El Viernes Santo de Jerez tiene dos emblemas indiscutibles que por un lado señala una ancestral tradición devocional y de otra parte, la belleza y espectacularidad de un paso de misterio colosal en sus hechuras y en su valor artístico.
Nos situamos ante el Descendimiento, considerado como la obra cumbre de Luis Ortega Bru. En él, el imaginero sanroqueño desplegó todo su talento no solo para crear un conjunto inigualable, también aplicó en su realización conceptos diferenciadores que se ven en las encarnaduras de todas las imágenes que lo conforman.
Fotogalería | Viernes Santo en Jerez: arte, devoción y pétalos al cielo

Si el valor del grupo escultórico es incuestionable, la misma senda sigue el grandioso paso que creó Guzmán Bejarano con la estrecha colaboración de Bru en la talla de las cartelas y en su concepto, cuyas dimensiones, de forma singular el gran canasto, los míticos artistas consiguieron darle la proporción precisa para tener sobre él al Descendimiento.
Es todo un espectáculo verlo transitar, siempre de frente, con sones de corneta y tambor de La Caridad de Jerez y con un puñado, las justas, de orquídeas moradas. Detrás, La Soledad en su joya de palio en el año que se cumplen 225 de su realización por José Fernández Pomar en 1803. Como viene siendo norma, el andar de este palio es sencillamente sublime con un repertorio música muy escogido y adecuado a lo que es esta jornada de Semana Santa y a lo que transmite la Dolorosa que sujeta un clavo de Cristo en sus manos.

La gran petalada al Valle Coronada
Desde San Telmo, El Cristo manda. Por derecho camina a hombros de sus cargadores como si fuera navegando entre el gentío que lo acompaña. Esta imagen cumple 75 años de su talla después de haber sido sustituida la anterior. El Cristo de la Expiración de Jerez fue tallado por Juan Luis Vasallo Parodi en 1950. Esta imagen sustituyó a una anterior, de principios del siglo XVII, realizada en cartón encolado.
En el Viernes Santo coinciden dos de las dolorosas coronadas canónicamente en Jerez: Concepción y Valle. Esta última protagonizó uno de los momentos más esperados del Viernes Santo jerezano, la petalada en la plaza Rafael Rivero. Ese instante ya se llevaba a cabo antes del reconocimiento canónico de la imagen.

Tuvo lugar el 1 de noviembre de 2008. La ceremonia fue presidida por el entonces obispo de Asidonia-Jerez, el recordado don Juan del Río Martín. No supuso que ese acto de Rafael Rivero se dejara de hacerse. Es más, se potenció hasta el punto de que para presenciarlo hay que salvas o sumergirse en una tremenda bulla. La Virgen del Valle llega y cae un chaparrón de pétalos mientras que la banda de Palomares interpreta el himno de su coronación canónica que cantan las centenares de personas que abarrotan tan estrecho lugar.