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Los meses de mayo, junio y julio Jerez y la provincia se llenan de ‘maravilla’, nombre con el que también se denomina al girasol. No es raro que en una tierra eminentemente agraria y en una de las regiones con mayor bonanza climática y horas de luz solar de Europa que esta planta se multiplique. Cádiz es la cuarta provincia de España en horas de luz: unas 3.000 al año. ¿Hay algo mejor para cultivar girasoles? El pasado año, el cultivo de esta planta invadió 63.802 hectáreas, es decir, el 22% de la superficie de la provincia de Cádiz, de las cuales se obtuvo una producción de 97.450 toneladas. En 2015 se han elevado a 65.000 hectáreas. También ha aumentado ligeramente en la zona de Jerez el número de personas que a raíz de la crisis y el boom de la construcción han recurrido al campo para subsistir, aunque sin duda, el oficio de pequeño agricultor peligra año tras año.

Agricultor 'de familia'

Heredó las tierras hace unos años, pero llevaba toda la vida dedicado al cultivo agrícola. Juan Márquez, natural de El Torno, siembra las 8 hectáreas de su Finca de los Isletes Bajos, integrada en el término municipal de Jerez. Durante todos estos años ha debido adaptarse a los nuevos tiempos. Antes de la reconversión en torno al año 2000, sembraba remolacha de secano. Desde entonces, rotan los cultivos de trigo y girasol que son, dice, “nuestra garantía de vida”.

Márquez, como tantos otros pequeño agricultores, prescinde de mano de obra. Hace 9 años compró una de las máquinas ya calibradas, con la cual siembra la semilla de girasol a la distancia conveniente –manteniendo entre unas y otras 20 ó 30 centímetros-, de modo que es innecesario la contratación de jornaleros. Ésta, señala, “es la gran ventaja: no necesitas contratar a nadie y muchos agricultores lo compaginan con otros trabajos”.

Lo peor del girasol es el encarecimiento de la semilla. “El precio de aquella que luego se destina a la producción de aceite es un castigo. Un saco puede valer 250 euros y sólo siembras 2 hectáreas”. Otro de los hándicaps que condicionan y limitan el cultivo agrícola en una tierra tradicionalmente agraria como es Andalucía y la campiña jerezana, asegura, “es el tema de los aranceles. Cuesta más barato traer el cereal de Argentina, pero lo de fuera siempre llega tarde y es malo”.

“Me moriré trabajando como agricultor y la agricultura continuará puesto que en Andalucía no tenemos empresas, ni industrias”, afirma tajante Juan Márquez a pesar de reconocer que el futuro es incierto porque los pequeños agricultores son de izquierdas y los grandes propietarios, menos proclives a esta tendencia. “Nuestros hijos, los hijos de los más pobres, digamos, no hubieran ido a la universidad con la derecha. Mi hija mayor estudió con beca y la pequeña ahora no tiene y lo estamos soportando a pulmón”, cuenta Juan. “Nos ha venido bien el zarandeo a los grandes partidos”, apostilla el agricultor jerezano.

“Nuestros hijos, los hijos de los más pobres, digamos, no hubieran ido a la universidad con la derecha”

La Cooperativa La Florida, a la que pertenece, está formada en su mayoría por miembros sexagenarios. Sin embargo, la crisis ha obligado a las nuevas generaciones a volver al campo. Gran parte de los hijos de los agricultores eran trabajadores de la construcción y con su ocaso se han decantado por la agricultura.

Juan y el resto de sus compañeros agricultores que conforman la cooperativa se quejan de que la Comisaría Europea de Agricultura no entiende lo primordial que resulta la actividad agrícola para Andalucía como medio de vida. “Deberían mirar más por nosotros, darse una vuelta y conocer la agricultura a pie, para que vean que la mayor parte de quienes nos dedicamos a ella lo hacemos para subsistir. Sin las ayudas de la PAC sería inviable, y quienes realmente se benefician de ella son los propietarios de grandes extensiones”, concluye el agricultor.

De multiplicación

Las tierras jerezanas también son idóneas para sembrar semillas de multiplicación. Consiste en cultivar semillas manipuladas genéticamente de forma que la producción que se obtenga posteriormente sea más elevada.  Euralis Semillas, cooperativa de origen francés, produce semilla de multiplicación en  1.500 hectáreas de regadío en Jerez, para la cual trabajan  todo el año 3 técnicos y 60 personas durante los meses de junio y julio contratan.

“Es un cultivo  que consiste en obtener un híbrido. Las abejas fecundan el girasol hembra con el polen del macho. De la semilla resultante puede obtenerse 4.000 kilos por hectárea cultivada”, explica José Manuel Garrucho, responsable de la cooperativa francesa en Jerez.  El 80% de la producción de estas semillas es distribuido a lo largo y ancho de toda Europa, sobre todo en Ucrania y Rusia. “Exportamos porque la demanda en España es menor que lo producido”, asegura el responsable de Euralis semilla en Jerez.

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María Luisa Parra

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