Del número 45 de la calle Sol donde nació Lola Flores a la capilla de la Yedra, en el corazón de la Plazuela, hay menos de doscientos metros. Una cercanía que fraguó la devoción que la universal artista de Jerez tenía por el Señor de la Sentencia y la Virgen de la Esperanza.
Lola Flores fue tan devota de esta hermandad que el 25 de noviembre de 1953 fue nombrada hermana de honor por la Hermandad de la Yedra. La Faraona también pasó momentos de su infancia en la calle Sancho Vizcaíno, también en el barrio de San Miguel, y en aquellos años también nació su fe por el Cristo de la Expiración, al que su madre, Rosario Ruiz, le cantaba saetas. En su día, Lola incluso llegó a participar en la donación de dinero que se hizo en el año 50 para sufragar la nueva imagen del Señor de la ermita de San Telmo.
El Prendimiento cierra el vértice de la pasión cofrade de Lola Flores. Cada Miércoles Santo, la jerezana intentaba hacer todo lo posible para estar en su tierra y no perderse la salida del Señor de Santiago.

Míticas son las imágenes en las que se le ve, junto a su hermana Carmen, en una multitudinaria salida del Prendimiento.

La relación de la irrepetible artista con la Semana Santa también trasciende las fronteras de su Jerez natal. Tras su muerte, en 1995, la Virgen del Sacromonte, de la granadina Hermandad de los Gitanos, recibió una saya confeccionada con un traje de La Faraona. Fue Carmen Flores, la hermana de Lola y camarera honorífica de la referida hermandad, la encargada de entregar el vestido, expresando el deseo que tenía el torbellino de colores de haber acompañado alguna vez a la citada Virgen en su caminar por las calles de Granada el Miércoles Santo.