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Los penúltimos 'shapers' de la costa de Cádiz, el oficio de fabricar tablas de surf "en peligro de extinción"

Alejo Bombarely y Manu Castro son de los pocos fabricantes que realizan este trabajo totalmente desde cero, a mano, una actividad a la que se dedican a pleno rendimiento tras el cierre de Homies en El Palmar

Alejo Bombarely y Manu Castro, en el taller donde crean tablas de surf desde cero en Chiclana.
Alejo Bombarely y Manu Castro, en el taller donde crean tablas de surf desde cero en Chiclana. JUAN CARLOS TORO
08 de abril de 2025 a las 19:07h

Ataviado con una máscara protectora, un hombre acaricia una tabla. Con sus manos da forma, o shapea, en su argot, al trozo de espuma de poliuretano que reposa ante él. Ese objeto alargado es sobre el que la jerezana Lara Sastre surfeará en el campeonato del mundo de longboard que se celebrará en El Salvador.

Alejo Bombarely, de 41 años, criado en Los Caños, palpa el borde con mimo. Desde una nave del Polígono de Pelagatos de Chiclana, fabrica desde cero el útil imprescindible para practicar un deporte que le acompaña desde hace ya muchos años, bajo la marca Longwinter Glassing.

Asomó la cabeza en este mundo en 2006, cuando empezó a trabajar en tiendas especializadas y a impartir cursos como monitor de surf. “Hice un montón de contactos y traíamos productos de otros países. Me dedicaba a mirar tablas y a probarlas”, comenta Bombarely.

Un espacio para la cultura del surf y el skate en El Palmar

En 2012, tras hacer varios viajes y conocer a gente que fabricaba el material por su propia cuenta, decidió hacer su primera tabla en el jardín de su casa. Una proeza de la que no quiso despegarse y que siguió haciendo desde la tienda Homies, que inauguró en El Palmar en junio de 2013.

Alejo Bombarely 'shapea' una tabla.
Alejo Bombarely 'shapea' una tabla.   JUAN CARLOS TORO

Fue así como ofreció a la zona, junto a su socio Jaime Fontecilla, un espacio emblemático que combinaba escuela de surf con tienda, skate park y restauración. Entre olas y sol, promovió esta cultura a pie de playa acompañado también de Manu Castro, de 33 años, que pronto se sumó al equipo de Homies. “De pequeños éramos vecinos, pero le conocí más cuando empecé a trabajar con él”, dice este monitor de surf natural de Zahora.

Cuando cerró sus puertas el 30 de septiembre de 2024, Manu y Alejo continuaron con este proyecto, apostando por un trabajo manual que ya habían realizado en los 11 años de vida de Homies. “En la tienda teníamos un taller pequeño. No podíamos laminar las tablas porque era contaminante, pero sí que hacíamos el hand shape, hacer las formas a mano”, explica Alejo.

“La verdad es que han sido años difíciles porque es un mundo en el que es muy difícil sacar beneficios”, dice el surfista.

Alejo, durante el proceso de fabricación de una tabla.
Alejo, durante el proceso de fabricación de una tabla.   JUAN CARLOS TORO
Manu Castro se coloca el equipo de protección.
Manu Castro se coloca el equipo de protección.   JUAN CARLOS TORO

Juntos, estos shapers aprovecharon su extenso conocimiento en este campo y tiraron para adelante con esta aventura a la que prefieren no llamar fábrica. “No nos consideramos una fábrica. Al final, esto es un proceso muy personalizado. El cliente puede venir a ver cómo va la tabla, incluso si quiere formar parte del proceso y darle su toque, le dejamos. Esa es la diferencia”, dice, resaltando la faceta artística de este trabajo.

Estos amigos amantes del surf comparten su pasión entre cuatro paredes y en la orilla de la costa gaditana. “Comencé de pequeño. Mi madre tenía chiringuitos en El Palmar, yo siempre estaba en la playa, y un día cogí las tablas de mi primo y empecé a trastear”, comenta Manu, al que le regalaron su primera tabla con 9 años. Ahora, no solo se monta sobre ellas, sino que también las crea.

Desde la nave, explican los entretenidos pasos que requiere este artilugio tan admirado que se presta a lucir mil colores y diseños. Una vez que tienen el foam (espuma de poliuretano), le dan forma, el shape, y después toca laminar con fibra de vidrio y resina por ambas caras. Por último, incorporan resina y parafina para poder lijarse y “le damos el acabado final, como un coche”.

Alejo explica los pasos para 'shapear' una tabla.
Alejo explica los pasos para 'shapear' una tabla.   JUAN CARLOS TORO

Manu y Alejo tienen una ventaja. La cantidad de años que llevan cerca de las tablas, tocándolas, explorándolas o surfeando en ellas les ha servido para conocer todos sus secretos. “Somos unos frikis. Cuando trabajábamos en tiendas siempre buscábamos formas nuevas, marcas de otros países. Las comprábamos, las probábamos, y todo eso nos dio un conocimiento extra”, comenta Alejo, rodeado de modelos.

Por sus manos pasan pedido de todo tipo, pero reconocen que los clientes no suelen ser muy arriesgados con los diseños. Más bien son ellos mismos los que proponen “las cosas locas”, propuestas diferentes que aprendieron de otros shapers que les abrió la mente y les mostró tablas asimétricas y otros conceptos que por entonces desconocían. De hecho, actualmente colaboran con otros compañeros para seguir innovando. Vienen de otros países con ideas que se salen de lo común.

“Intentamos que la gente pruebe nuevos conceptos porque funciona y es muy divertido”, dice Alejo, que suele encargarse de los longboards, mientras Manu hace tablas más cortas.

Manu, con una de las tablas fabricadas en el taller.
Manu, con su primera tabla creada con sus propias manos en el taller.   JUAN CARLOS TORO
Taller tablas surf LongWinter 14
El surfista, concentrado en su trabajo totalmente artesanal.   JUAN CARLOS TORO
Manu y Alejo, son de los pocos que se dedican a este oficio en la provincia de Cádiz.
Manu y Alejo, son de los pocos que se dedican a este oficio en la provincia de Cádiz.   JUAN CARLOS TORO

Un oficio a punto de desaparecer

Su taller funciona gracias al boca a boca. Aseguran que es complicado encontrar en la zona a personas que fabriquen tablas desde cero. Ellos son conscientes de que son los últimos supervivientes de un sector que “está en peligro de extinción”. “Por desgracia, es una pena, pero en Andalucía somos muy pocos”, comenta Alejo.

Curiosamente, se da esta circunstancia cuando el surf está de moda y cada vez son más quienes se animan a practicarlo. “Lo que pasa es que en la venta de tablas el beneficio es muy pequeño para el trabajo que es. Los materiales tienen mucho coste y, además, es un proceso muy tóxico, aunque vayamos con todos los sistemas de seguridad, no dejas de estar expuesto”, explica.

Pese a todo, Manu y Alejo siguen al pie del cañón, surtiendo de tablas a los apasionados, algunos campeones, que confían en sus manos para hacer obras de arte. Entusiasmo no les falta. El próximo reto es encontrar sucesores, ese relevo generacional que escasea en muchos otros oficios.

Sobre el autor

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Patricia Merello

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