El 15 de abril de año 2012, siete días después de la Semana Santa de aquel año, el mundo cofrade local se despachó con una triste noticia, el fallecimiento de Diego García de los Santos, capataz de capataces, el penúltimo de los ‘gorriones’; solo su hijo Juan Antonio ha seguido la vocación, además de su sobrino José María, sobrino de Diego e hijo del mítico Paco ‘el gorrión’.
Diego tenía un carácter amable, comprensivo y de buena persona, virtudes que le granjearon la fidelidad y amistad de mucha ‘gente de abajo’, costaleros que formaban unas cuadrillas que siempre estuvieron donde él mandara.
"Recibió críticas y fue maltratado por muchos cofrades"
El ‘gorrión’ fue un capataz muy generoso, como lo fue en lo personal. “Se volcó con todas las hermandades que le solicitaron su presencia ante los pasos, volcando su tiempo y esfuerzo por el bien de la Semana Santa”, rememora a lavozdelsur.es su hijo Juan Antonio, que mantiene viva la herencia de su padre.
Juan Antonio, sin embargo, no deja pasar que aquella entrega de su progenitor “le acarreó críticas y fue maltratado por muchos cofrades, aquellos que ahora se dan cuenta que esas censuras no respondían a la realidad”. El Señor de las Penas -su chiquitito- y La Piedad fueron sus dos grandes devociones, sus dos hermandades de cabecera.
De hecho, el último paso en el que tocó el martillo fue el de la Dolorosa del Calvario, aunque, ya enfermo y retirado, se le invitó a llamar en el palio de Los Dolores y el de Madre de Dios de la Misericordia.
Otros tiempos, otras formas
Trece años después de su desaparición, su hijo Juan Antonio confiesa que aún añora mucho a su padre, “es como si el tiempo no hubiera pasado”. Evoca aquellos momentos junto a él como, “una época en la que no había la afición de hoy, aunque fue un adelantado a su tiempo, dando paso a la gente costalera y entrando en las nuevas formas”.
Juan Antonio es tajante al afirmar que “hoy en día seguro que sacaba más de una cofradía”. Diego García de los Santos puso por delante el crecimiento y avance de las hermandades cuando en estas empezó a crecer la corriente del hermano costalero, figura que defendió y a la que enseñó, en vez de apostar por el antiguo concepto del asalariado.
"Hoy en día seguro que sacaba más de una cofradía"
“Cada imagen que sacaba como capataz, entraba a formar parte de su devocionario”, apostilla el ‘gorrión’ hijo, para remarcar el desprendimiento y el gran amor de su padre en todo lo relacionado con la costalería ya fuera mandando a cuadrillas de la hermandad o de gente que cobraba por su trabajo.
Transitó entre dos épocas
El óbito de Diego cerró una época que ya es historia. Cumplió y celebró sus bodas de oro como capataz. Escribió su historia en las dos etapas, la de capataz a la antigua usanza y la de los que voluntariamente tomaron el testigo en las trabajaderas sin remuneración económica.
Fue hermano mayor de la hermandad de Rosario, Patrona de capataces y costaleros. Vivió una transición en la que se movió con soltura. En 1978 enseñó a la primera cuadrilla de hermanos de la Borriquita. Ahí empezó ese periplo junto a su hermano Juan, formando el tándem de los Gorriones. Diego, cofrade grande, maestro y ejemplo para las nuevas generaciones de capataces, fue sobrino de otro grande, Paco Sacrificio.