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"En Jerez se levantan algunas de las casas señoriales más antiguas de la provincia, con varios siglos de historia. Es el caso de esta extraordinaria casa señorial ubicada en el corazón de la ciudad que, a lo largo de los siglos, se ha ido adaptando a las diferentes necesidades de cada época, sin perder su esencia noble".
Así presenta el portal de inmuebles exclusivos Rústicas Singulares el palacio donde residió durante sus últimos años de vida Fernando de la Quintana. El constructor, de la familia fundadora de Urbis, restauró este inmueble de la plaza San Lucas tras comprarlo en 1998 deteriorado, después de haber llegado a ser Peña Flamenca La Buena Gente. Fue en aquel año, cuando por recomendación del fallecido y recordado Adrián Fatou, y de otro técnico municipal, Fernando se interesaba por el inmueble, un edificio que había tenido que ser desalojado por su estado ruinoso.
En este inmueble, de unos 900 metros cuadrados, vivieron hasta 22 familias, sufriendo problemas estructurales hasta el punto de que la "propietaria entonces de la finca, una anciana, estaba dispuesta a regalarla con tal de quitarse el problema de encima". Tras una subasta a precio de suelo, Fernando de la Quintana fue el único que pujó, quedándose con el palacete por unos seis millones de pesetas, es decir, unos 36.000 euros al cambio. El encargado de la obra fue Félix Núñez Salado junto al arquitecto Patricio Requejo Bohórquez.
En una entrevista con lavozdelsur.es, el constructor, fallecido en 2017, confesaba que por ese precio "algunos amigos se compraron un coche". Él se animó porque le encantaban "las piedras antiguas. Me dijeron que podía haber algo, eso fue lo que me animó. Unos cazan, otros hacen ruceros, pero a mí me gusta esto", decía, consciente de que no era una apuesta ganada. "Hay gente que va al casino y pierde, pero si no encontraba nada al menos tendría casi mil metros en el centro de Jerez".
Con varias intervenciones arqueológicas y la presencia de un arco almohade de la Sharish andalusí, según sostuvo hace años la historiadora Esperanza de los Ríos, se valoró que la casa señorial tiene su origen entre los siglos XV, XVI y XVIII, sufriendo graves desperfectos en 1755 por el Terremoto de Lisboa. De hecho, en la casa se encuentra hasta un pequeño casco de bodega.
Fernando de la Quintana, incansable luchador por el patrimonio del intramuros jerezano a través de diversas iniciativas, tardó cinco años en restaurar esta joya arquitectónica en la que vivió desde 2003.
Algo más de 750 metros construidos por 1.950.000 euros
En el portal inmobiliario se especifica que se trata de una edificación del siglo XV-XVI distribuida en tres plantas con 730 m² construidos y 1.200 m² de superficie ocupada.
"Desde la entrada principal de la planta baja, un zaguán da paso al patio central que distribuye las estancias de esta planta y que conserva unas magníficas columnas y un arco del siglo XVII; más en el interior se sitúa la escalera de acceso a las plantas superiores, un aseo de cortesía y un agradable patio ajardinado con porche y columnas de la época de construcción de la casa, desde este espació se accede a dos amplios dormitorios con baño privado y una gran bodega tradicional, reconstruida tras el gran terremoto de Lisboa de 1755, que afectó a la ciudad de Jerez", explican en Rústicas Singulares.
Así, en la planta principal, un distribuidor da paso al salón principal de la vivienda, salas de estar y zonas de servicio: cocina, office y despensa. "Una amplia galería distribuye dos dormitorios con baño en suite, y un salón que conserva un bellísimo artesonado de madera de estilo mudéjar que data del siglo XV. La estancia dedica a comedor mantiene también un asombroso artesonado de madera y sus ventanas tienen vistas al jardín posterior", añaden.
Por su parte, la planta baja cubierta "se destina actualmente a zona de servicio y cuenta un amplio dormitorio con baño, zona de estar y lavandería con salida a la azotea, un amplio espacio con múltiples posibilidades y con excelentes vistas sobre la ciudad". En cambio, en la parte posterior del edificio se sitúa un" agradable jardín con estanque donde además se mantiene el muro exterior que delimitaba el centro de la ciudad en el siglo XV. La vivienda dispone de calefacción por suelo radiante, ascensor, garaje con dos plazas, trastero, cuarto de calderas y dos pozos de agua".
"Se trata de una asombrosa propiedad que enriquece el patrimonio arquitectónico jerezano y mantiene las señas de identidad de la sociedad jerezana a lo largo de los siglos", sostienen en el portal inmobiliario.
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