Cuenta el profesor Agustín García-Lázaro, para el que el sexto término municipal más grande de España tiene pocos secretos, que la antigua Granja de Santa Teresa, citada ya en el diccionario estadístico de PascualMadoz a mediados del siglo XIX, perteneció desde 1826 a la familia Domecq, que convirtió estos parajes próximos al río Guadalete en una finca de recreo.
La adquisición por parte del Ayuntamiento de Jerez se remonta a 1995, por lo que ahora se celebran, más discretamente de lo que se debería ante tamaña joya natural, 30 años de la titularidad pública de este edén a poco más de 4 kilómetros al este del núcleo urbano.
En la actualidad no solo alberga un frondoso parque periurbano —con un horario excesivamente limitado para su disfrute—, sino que también cuenta con el último de los cuatro viveros municipales que ha llegado a tener Jerez, además de tener un Aula de la Naturaleza que se creó como Centro de Interpretación del río Guadalete y que aguarda una pronta recuperación.
Cerca de la finca Río Viejo, que da nombre al famoso oloroso, el parque está asentado sobre terrenos del Plioceno —finalizó hace 2,59 millones de años—, compuestos por limos arenosos, arcillas y depósitos aluviales del Cuaternario, y se encuentra estrechamente ligada al río, del cual dista menos de cien metros en línea recta.



Las palmeras de la plaza del Mercado y el naranjo de Luisiana
Siendo destacada su fauna, con camaleones, abubillas, culebras bastardas, conejos y erizos, en sus 41 hectáreas (22 de tierras de labor y 19 de masa forestal) sobresale el patrimonio vegetal, su monumental arboleda y, al llegar casi a los límites que tocan con la vega del Guadalete, un impresionante vivero donde lo mismo se encuentran palmeras de gran porte que se retiraron por la reurbanización de la plaza del Mercado, los ficus que se retiraron de una obra en calle Juana de Dios Lacoste, que hay numerosas macetas preparadas para los exorno florales de las fiestas y celebraciones que organiza el Ayuntamiento jerezano.
Antonio Cebrián, jefe de unidad de la Delegación de Medio Ambiente, es uno de esos técnicos municipales imprescindibles. A sus 57 años, acumula una hoja de vuelo en su área municipal de 26 años, pero su especialización le viene de su padre, que ya se dedicaba a la agricultura y al amor por la naturaleza.


"Me gustaba de siempre la jardinería y fui poco a poco aprendiendo; esto me apasiona", asegura determinado un empleado público que es experto en plantaciones, transplantes y podas de arbolado.
Pisando el terreno del parque más grande de Jerez, repleto de árboles autóctonos, de bosque mediterráneo y una masa arbórea diferente a la de los típicos bosques-isla de la campiña jerezana, con especies (unas 90 diferentes) más exóticas como el naranjo de Luisiana, nos encontramos con un vivero de recuperación, donde los empleados municipales sacan esquejes, alveolos que multiplican, árboles que se retiran de la vía pública o que se incorporan al arbolado viario…
Actualmente, solo hay dos trabajadores municipales y otros dos de la concesionaria municipal Unei, encargada del mantenimiento de los parques y jardines de baja intensidad. Además, hay personal que viene de prácticas del IES San Juan de Dios de la vecina Medina Sidonia, donde se imparte el ciclo superior del sector forestal en Andalucía, y trabajadores de beneficio a la comunidad (computan penas por delitos menores a cambio de trabajos sociales).


Jesús Guerrero es el encargo del último vivero municipal. Lleva en el Ayuntamiento de Jerez, donde llegó a Infraestructuras, desde el año 1993 y recuerda una edad dorada donde en los cuatro viveros municipales —El Portal, Chapín, Santa Teresa y El Retiro— estaban dedicados exclusivamente 20 trabajadores.
Reverdeciendo Jerez
Tras el abandono de los últimos tiempos, ahora nota otro interés por reverdecer Jerez. Mientras recorremos parte del parque, probando un níspero recién cogido de un árbol y hablando de las bellas flores fucsia que estallan en primavera en los árboles del amor (o de Judas), Guerrero supervisa el riego automático en una especie de invernadero repleto de potos y aspidistras. "Esto es una maravilla", sostiene sin titubear.
Así lo cree el actual delegado municipal de Sostenibilidad, el también segundo teniente de alcaldesa Jaime Espinar, que es un convencido de ese viejo axioma que dice que lo que no se conoce no se valora. A diferencia de otros políticos, ávidos de sacar su rostro en la prensa, Espinar se encuentra en una plantación en un colegio a la misma hora de este reportaje y no llega para las fotos. No lo suspende. Prefiere mejor gestionar antes que venderse. "Lo importante es recuperar Santa Teresa, que es una joya que tienen que conocer todos los jerezanos", apunta al otro lado del teléfono.


Actividades al aire libre
Esta reivindicación llevan años haciéndola los colectivos conservacionistas y ecologistas de la ciudad, pero no ha tenido suerte el gran parque de Jerez, el edén al este del núcleo urbano, a tiro de piedra de casi todo. "Estamos abriendo el parque a la ciudadanía y, para ello, se están firmando diversos convenios con entidades para el aprovechamiento de este espacio natural para hacer actividades al aire libre y relacionadas con el Medio Ambiente. Y para eso hay que cuidarlo y mantenerlo en las mejores condiciones, por lo que, por ejemplo, estamos implicando a empresas que trabajan para el Ayuntamiento y abriéndolo también a la oferta educativa de FP".
Aparte de reforzar el vallado y la seguridad, y mimar al máximo el vivero municipal, el dirigente municipal insiste en que "Jerez debe aprovechar el potencial que tiene Santa Teresa". En este sentido, abunda, "queremos aprobar un plan de ordenación de Santa Teresa, para que tenga un contenido regulado y, con ese plan de ordenación, podamos optar a fondos europeos para reabrir espacios como el centro de interpretación del Guadalete, que nos encontramos en unas condiciones muy malas, totalmente dejado por el gobierno anterior, que no lo había mantenido". "Nosotros queremos recuperarlo y, a nivel general, poner en valor esta joya natural de los jerezanos".
Actualmente, el parque está abierto al público de lunes a viernes de 9.00 a 18.00 horas, así como el primer y tercer sábado de cada mes en horario de 10.00 a 14.00 horas. Sin embargo, cualquier uso que implique un aprovechamiento especial requiere autorización municipal previa.