La Casa del Jerez, la vinacoteca localizada en un rinconcito de la calle Divina Pastora, cumple 25 años este 2020 dando a conocer la esencia de los vinos de la tierra. En 1995, año en el que abrió sus puertas, la tienda ofrecía exclusivamente vinos con la denominación de origen jerez, brandy y vinagre. Sin embargo, hace siete años, este local coqueto rebosante de botellas de todo tipo amplió sus miras.
Desde entonces, su propietario, Borja González, quiso “continuar con la misma filosofía de la empresa, pero también con los vinos de toda la provincia de Cádiz”, comenta el jerezano, que solo vende productos locales, incluso aceite de oliva y miel. Pero el dueño, fue más allá, no solo se limitó a las botellas, sino que también añadió una oferta de barriles, copas, coperos, estuches, catavinos, venencias, botas y otros elementos que envuelven a esta bebida.
En La Casa del Jerez, Borja se mueve como pez en el agua entre las estanterías, que albergan una multitud de botellas procedentes de todas las bodegas del Marco de Jerez, y de la zona de producción como Trebujena, Chiclana o Chipiona. El 80% de ellas corresponden a los vinos de la denominación de origen Jerez, Sherry, manzanilla, brandy y vinagre. “El más demandado es el vino dulce, gusta más porque es más fácil de tomar”, dice Borja, que asegura que “los vinos secos de Jerez son complicados para los no iniciados, hay que ir probando”.
Estanterias con botellas en la vinacoteca. FOTO: MANU GARCÍA
Entre cuadros de caballos y viñas, y cepas recogidas por él mismo antes de ser quemadas, se distinguen sagas especiales, vinos difíciles de encontrar y botellas “de pequeñas bodeguitas que producen muy poquito”. Borja recorre con su mirada cada referencia mientras cuenta que tiene vinos de las tres gamas que suele ofrecer una bodega, “una joven, que son cinco años, otra media, de doce años y después los vinos viejos, que tienen más de veinte años”. El que se lleva el puesto al más antiguo de todos es el Barbadillo de la solera fundacional con 200 años.
Desde el mostrador, el propietario sostiene que la pandemia “ha afectado bastante, he tenido una bajada de un 25% de ventas y ahora en septiembre han caído muchísimo, este mes siempre ha sido muy bueno porque la provincia de Cádiz es el tesoro de Europa y a la gente le gusta venir aquí, pero dadas las circunstancias no vienen”. Por el momento, “me voy defendiendo”, gracias también a los envíos que realiza al ámbito local, nacional y europeo.
Pese al varapalo, los clientes locales siguen decantándose por esta vinacoteca, que además de la venta, presenta un servicio poco común, el asesoramiento y la atención directa a los curiosos, “un toque personal que le doy y que ellos agradecen”, dice Borja, formador del Consejo Regulador de los vinos de Jerez, además de técnico especialista.
El jerezano ofrece un trato personalizado para que aquellos que lo deseen puedan crear un rincón bodeguero en su propio hogar. “En Jerez es muy típico tener barriles en casa, normalmente tienen botas de 16 litros y así disponen del vino que les gusta”, detalla. Para él, la crianza de vinos “es muy sencilla y es algo que se puede hacer si se siguen los pasos adecuados”.
Barriles en La Casa del Jerez. FOTO: MANU GARCÍA
Por ello, Borja se encarga de explicar a los clientes cómo se mantiene el vino y se muestra a su disposición incluso para “mirárselo y cuidárselo si hace falta”. Para criar los vinos en casa, “lo primero es tener un sitio fresco y ventilado, normalmente se usa el salón, la despensa o un sótano”, afirma el que lleva toda su vida ligado al mundo del vino al ser el hijo del fundador de las Bodegas Faustino González.
Fue en este lugar situado en pleno barrio de San Miguel donde “aprendí muchísimo, mi padre la tenía como hobbie y hace seis años empezamos a embotellar Cruz Vieja, los finos, amontillados, olorosos, palo cortado y Pedro Jiménez”.
Su experiencia permite a este apasionado del Sherry atender al público que viene demandando conocimientos. “El vino más complicado de criar en casa es el fino porque necesita botas más grandes, pero el resto, cream, pedro ximénez, moscatel, brandy, se pueden criar perfectamente en casa”, añade el que aconseja mirar el contenido de las botas cada dos meses para ir viendo cómo se desarrolla.
Las botas pequeñas se han asentado como un regalo “auténtico y duradero” ya que son muchas las personas que preguntan por ellas. Pero a La Casa del Jerez también se acercan expertos en el tema buscando reproducciones limitadas que “quieren salirse un poco de lo típico”, comenta.
A su vez, Borja organiza catas técnicas y degustaciones personalizadas de forma gratuita. “Muchos que no saben del jerez quieren aprender, entonces les explico la vinificación, cómo se produce el vino, las diferentes crianzas, les enseño los vinos y luego se los doy a probar”, sostiene el dueño.
Borja González durante la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA
Para él, es muy importante que el cliente descubra el tipo de jerez que más le gusta. “Ese asesoramiento y esa información creo que hay que darla, tiene que ser así porque cuando conoces el producto es cuando pagas”, expresa el que comenta que cuando las personas que merodean por el local se empapan del proceso, ven que “un vino con 50 años, que cueste 50 euros, no es caro”.
Con la divulgación por bandera, Borja ofrece catas para sumergir al cliente en las edades del fino, o en los vinos más viejos, según lo que deseen saber. “El vino de Jerez es único, hay diez tipos de vinos, dos tipos de crianza con tres tipos de uva, es complejo y hay que darlo a conocer”, dice el que también añadió accesorios y souvenirs a la tienda como un bonito recuerdo de la cultura jerezana. “Todos están hechos de forma artesana, son locales y suelen estar relacionados con el vino, con la viña, con las bodegas”.
La Casa del Jerez vive su aniversario más atípico azotado por los tiempos de pandemia. “Esperemos que pase pronto”, dice Borja, que mientras tanto, seguirá firme difundiendo los entresijos de este producto seña de identidad de Jerez desde su pequeña vinacoteca.
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