A mediados de la década de los 80 del siglo XX, Lola Cabrera empezó a trabajar en el entonces denominado Zoo de Jerez. Eran tiempos en los que este tipo de instalaciones empezaban a estar mal vistas por colectivos conservacionistas y ecologistas, al considerarlos herederos de las antiguas ‘casas de fieras’, totalmente alejadas de los nuevos conceptos que se empezaban a exigir para que estos espacios cambiaran por completo su concepto y función.
Fue cuando esta empleada municipal iniciaba un periplo que ha durado 40 años de labor profesional, siempre vinculada al Zoo Botánico en el área de educación. Se acaba de jubilar, un momento de su vida en que pone punto final a una dinámica totalmente vocacional dedicada a enseñar e interpretar a miles de pequeños y mayores, la biodiversidad de la que goza esta instalación y su trabajo a favor del medio ambiente.

“Ha sido una trayectoria laboral larga, pero muy satisfactoria, con muchos momentos bonitos y con un proyecto muy interesante que ha llenado mi vida”, manifiesta a lavozdelsur.es esta ex empleada del zoo jerezano. En lo educacional, a lo que se ha dedicado, dice que “la conservación y la educación tienen que ir paralelas. La conservación no tiene sentido sin la educación y la educación sin la conservación; se unen en un mismo nivel y en un mismo desafío, un proyecto global”.
No oculta que su recuerdo de cuando empezó fue “bastante negativo. El zoo estaba en un momento crítico en el que prácticamente se solicitaba por parte de colectivos ecologistas su cierre”. Evoca las manifestaciones de los colectivos en las puertas de la instalación “porque consideraban al zoo como una casa de fieras”.
"Cuando empecé, el zoo estaba en un momento crítico en el que se pedía su cierre"
Desde aquellos momentos hasta el hoy de la institución, “hay un abismo bastante grande y estamos muy orgullosos hasta donde se ha llegado. Ahora es un parque de gran nivel desde el punto de vista de la conservación, educación e investigación; una institución de prestigio a escalas nacional e internacional”.

Actualmente, se denomina Centro de Conservación de la Biodiversidad Zoo Botánico Jerez Alberto Durán, “un nombre largo, pero muy importante y que realmente se adapta a los tiempos actuales que estamos viviendo, con un compromiso acerca de conservar nuestro propio planeta, en lo que el Zoo Botánico es una pieza clave. Aunque seamos una institución modesta, es fundamental en los proyectos de conservación que aborda”, dice.
“El Zoo Botánico debe seguir existiendo, avanzando y mejorando en todos sus aspectos. Siempre hemos hablado de que es un privilegio para la ciudad contar con esta institución, pero también es un gran compromiso y que es, además, un gran servicio a los ciudadanos”, apostilla Cabrera, que además reflexiona sobre la conexión entre naturaleza y humanos, “para vivir, para desarrollarnos física y emocionalmente. Es una necesidad para el hombre. Y contar con este espacio en nuestra ciudad, con una arboleda centenaria y con una representación de la fauna, en la mayoría de los casos en peligro, es un auténtico privilegio”.
Está convencida de que Jerez “no solo lo quiere, sino que lo conoce. Es su zoológico. A nivel popular, es el Tempul”. Educación y comunicación son dos tareas imprescindibles: “La transmisión del mensaje debe ser abordada con mucha seriedad, para que realmente se llegue a conocer el auténtico sentido que tiene una institución como es el Zoo Botánico”.
"Jerez no solo lo quiere, sino que lo conoce. Es su zoológico. A nivel popular, es el Tempul”
Los datos de visitantes en Jerez siguen situando a este espacio como el más visitado, pese a lo cual “la tarea de la educación y de la comunicación es algo que no se acaba nunca; es necesario profundizar en ella, porque la visión del parque puede ser muy diferente cuando alguien te comunica el proyecto y te explica lo que realmente hay detrás de ese escaparate”.
¿Qué necesita el zoo? Lola lo tiene claro, “necesitamos medios, es decir, un compromiso serio por parte del gobierno local, ya que es una cosa pública, por ahora. Un compromiso serio con la institución”, petición que, desde su punto de vista, debe traducirse “en medios, porque el zoo se ha quedado en sus instalaciones anticuado, necesita una actualización urgente y una adaptación a los nuevos conceptos, especialmente de espacio y bienestar animal”.

Lola Cabrera en la biblioteca consultando libros.
Recursos económicos para actualizar las instalaciones y recursos humanos, “personal fijo, permanente, que forme un grupo comprometido con el proyecto, que sea de continuidad y muy especialmente en el tema de la educación”. En cuanto su experiencia con los escolares, “he visto una evolución muy grande como en el aula de educación. Antes los niños tiraban los papeles al suelo, había que limpiar mucho, y ahora hay mucha más conciencia en ese sentido. También en el respeto a los animales, aunque en este aspecto hay que trabajar mucho y concienciar más”.
"Necesita una adaptación a los nuevos conceptos, especialmente de espacio y bienestar animal”
Finalmente, Lola Cabrera cita a Edward Wilson, “un importantísimo biólogo y entomólogo, que creó el término con el que se empieza a hablar de biodiversidad”. Y trae una de sus frases que dice que “la naturaleza es esencial para el hombre, física y psíquicamente. La preservación de la biodiversidad es esencial para la estabilidad del planeta y de nuestra especie”, lo que le lleva a concluir que “el trabajo que hacemos en el Zoo Botánico es para conservar el planeta, conservar nuestras especies y conservarnos a nosotros mismos, porque no somos los únicos, sino que somos una especie más que necesita de todas las demás y necesita estar englobada en ese concepto general de biodiversidad”.