Unas rejas verdes y un imponente árbol, una araucaria, se divisaban hace unos años desde la calle Pedro Muñoz Seca, conocida como Nevería, en El Puerto. Los niños y niñas que volvían a casa del colegio de Las Carmelitas, a escasos metros, se rozaban con las ortigas que sobresalían de una finca que ha estado abandonada casi 20 años. De aspecto lúgubre, escenario de cualquier película de terror, este edificio que pronto se convertirá en apartamentos turísticos guarda en sus entrañas historias que se pierden en el tiempo.
Esta vivienda familiar cuya entrada principal se encuentra en el número 124 de la calle Larga con un jardín, antes de ensueño, fue hogar de los Winthuysen. Esta saga de marinos de la Armada vivió en el siglo XVIII hasta que en el siglo siguiente tomaron el relevo los Osborne. Antes de que esta familia le cediera el patio trasero a la Cruz Roja, esta casa tuvo un inquilino muy especial. El hombre que hizo posible que J.R.R. Tolkien creara el universo de El Señor de los Anillos. Francisco Javier Morgan Osborne, nieto de Thomas Osborne, fundador de las famosas bodegas, creció allí hasta los 12 años.
Él fue el sacerdote católico de nacionalidad hispano-británica que educó al admirado escritor. Fue su tutor legal desde que quedara huérfano. Su madre se lo dejó a él y a su hermano al cargo y Francisco, al que todos conocían como Tío Curro, cumplió. “Gracias a sus recursos económicos, no solo engordó moralmente y espiritualmente a Tolkien, sino que incluso le ayudó económicamente”, explica José Manuel Fernández Bru, investigador de la figura de este cura y autor del libro El tío Curro, la conexión española de J. R. R. Tolkien.
Este ingeniero inquieto de Elche, en Alicante, fan absoluto del universo de Tolkien, se puso a indagar cuando descubrió que uno de sus escritores favoritos tenía un vínculo con España. Tiró del hilo y acabó en El Puerto, y, concretamente, en esta casa donde habitó el cura que mantuvo al creador con las ganancias de la bodega de su abuelo, la de Osborne.
“La casa da a dos calles, Larga y Nevería, era muy señorial, ahora la verdad es que está muy abandonada, es muy triste”, expresa José Manuel. “Por el jardín se veían los trastos antiguos de la Cruz Roja”, recuerda el alicantino que, durante su investigación, tuvo en sus manos fotografías de los años 20 de este lugar.
“Era un jardín súper cuidado, los árboles que ahora están medio caídos estaban en todo su esplendor y se celebraban fiestas”, cuenta a lavozdelsur.es.
La vivienda, que pertenecía al fundador de las bodegas, fue entregada al marido de su hija María Manuela Osborne y Böhl de Faber, que no era otro que Francis Morgan, ambos padres del tutor legal de Tolkien. El tío Curro pasó su infancia en la finca, donde muchos años después, en 2006, se rodó la película Manolete, dirigida por el holandés Menno Meyjes.
El tutor legal de Tolkien pisó el mismo suelo que Adrien Brody y Penélope Cruz, protagonistas de esta obra sobre el torero que transformó la casa de los Osborne en el hogar de Doña Angustias, la madre de Manolete, interpretada por Ann Mitchell.
Tío Curro creció allí hasta los 12 años, cuando se mudó con su familia a Inglaterra, donde vivió en el Oratorio de San Felipe Neri de Birmingham. Su madre y sus hermanos sí regresaron a la casa de la calle Nevería mientras que el sacerdote volvía algunos veranos para descansar.
“Fue Augusto Morgan, el hermano mayor, quien se la vendió a Fernando Osborne, pero aun así disfrutó de esa casa en usufructo hasta que se murió. Tenía la posibilidad de vivir mientras estaba en vida”, cuenta el investigador, que se remonta a los años 30 del siglo pasado.
Después, el edificio quedó en familia hasta día de hoy. Tolkien nunca vio esa casa. “El sacerdote no quería imponerle nada y no se lo trajo bajo el brazo a España a que viera la casa. Siempre tuvo relación con él en el contexto inglés. De hecho, Tolkien no vistió España hasta los 70 años, cuando fue a Barcelona una tarde en un crucero”, explica José Manuel.
Ahora, ese edificio histórico vinculado al creador de la Tierra Media y uno de los escritores más populares e influyentes del siglo XX, toma otro rumbo. Lo están desmantelando por dentro. Ya está vendido.
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