En la calle Cruces de El Puerto, un grupo de estudiantes pasa por delante de un edificio que pasa casi desapercibido en el entramado urbano. Quizás no se hayan dado cuenta de que a su lado está el Palacio de Purullena, un inmueble con torre mirador y vistas a la Bahía que destaca en las crónicas históricas de la ciudad. El que fuera hogar de Agustín Ortuño Ramírez, Marqués de Villareal y Purullena, nacido en Nápoles, en el siglo XVIII, alberga hoy oficinas municipales.
Sus paredes hablan del pasado glorioso de una casa palacio que mandó construir este propietario de buques y exportador de fruta a Nueva España. Fue una de tantas casas palacio de cargadores de Indias que caracterizaban al municipio gaditano. Pero esta relució sobre las demás. Como indica la placa informativa de su puerta, esta fue “la más suntuosa de todas” por su decoración rococó. El rico comerciante impregnó el edificio con elementos que le convirtieron en un palacio con mayúsculas. En las entrañas de este espacio de dos plantas se distinguía una majestuosa escalera imperial, lámparas de araña, un oratorio con retablo barroco o un salón con frescos de batallas épicas de la historia de España.
Es en la parte trasera donde reside ese esplendor que sorprendía y llamaba la atención. “El palacio era todo un reflejo de las casas palacio de cargadores de indias y, además, era una de las pocas de las que podemos decir que era un palacio porque contaba con todos los mínimos”, explica Miguel Ángel Caballero, técnico de Patrimonio que en más de una ocasión ha investigado sobre este inmueble. El portuense menciona, sus jardines, un gran naranjal, el huerto, la pequeña capilla con un crucifijo hecho por el propio marqués, o un gran salón de baile, donde fue recibida Isabel II por las autoridades cuando visitó El Puerto en octubre de 1862.
“El Marqués de la Ensenada estuvo varios años alojado y decía que no echaba de menos el palacio del Rey porque aquí contaba con las mismas comodidades, lo tenía todo. Era un pequeño gran palacio en El Puerto, la pena es que se haya perdido todo”, cuenta Miguel Ángel a lavozdelsur.es.
El técnico pone en valor este bien patrimonial que destacó sobre los demás por su riqueza ornamental. “No había otro con ese porte. Era uno de los pocos palacios en España de arquitectura con ornamentación rococó y era comparable al Palacio de Viana en Córdoba. Hay pocos ejemplos de decoración rococó dentro de palacios en la historia de España”, señala.
Toda esa luz que desprendió en la época se apagó. No ha quedado nada de toda esa riqueza. El palacio quedó abandonado a su suerte tras la construcción de la barriada a finales de los años 70, cuando el vandalismo empezó a apoderarse del singular edificio. “El palacio queda a merced del que quiera entrar de mala forma. Empezó a colarse gente por la parte de atrás, a llevarse lo que pudo y a destrozar lo que se le antoja. Cortaron vigas, se llevaron tejas, partieron la tabiquería hasta que se quedó en un estado ruinoso.”, recuerda.
Drogas, prostitución o expolio son palabras que aparecen en la historia de este palacio, que sufrió actos vandálicos y perdió su brillo a ojos de una sociedad en la que todavía nadie se escandalizaba por la pérdida del patrimonio. “En esa época la legislación era floja, la Ley de Patrimonio Histórico de España es de 1985, antes estaba la ley del 31 de la época de la República, pero había mucha laxitud. En los 70 se hicieron grandes barbaridades en muchísimos sitios de España, se vendieron castillos y palacios a grandes magnates de Estados Unidos y venían a desmontarlos piedra a piedra”, explica Miguel Ángel repasando la historia del palacio.
Un rumbo que también tomó el monasterio de la Victoria al que los vándalos entraban con frecuencia. “Nosotros tapábamos y levantábamos muros, pero no había forma humana de controlarlo”, añade.
El palacio sufrió saqueos y sus piezas acabaron en paradero desconocido. Vecinos mayores cuenta que a finales de los 60, cuando todavía no era refugio de personas con drogadicción, veían camiones llegando a la puerta para cargar muebles y cuadros. Según comentan algunos en Gente del Puerto, la fuente del jardín acabó en el chalé del arquitecto municipal en Vistahermosa.
Años más tarde, en 2012, fueron localizados en una exposición de Madrid diez cuadros del pintor Giandomenico Tiepolo que pertenecían a una colección particular. Obras que habían estado en el palacio portuense, según recoge Gente del Puerto.
No fue hasta 1992 cuando se realizó la primera obra de urgencia en el palacio, que pasó a vivir otra etapa gracias a su recuperación por parte de Antonina Gil Moreno de Mora y Plana. La heredera, entonces casada con Luis Goytisolo, novelista y académico de la lengua española, le dio nuevos aires al histórico palacio y lo convirtió en la sede de la Fundación de Luis Goytisolo.
Sus suelos los han pisado personajes históricos de todo tipo, desde marqueses hasta literatos. A principios de los 2000, este enclave fue escenario de jornadas “de mucho peso” y actividades literarias. Además, albergó una biblioteca especializada en narrativa hispánica contemporánea.
“A través de subvenciones de la Unión Europea se fue restaurando. Hay una parte que todavía no está recuperada definitivamente, pero ese vandalismo se frenó”, indica el portuense. En la actualidad, los trabajadores municipales recorren a diario el que fuera un bello palacio, una joya patrimonial de la que ha desaparecido esa decoración que la hizo ser recordada.
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