Miércoles Santo y Prendimiento. No hacen falta más señas para localizar un lugar y un momento donde la saeta puede con todo. Santiago abarrotado para vivir intensamente los primeros momentos de esta hermanad en la calle, cofradía que es santo y seña de la ciudad; es su pulmón más puro y más agitanado y todo expresado en torno a una devoción que se llama Prendimiento.
Ante él se sucederán una tras otra saetas de viejos y jóvenes, hombres y mujeres, gachós y gitanos. Manuel Monje, un joven de 12 años que en esto del cante es como si ya hubiera cursado la ‘universidad’ de lo jondo, se arrancó ante el Señor. De monaguillo rojo y blanco, y con muchas tablas ya a cuestas.
Fue como una espita que dejó escapar más ‘ecos’ flamencos a pie de calle y mirando a los brillantes ojos del de ‘las manos amarrás’, expresando con valentía letras echan oración al compás de sentimiento.
Es la singularidad de esta cofradía jerezana, la que señala una derrota diferente cuando se pone en las calles rodeada de su gente, de la impronta de su barrio y de otras muchas cosas. Serán decenas de saetas las que se canten al Señor desde la salida hasta que entre en la madrugada del Jueves Santo.
¿Alguien las cuenta? Hace años un buen cofrade y mejor persona de la hermandad, el recordado Cauqui, lo hacía. Cada Miércoles Santo las sumaba y lo cierto es que la cifra nunca bajaba de las casi doscientas, metiendo las “buenas y las malas”, porque entendía que lo que sale del corazón hay que respetarlo. Y siempre lo hizo.
Este año incluso la música procesional tiene pellizco, el que sabe dar a sus interpretaciones la agrupación musical de la Hermandad de los Gitanos de Sevilla, que regresa a Jerez de la mano de esta cofradía.
Al cierre de esta edición, 23.59 horas, el palio de la Amargura y la hermandad del Prendimiento permanecen en Catedral mientras se reúnen sus juntas de gobierno tras hacer acto de presencia la lluvia entrada la noche.