La historia de 2025 de La Entrega arrancó con una mañana plomiza, nada agradable y menos para salir teniendo en cuenta las distancias de esta cofradía. Pero los ‘hados’ del tiempo se aliaron para que, conforme avanzaba el día, el sol fuera ganando a las nubes.
Asumió el riesgo y salió
Así, incluso algunos minutos antes de la hora oficial, la iglesia parroquial de Guadalcacín abrió sus puertas y a jugársela. El envite salió bien. Un gran bullicio recibió a la cruz de guía con aplausos. Comenzaba el reto que por cuarto año asumió la cofradía, con unos héroes que no son precisamente los que van bajo el paso.
Los nazarenos son los esforzados de esta película cofrade, siempre en fila, sin relevos, sin más compañía que la ‘cárcel’ de su túnica y del anonimato. Un cortejo que no es numeroso. Vestirse en esta hermandad se sale de los moldes habituales.
Con el misterio avanzando al compás de la música de la banda Fe y Consuelo de Martos (Jaén), dejó atrás su entorno para empezar a recorrer la carretera pura y dura que enlaza con las primeras urbanizaciones: San José Obrero, Palos Blancos, avenida de Andalucía…. Y hasta que alcanzó la plaza del Caballo.

La plaza del Caballo y el Rosario
En este punto la historia cambia. Entre el Rosario de Cádiz y la muchedumbre que ya no dejó a la cofradía en todo el momento hasta San Marcos y los primeros momentos del regreso, hasta la calle Santo Domingo, donde dijo adiós la formación gaditana, este relato se sumerge en bullas.
La banda del Rosario marcó un antes y un después en la salida de la Entrega. Desde que la formación gaditana se incorporó, la crónica pasa de la relativa tranquilidad de una ida con su gente alrededor y del público justo en las aceras y balcones, a la muchedumbre, algo que da que pensar si el personal viene atraído por la banda o por una hermandad que lleva desde las doce y cuarto del mediodía en la calle.

Más bien sucede lo primero. Sin paños calientes y atendiendo a un hecho objetivo, el reclamo del Rosario supera a la hermandad, a la de Guadalcacín y a cualquier otra que acompañe. Es lo que tiene contratar una formación de ‘moda’ como esta, que más allá de la calidad y la exquisitez, que sin duda alguna tiene, hace posible que las cofradías a las que toca enganchen a multitudes.
Entre multitudes
Las calles del barrio de San Pedro, la Tornería, Rafael Rivero, Cristina -con espectacular saludo al Nazareno en San Juan de Letrán- y hasta que se marchó al final de la calle Santo Domingo, fue un bullicio, ¿para mayor gloria de quién? ¿De la banda o de la hermandad? El momento fue Eternidad en la rotonda de los Casinos.

El público abarrotó cualquier rincón de las calles del centro por donde transitó. Se pidió silencio, apretujones ante el paso con un masivo ‘cangrejeo’, el andar del paso -unos 200 costaleros igualados- con cambios y trabajando las marchas. Todo conformó un binomio armónico entre cuadrilla y una banda que ya tiene las bendiciones del ‘Sanedrín’ sevillano, que le ha dado a Las Penas de Triana este Domingo de Ramos. Ahí es nada.
El paso está cogiendo las hechuras de grande en todos sus ángulos. Desde el canasto aún en tala que presentó avances, hasta la iconografía de Navarro Arteaga, que este año ha restaurado al Señor. Es un misterio vistoso con grandes plumas blancas de romanos, uno a caballo, adornos nada historicistas, que se mecen al compás del paso y del tibio viento de la tarde, dándole ‘vida’ a un conjunto muy elegante.

El arreglo floral estuvo en línea con lo acostumbrado. Lo justo para no tapar nada, en tonos morado y malvas salpicado de blancos. Sí habría sido genial que el encendedor o el ‘tío de la caña’ se hubiera afanado algo más por mantener encendida la cera de los guardabrisas de los candelabros. Una lástima que el paso fuera oscuro cuando fue cayendo la tarde.
Elegancia en San Juan de Letrán
En San Juan de Letrán la Entrega lo dio todo con elegancia en un saludo correcto a Jesús con las puertas de la capilla abiertas de par en par. Revirá sobre los pies hasta enfrentar al Señor en la reja. Dos marchas completas. Oración de despedida, arriba el misterio, paso atrás y sonó el Rosario otra vez con generosidad para cerrar este último momento en una Alameda de Cristina abarrotada. Y entre costeros, izquierdos y picados se fue alejando.


Comenzó el regreso. La larga vuelta a Guadalcacín con las ganas y emociones más templadas buscando el reencuentro con su gente y su ‘casa’. Hubo anécdota, un coche que entorpeció el trayecto en Santo Domingo, que la grúa no podía llevarse por sus dimensiones, y que además estaba bien aparcado porque el cartel eliminaba los aparcamientos a partir del Domingo de Ramos y no de este sábado.
Dicho esto, ¿cómo será La Entrega en 2026? ¿En los días de Semana Santa? Tal vez.