A menos de un día de la celebración del juicio contra él por la denuncia interpuesta por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) a instancias de la directora del Distrito Bahía-La Janda, Sira Morales, por presuntos insultos y amenazas, Antonio Vergara (Cádiz, 1951), médico internista, reconocido defensor de la sanidad pública y portavoz de la Marea Blanca de Cádiz, se siente más tranquilo y, sobre todo, convencido de lo que defiende.
Respetado por su trabajo al frente de la Unidad de Enfermedades Infecciosas que él puso en marcha, asegura con esa guasa gaditana que “le voy a proponer a la delegada que me ponga una denuncia cada seis meses, que es la fórmula para mantenernos activos todo el año. ¿Una denuncia por protestar? La firmo ahora mismo”, dice entre risas. Se encuentra “desbordado emocionalmente” por las muestras de apoyo recibidas y asegura que esto supone una “inyección de moral” para todo el activismo.
"Yo entré en la sala, interrumpí la reunión, expresé mi mensaje y me fui"
Los hechos a los que se enfrenta tuvieron lugar en junio del año pasado pero la historia comienza un mes antes cuando “compañeros y compañeras que están dentro del sistema de salud pero que tienen miedo de hablar, nos informan de que el verano va a ser terrible”. Esa misma semana, sigue relatando Antonio, “la consejera declara públicamente que, efectivamente, el verano va a ser tremendo”, de ahí, que “desde Marea Blanca solicitásemos una reunión con la directora del Distrito Bahía de Cádiz- La Janda para que nos informara”. Y no hubo respuesta. “Que no nos respondiera es un auténtico insulto” y por eso, ante la ausencia de respuesta, “organizamos una concentración delante de la puerta del Distrito”.

Ahí empezó a torcerse aún más el asunto. “No nos recibió y nos mandó a la Policía”, de una manera “desequilibrada”, a tenor de que aparecieron agentes de la Policía Local, la Nacional y hasta los GEO. “Se escabulló y no conseguimos verla”. A los dos días les avisaron de que la directora iba a tener una reunión sobre participación ciudadana en la Casa del Mar y allí se plantaron.
"Estábamos indignados porque unos ciudadanos quieren reunirse con ella, nos niega esa posibilidad y ahora iba a ir a hablar sobre participación ciudadana”. De hecho, “volvió a eludirnos” y pensaron que eso no se podía quedar así. “Yo entré en la sala, interrumpí la reunión descalificándola contundentemente como gestora y responsable pública pero nunca insultando a la persona. Expresé mi mensaje y me fui”.
Tan efectiva fue aquella acción que “nos recibió al día siguiente y en esa reunión le expliqué que ese comportamiento había sido fruto de su negativa a recibirnos y que no nos había dejado otra opción. Me contestó que no me preocupara y continuamos aquel encuentro con absoluta normalidad”.

De dicha reunión con Morales y todo el equipo técnico (director médico, directora de enfermería y jurista) salieron con el compromiso de que los centros de salud no iban a cerrar por las tardes, pero “nada de lo que nos dijeron, se cumplió, además de que nunca nos dieron el plan de verano”.
Por eso, “seguimos y hemos logrado con activismo voluntario en las mareas blancas, nada más y nada menos que coordinarnos las ocho provincias, lo cual es un éxito histórico en el movimiento social. No es fácil”. Siempre, “con la crítica argumentada, la protesta razonada. Nosotros no vociferamos, sino que gritamos argumentos sólidos clave para una atención adecuada a la sanidad pública”.
"Es una estrategia y a la presión policial, se suma la judicial"
De forma que, “nos hemos convertido en una mosca cojonera para el presidente Juan Manuel Moreno Bonilla”, así que “desde hace un tiempo, pero, sobre todo, desde la llegada del PP, hemos notado una presencia policial en nuestras movilizaciones totalmente desproporcionada. Que veinte abuelos se concentren frente a un centro de salud y vengan los GEO no tiene sentido ninguno”. Bueno, sí, “es intencionado; es un método intimidatorio que en los activistas no tiene ningún efecto, pero en la población, sí, porque transmite el hecho de que sumarse a una concentración de la Marea Blanca es peligroso”.
Más aún, si el siguiente paso es una denuncia. “Es una estrategia y a la presión policial, se suma la judicial. Las mareas blancas hemos conseguido que la sanidad sea el problema de Moreno Bonilla puesto que desmontamos todas sus declaraciones con argumentos sólidos”. Por eso, “interpreto esta denuncia como un paso más en la metodología represiva ante la protesta ciudadana organizada, quieren reprimir la protesta”.

Y para Vergara sí tiene efectos en la sociedad. “A nosotros no nos han intimidado, pero acojonan la protesta futura; intimidan y amedrentan la protesta. Después de esto, estoy seguro de que a las auxiliares de clínica les va a resultar muy complicado protestar porque se juegan una denuncia y la denuncia preocupa mucho a la gente”.
A él no, “una denuncia es sólo la versión de una parte” y está convencido de que no le va a pasar nada porque se enfrentó a la injusticia. Como ha hecho toda su vida. De clase media-alta, Vergara estudió Medicina porque “era la carrera más prestigiosa en ese momento en Cádiz en la segunda facultad más antigua de España” y pronto se dio cuenta que “medicina es una profesión con una capacidad humana impresionante y con la que puedes ayudar a la gente de forma bestial”. Esa revelación y el hecho de ver un sistema “terriblemente injusto”, configuraron una defensa de la sanidad pública que mantiene intacta. Y ahí se para. “Yo soy una enciclopedia y cuando dicen ahora que la seguridad social la inventó Franco…” y se echa las manos a la cabeza.
"La utopía en la que pensábamos existía en Reino Unido hasta la llegada de Margaret Thatcher, que comenzó la privatización"
“En la época de Franco, las personas que tenían contrato, es decir, que cotizaban, tenían derecho a la Seguridad Social pero los que trabajaban sin contrato, como los jornaleros quedaban excluidos y eran atendidos por la Beneficencia. La Seguridad Social es un concepto que no tiene nada que ver con la sanidad pública, que es universal, gratuita, pero para la persona que es atendida, al Estado sí le cuesta, y equitativa, es decir, que todas las personas reciben el mismo nivel de atención y calidad seas una persona sin hogar o seas Bertín Osborne”.
Pero es que, además, “la Seguridad Social franquista era extraordinariamente mala y el desprestigio era tan enorme que yo, por ejemplo, nací en casa de mi madre porque no se fiaba del hospital o, para hacerse una idea, en el hospital de Zamacola se quedaba por la noche sólo un médico de guardia. No había especialidades médicas, ni quirúrgica, no había un sistema 100% público, es decir, que la Seguridad Social no tiene nada que ver con la sanidad pública”.
Ante este panorama, Vergara se lanza a la tarea, como muchos médicos de aquel momento, a pelear y construir una sanidad pública de calidad. “Compartíamos un intenso compromiso con el cambio”. En 1981 se crea en España la Asociación Para la Defensa de la Sanidad Pública. Un año después, se constituye en Cádiz y en 1983 se celebra en la antigua Residencia del Tiempo Libre el II Congreso de la Federación de Asociación por la Defensa de la Sanidad Pública. Y le brillan los ojos cuando rememora aquellos días. “El salón de actos tenía 300 plazas y había gente en los pasillos, tuvimos que poner pantallas para que la gente siguiera las ponencias, la cola llegaba a la calle Muñoz Arenillas”.
Aquel congreso se articuló en dos ejes: el británico y el cubano. “El National Health Service era el modelo, el sueño de Europa, porque era un sistema sanitario público y había centros de salud, médicos de familia, hospitales. La utopía en la que pensábamos existía en Reino Unido hasta la llegada de Margaret Thatcher que comenzó la privatización que ha acabado con eso y el sistema está actualmente desmantelado”. Desde el eje cubano, aprendieron todo lo que es la salud pública y “nos trajeron el mensaje de lo que es la atención primaria pero todo esto se ha ido al garete porque la han desmantelado, cuando se sabe que resuelve el 80% de los trastornos”.

Ya en su práctica como profesional, Vergara y otros profesionales pusieron en funcionamiento esos conocimientos con programas comunitarios en los centros de salud, interesándose por las condiciones de los barrios, “los problemas de los vecinos de La Viña no tienen nada que ver con los de Bahía Blanca”, poniendo en marcha programas de salud para personas mayores o para jóvenes.
“Tenía una compañera que iba a los institutos con un pene de madera y les decía a los chavales que era cosa de ellos si tenían o no relaciones sexuales pero que si lo hacían tenían que ponerse un preservativo y lo llevaba allí y les explicaba cómo ponerlo”. Al principio, “la mayor preocupación eran los embarazos no deseados, pero luego con la píldora del día después, dejaron de usar protección y vinieron las infecciones de transmisión sexual. Hoy no se podría hacer todo esto en los institutos”.
"Vamos a seguir en la lucha y este reconocimiento público masivo nos da energía"
Y así, en los años 90, en el Clínico de Puerto Real “empezaron a llegarme personas con problemas de drogadicción con múltiples infecciones derivadas, como las flebitis por pincharse, otras por disolver los polvos de heroína en agua cogida de un charco, por ejemplo, e inyectárselo o muchas otras infecciones que al principio no sabíamos qué eran hasta que se supo que era el VIH”. Frente al estigma y el desconocimiento del SIDA, Vergara peleó por abrir la primera Unidad de Enfermedades Infecciosas donde se trataba con dignidad a esos pacientes y por ir todas las semanas a los centros penitenciarios de Puerto I, II y III a tratar a los pacientes con sida. “No podíamos permitir que vinieran esposados a la consulta y propuse ir yo”.
Dice nunca haber buscado ni montarse en ningún carro, salvo el de la defensa de la sanidad pública por el que ha discurrido siempre y de forma coherente. No ha podido tampoco mirar hacia otro lado ante las injusticias. Como médico, tiene claro el diagnóstico de la sanidad pública andaluza.
“Los recortes de nuestra sanidad empezaron en 2008 con el PSOE. El modelo del PSOE es público pero lo que ocurre es que cometen muchas incoherencias. Ellos también han privatizado porque el Hospital de San Rafael no lo ha inventado el PP. La diferencia es que el modelo que el PP defiende es que la privada haga negocio con la pública, por lo tanto, no son incoherencias. El desmantelamiento y el debilitamiento de la sanidad pública andaluza es coherente con el programa sanitario del Partido Popular. No son errores lo que cometen, son aciertos, porque lo que ellos persiguen es el deterioro de la pública para que la privada aparezca como alternativa. Es exactamente lo que ha ocurrido en el Reino Unido con gobiernos de derecha. Es simétrico, exacto”.
Compañeros y compañeras de otras mareas, responsables de organizaciones sindicales y de movimientos protagonizarán mañana una concentración de apoyo a Vergara, a las 11.00 de la mañana en la Plaza de los Balbo, media hora antes de que dé comienzo el juicio. “Vamos a seguir en la lucha y este reconocimiento público masivo nos da energía”.