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 Integrantes del equipo del freidor El Nuevo Jerezano, un clásico también en Semana Santa de Jerez.
Integrantes del equipo del freidor El Nuevo Jerezano, un clásico también en Semana Santa de Jerez.

Jornadas maratonianas, pasos imponentes, calles abarrotadas y una liturgia que va más allá de lo religioso. Así es la Semana Santa de Jerez, una celebración que combina fe, tradición y espectáculo. Pero ni el capillita más entregado ni el visitante más entusiasta pueden resistir sin hacer pausas estratégicas para avituallarse. De hecho, comer bien —y rápido— es parte esencial de la experiencia.

Entre marchas procesionales y olor a azahara, la gastronomía local se convierte en otro de los grandes atractivos de la Semana Mayor. No hablamos aquí de platos clásicos como el bacalao con tomate o las torrijas, sino de verdaderas estaciones de repostaje, puntos clave repartidos por todo el centro de la ciudad donde un buen bocado puede ser casi tan espiritual llegado el caso como ver pasar un palio. Porque si algo está claro es que sin una buena tapa y una copita a tiempo, difícilmente se resiste el ritmo cofrade.

Tradición culinaria a pie de calle

Los bares del centro jerezano adaptan su oferta a estos días: muchas veces cierran sus interiores y sacan el mostrador a la calle para agilizar el servicio. Una opción perfecta para quienes buscan un tentempié rápido pero sabroso, y así retomar la ruta procesional sin perder el compás. En calles como Arcos, uno de los recorridos más transitados, destacan dos paradas: Marisquería Momo, de reciente apertura; y la freiduría El Nuevo Jerezano, que ofrece el tentempié ideal tras ver pasar a Las Angustias o La Amargura. Con cazón en adobo y choco frito como especialidades, es el lugar idóneo para tomar una caña bien fría. A pocos pasos, el bar La Manzanilla o el tabanco El Pasaje, que cumple 100 años, son otras opciones para un picoteo y un vaso rápido.

Manuel Moreno, propietario del bar El Molino, con carne mechada lista para consumir. FOTO: MANU GARCÍA
Manuel Moreno, propietario del bar El Molino, con carne mechada lista para consumir.   MANU GARCÍA
Chihlarrones de elaboración propia del bar La Manzanilla.
Chicharrones de elaboración propia del bar La Manzanilla.   MANU GARCÍA

Cerca de allí, en la plaza San Andrés, se encuentra el célebre Don Vito, famoso por sus montaditos, entre ellos el San Francisco, el Parigüela y el Monaguillo. También muy cerca, en la plaza Aladro, la Tasquita de Aladro —antiguo Bar Tigre— se ha ganado en poco tiempo una clientela fiel con su oferta de vermús y gildas de nivel, dirigidos con acierto por Ramón y Eliseo Benítez Aránega.

En la Calzada del Arroyo, junto a la Catedral, se encuentra otro lugar emblemático: El Molino, famoso por su montadito de carne mechada y su ensaladilla de gambas, que bien podría disputar el trono de la mejor de la ciudad. Un punto ideal para esperar, por ejemplo, la recogida del Cristo de la Viga entre bengalas púrpuras.

En pleno centro histórico, la plaza del Progreso alberga el Burger Centro, que ofrece una selección reducida pero efectiva: patatas fritas caseras con cheddar y guacamole y hamburguesas, incluidas opciones veganas. Eso sí, como casi todos los locales estos días, se trabaja solo desde barra para agilizar la atención al público.

Angie y Carmen posan para lavozdelsur.es con una hamburguesa del Burger Centro
Angie y Carmen posan para lavozdelsur.es con una hamburguesa del Burger Centro.   MANU GARCÍA
Momo posa con el marisco fresco para lavozdelsur.es
Momo posa con el marisco fresco para lavozdelsur.es   MANU GARCÍA

En la recta final de la semana, en el corazón del barrio de San Miguel, se alza La Abacería, en la Cruz Vieja. Un lugar de ambiente auténtico donde esperar el regreso del Cristo de los Gitanos al son de un fino bien frío, riñones al jerez y conservas que respetan la tradición. Retirados los escombros de la finca de calle Zarza que se vino abajo, se espera que el velador de esta bonita taberna se ponga, como siempre, de bote en bote.

Y, cómo no, también hay lugar para la comida rápida que brota por todo el centro durante la Semana Santa. Los puestos ambulantes en Asunción o Alameda Vieja forman parte del decorado habitual: perritos calientes, hamburguesas o montaditos de lomo que, en estas fechas, saben diferente, más especial. Nadie sabe por qué, pero así es.

La abacería Cruz Vieja. FOTO: MANU GARCÍA.
La abacería Cruz Vieja.   MANU GARCÍA

Un clásico que faltará en horario de tarde-noche-madrugada

Con todo esto, y podrían darse muchos otros nombres, incluyendo los muchos locales de cocina del mundo que refuerzan la oferta gastronómica del centro de Jerez, uno de los iconos imprescindibles de cada año es La Moderna, en la calle Larga, regentado por los hermanos Pacheco.

Ver pasar una procesión desde aquí es casi un ritual: ya sea el Nazareno en la Noche de Jesús o el Mayor Dolor en la madrugada del Jueves Santo, y pocos placeres hay como una copa de Río Viejo con una buena ensaladilla de uno de los templos del centro de la ciudad. Sin embargo, como ya avanzó lavozdelsur.es este emblema de la hostelería jerezana cierra este año por las tardes-noches de Semana Santa, por lo que solo será posible visitarla para coger fuerzas cada día a eso de la hora del vermú (de Jerez).

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Paco Sánchez Múgica

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