Para evaluar la Semana Santa que acabó, en Jerez, no hay más remedio que centrarse en lo colateral y no en lo esencial porque solo dos hermandades salieron con normalidad y sin incidencias, dato que por sí mismo nos señala lo tremenda que ha sido. La de 2024 es ya historía porque ha pasado y porque entra a los anales cofradieros de la ciudad como la que la lluvia dejó sin salir a 33 hermandades, eso supone que el 72% de las cofradías se quedaron en casa.
Las que se atrevieron a echarle un pulso a los pronósticos corrieron una suerte diversa. La Paz se ganó el Lunes Santo. Aunque tuvo que variar horario e itinerario, al final pudo hacer completa su estación de penitencia. Del mismo modo La Entrega, sin modificar nada, concitó la atención de miles de cofrades que, viendo venir lo que se avecinaba, se echaron a las calles para disfrutar de muchas horas cofrades. Las otras dos que se escaparon fueron Mortaja y Santa Marta, que también cambiaron sus planes.
Otras nueve salieron, pero les salió mal la jugada y en mayor o menor medida se mojaron, se refugiaron o se volvieron. Aquí entra el ‘episodio’ de la Catedral el Martes Santo con tres cofradías dentro a las que se les invitó a salir porque no había pronóstico de lluvia en un buen rato.
En resumen si sumamos las que salieron con incidencias de mayor o menor envergadura y las que no lo hicieron, alcanzamos la friolera cifra de 42 hermandades afectadas por el mal tiempo, un porcentaje del 92%. O sea, casi toda la Semana Santa.
La Exaltación y El Cristo durmieron en templos ajenos, volviendo el Domingo de Resurrección. Y de todo este desbarajuste, de momento una sola víctima, que se conozca, la dimisión del hermano mayor de La Clemencia. Como desveló el propio Damián López-Cepero, sufrió vejaciones e insultos por parte de hermanos de su cofradía junto a la denuncia que dejó en su escrito de renuncia. Asegura que le espetaron: “las hermandades no son bienvenidas en la Catedral”.
Sobre esto último, el Jerez cofrade espera una aclaración. Lo primero -insultos, empujones…- causó estupor y todo por decidir que el regreso a San Benito sería sin cortejo de nazarenos y sin música. ¿No es coherente que una hermandad que se ha refugiado en la Catedral, que ha roto su estación de penitencia y que sabe que el riesgo de lluvia era latente, tomara una medida como esta u otra similar?
Pues resulta que no; que los que hicieron bien fueron los que volvieron con todo el ‘pachín, pachín’ como si nada hubiera ocurrido. Y además, jugándosela con la lluvia que podría volver a aparecer en cualquier momento. “Esto se está convirtiendo en algo distinto en lo que prima el paso, el lucimiento, la gente de abajo y la banda”, para nada que los nazarenos, grandes y pequeños, tuvieran sus túnicas mojadas y con frío en la calle.
Las palabras gracias y valientes se han oído por doquier. Gracias por salir y salvar el día. Valiente porque no ha dejado que lo evidente pudiera con los ánimos. Estos ‘elogios’ sería lógico y normal ponerlos en boca de los hosteleros, que han visto caer los ingresos de forma estrepitosa -nos cuentan que hasta el 50%-. Más grave es cuando estas ‘proclamas’ se han venido voceando desde otros ‘sectores’ con capacidad de divulgar un mensaje peligroso ante la opinión pública. Las ‘valientes’ se lo pueden llegar a creen. ¿Las restantes son cobardes?
Comentarios