Catalanes viviendo en Cádiz: "Cataluña está secuestrada, pero los radicalismos son minoría"

Dolors Vallespi y Jerónimo Rodríguez residen en la provincia y cuentan su experiencia tras las críticas vertidas por muchos independentistas por la chirigota que puso a Puigdemont en un cepo

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“Me salió del alma”, confiesa Dolors Vallespi. Su carta se ha hecho viral. Más de 13.000 veces se ha compartido la que escribió en sus redes sociales personales, sin contar las publicadas por diarios digitales como lavozdelsur.es, donde es colaboradora habitual. Esta catalana, afincada en la provincia de Cádiz desde hace un año y medio, decidió contestar a Oscar, un independentista indignado con la chirigota que puso en un cepo a Carles Puigdemont —durante un momento de su actuación—, tachando de “muertos de hambre” a todos los gaditanos, que “viven de la caridad del resto de España”. Dolors, más conocida como Lola en Jerez, donde reside, defiende en su carta la razón de ser de las chirigotas, “que tienen un tipo de humor genial”, y que “se meten con todo el mundo”. “Muchas son una genialidad”, remata, y defiende la “libertad de expresión” de estas agrupaciones, “que no entraban al Falla durante el franquismo pero siguieron cantando, algo que es muy valiente”.

“Estos radicalismos —dice Lola en referencia al chico del tuit— son minoritarios, pero hacen mucho ruido”. Ella se considera abiertamente contraria a la independencia de Cataluña, un tema del que no habla con algunos de sus amigos. “Hay crispación”, señala, y confiesa que “viviendo aquí soy mas valiente, porque no dependo para nada de Cataluña, no sé si estando allí hubiera escrito esto, probablemente no”. Jerónimo Rodríguez, un catalán que trabaja como asesor fiscal y que lleva cuatro décadas yendo y viniendo a la provincia por motivos familiares —hasta que a principios de 2018 ha decidido instalarse definitivamente—, defiende las coplas de carnaval, una fiesta que ha conocido una vez ha visitado la provincia. “No es lo mismo verlo por televisión que vivir el ambiente, no hay maldad ninguna en las bromas, pero se meten con todo el mundo”, señala.

Lola llevaba cinco años viniendo a Jerez, y poco a poco se fue “enamorando” de la zona, hasta que un día decidió hacer las maletas e instalarse en el Sur. “La forma de vida es diferente, la gente es más abierta, en todos los sentidos, y me identifico más, soy más feliz aquí”. El caso de Jerónimo es parecido. “Mucha gente que me conoce piensa que mi mujer me ha influenciado para que nos vengamos a la provincia, pero fue al revés, necesitaba un cambio en mi vida, estaba muy quemado”, explica. Por eso dio un giro a su vida, a pesar de ser consciente de que venía a la provincia con más paro de España y a una de las grandes ciudades con mayor tasa de desempleo. “Sabía que me iba a costar mucho hacerme con una cartera de clientes, pero no se me caen los anillos por hacer otras cosas”, dice, “de hecho me compré un campito y lo mismo doy clases de asesoría fiscal que vengo lechugas”.

Jerónimo, como Lola, se lamenta de que “Cataluña esté secuestrada” por los independentistas. “Hay un ruptura social importante, muchas familias no hablan de política”, señala. Su paisana le complementa: “A raíz del artículo hay un pescador de Cadaqués —un pequeño pueblo de Girona marcadamente independentista— que me ha dado las gracias porque él no puede expresar lo que yo he escrito”. Vallespi es partidaria de que se haga un referéndum, con todas las garantías, en Cataluña, porque así, dice, llegaría la “solución” al conflicto, ya que cree que “saldría el no”. Lola lamenta que “durante mucho tiempo los catalanes no independentistas hemos mirado hacia otro lado”, y añade: “Imagínate cómo nos sentimos los catalanes a los que, como a mí, atacan los independentistas y también los españoles, que por ser catalanes meten en el mismo saco”.

Jerónimo confiesa que “la realidad en la provincia de Cádiz no tiene nada que ver con la que me imaginaba antes de venir”, una situación de la que culpa a “la clase política”, que durante tantos años “dio todo lo que pedía a Cataluña al precio que sea por estar en el poder”. Rodríguez censura que, conforme pasa el tiempo y se agranda la brecha entre España y Cataluña, “las formas se pierden”, y critica que se esté “alimentando el odio”, en ambas direcciones.

Él, que fue durante 16 años interventor de un ayuntamiento catalán, prefiere ahora poner distancia con su tierra natal. Y es que, aunque señala que ha tenido “la posibilidad de ganar mucho dinero”, desde que reside en la provincia ha aprendido a “valorar los pequeños detalles”. Lola, que fue directora comercial de una gran empresa, también “cobraba bien, pero tomaba pastillas para la ansiedad”, señala, por lo que un día decidió montar su propia empresa —una asesoría de responsabilidad social corporativa—, “rebajando mi nivel de vida”, dice, y ahora, por ejemplo, tiene amigos del jerezano barrio de San Miguel que “tienen 5 euros cada dos semanas, y cuando pueden me invitan a un vino”, un gesto que agradece: “Aquí hay más conciencia colectiva y más solidaridad frente a las adversidades”.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Director de lavozdelsur.es. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo como director. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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