesión que tiene concedida por Patrimonio del Estado, con la finalidad de mantener la vida espiritual y pastoral en el Monasterio”.  Así las cosas, se supone que están en la búsqueda de nuevos inquilinos, pero ojo sí reconoce, en el mismo texto, el compromiso de “poner en valor el patrimonio cultural y artístico del recinto”. ¿Desacralización de este monumento público hasta ahora casi inexpugnable?

Nos es la primera vez que estas religiosas dejan un monasterio por una causa similar. Las Hermanas de Belén vivían su vocación en Santa María de Sigena (Aragón) cuya fundación tuvo lugar el 23 de abril de 1188. El Gobierno aragonés obligó en 2020 a establecer un programa de visitas lo que llevó a que, 35 años después de su llegada al cenobio, las Hermanas de Belén lo abandonaran a favor de que “se asiente en Sijena una nueva congregación que, como esperan las Hermanas de Belén, pueda combinar mejor su vocación monástica con la acogida de peregrinos y visitantes.”

"Es el momento de que se lleve a efecto el plan"

Desde la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Jerez (DEPA), que es uno de los colectivos que más ruido ha hecho demandando la apertura del recinto para las visitas, su presidente, José Luis Maldonado, considera que "el hecho de que se vayan, independiente de la razones que tengan, las perspectivas son buenas. Al quedar sin vida monacal creo que es el momento de que la Junta de Andalucía y el obispado lleven a efecto un plan para abrir a las visitas al monasterio".

Maldonado adelanta que su asociación "intentará reunirse con el obispo para conocer qué sucede ahora y estudiaremos qué pasos dar". Recodar que la DEPA insinuó la posibilidad de acudir a la vía judicial para reclamar la apertura de un Bien protegido

"Los Cartujos se fueron por lo mismo"

Otra reacción autorizada en la de José Castaño Rubiales, que ha seguido la vida en la Cartuja así como escrito, estudiado y analizado el presente, pasado del monasterio y el devenir histórico que ha sufrido. "Es una muerte anunciada. Las están castigando mucha gente y al final pasa que se van", señala Castaño, afirmando que "los cartujos se fueron por el mismo motivo".

A su juicio, "se está vendiendo las visitas por parte de muchos ‘expertos’, una historia que no puede ser" y es incompatible con la vida monástica. Afirma que la Cartuja "es un bien robado a la ciudad de Jerez", haciendo referencia a la desamortización, lo que provocó que estuviera más de un siglo "en estado de abandono y ahora la gente quiere que vuelva otra vez a estar en esa situación".

Castaño lamenta que "se habla de lo que no se sabe. Existen las visitas, pero con requisitos. Si lo que quieren es ir a la cocinas y a las celdas, pues no”. Considera que "es muy difícil encontrar una comunidad que quiera venir debido a las crisis vocacional que atraviesan las ordenes religiosas: es muy muy difícil. Al final pasará que la Cartuja se quedará para las visitas", sentencia.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

Periodista.

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Comentarios (1)

Antonio F. Ferral Hace 1 año
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