Con el buen tiempo, muchas personas salen a pasear a entornos al aire libre. Uno de los lugares favoritos de muchos jerezanos es la Laguna de Torrox, al sur del núcleo urbano. Un enorme pulmón verde con dos lóbulos y una lámina de agua que es rica en flora y fauna.
Estos días, es posible comprobar al pie de uno de los lóbulos del humedal la cantidad de carpas que nadan en estas aguas del parque jerezano. Sin embargo, expertos reconocen que estos ejemplares no son bienvenidos en este entorno.
Iñigo Sánchez, biólogo conservador del Centro de Conservación de la Biodiversidad Zoobotánico de Jerez, que también fue durante muchos años presidente de la Sociedad Gaditana de Historia Natural, asegura que "se trata de una especie invasora que llega de las charcas del campo de golf, que a veces vierten agua a la laguna y la echan con carpas".
"Estas —explica— se comen todos los insectos y todas las plantas acuáticas y dejan muy poca comida, casi nada, para las aves acuáticas. Si no hubiera carpas habría muchísimos más patos. Habría que plantearse alguna vez secar la laguna en verano para quitar las carpas".
Algunos veranos ha habido episodios de mortandad de carpas y de retirada de ejemplares de esta especie que había aparecido muertos en la laguna.
La naturalización de Torrox
En relación a la Laguna de Torrox en sí, como explica Agustín García-Lázaro, "la recuperación no se reducía a una obra de ingeniería hidráulica sino que planteaba también la rehabilitación de un humedal y la restauración de un entorno degradado para transformarlo en una gran zona verde".
"Pese a las buenas intenciones, será difícil que Torrox pueda transformarse en una “laguna” al uso con la fauna y vegetación natural que suele acompañar a los ecosistemas palustres, básicamente porque tanto sus márgenes como su fondo apenas se han naturalizado".
No obstante, abunda, "hemos visto como en estos años han crecido en el vaso de los estanques carrizos, juncos, tarajes… especies habituales en los humedales. Los tarajes han colonizado por completo el primero de los estanques de la mano del nuevo suelo aportado por los sedimentos de tierra y lodo. De la misma manera frecuentan ya la laguna distintas especies de aves propias de estos ambientes acuáticos, en especial limícolas —como las omnipresentes cigüeñuelas— y anátidas. Estas últimas están representadas por especies como ánade real, porrón común, pato colorado, ánade friso, malvasía cabeciblanca… Cormoranes, calamones, flamencos, avocetas, patinegros, garcillas, martinetes… son otras de las muchas especies de aves acuáticas de las que se han visto ejemplares en la laguna".
La presencia de carpas, por tanto, no favorece la naturalización de este humedal artificial, creado para almacenar agua y evitar desbordamientos mediante un desagüe que se comenzó a construir hace ahora 20 años.