En la calle Santísima Trinidad de El Puerto, a escasos metros del parque de la Victoria, a la entrada, se divisa un adorno singular único en la ciudad. Ninguna otra calle en este municipio está presidida por un arco por el que a diario pasan cientos de vecinos y de vehículos.
Este elemento del siglo XVIII, conocido como arco de la Trinidad, que se observa desde la plaza de los Jazmines y, desde la avenida de Sanlúcar, se encuentra justo al lado del hotel Duques de Medinaceli, donde vivieron los Terry, y de una vivienda que se extiende hasta la calle La Rosa.
En este entorno, llama la atención esta joya que se encuentra en un estado "lamentable". La asociación que defiende el patrimonio en El Puerto, Betilo, lo ha señalado en numerosas ocasiones, antes y después de que en junio de 2022 se desprendiera varios cascotes. "Está notablemente deteriorado y degradado, necesitando una restauración integra", indica Francisco González Luque en la web de la asociación.
Un simple vistazo revela que este arco construido con piedra de las canteras de la Sierra de San Cristóbal y el ladrillo cerámico cocido pide a gritos su salvación. Betilo ha investigado a fondo este curioso arco cuya fecha de construcción es desconocida, al igual que la de su escultor.
Betilo sitúa sus orígenes en el siglo XVIII cuando la zona estaba ocupada por huertas, terrenos rústicos en los que se sembraba. Manuel Cano propietario de la manzana entre la calle Cielo y Espíritu Santo, arrendó en ese siglo distintas casas de recreo con jardines en la calle de La Rosa.
A este hombre fue a quien se dirigió Manuel Ulpiano Rubio para iniciar la fábrica de tejidos estampados Santísima Trinidad, que da nombre al arco. Unas instalaciones que dio empleo a centenares de vecinos en aquella época y de la que solo persiste una hornacina al final de la calle de La Rosa. Muy cerca de Jardines de Cano, castigado por el vandalismo y donde el Ayuntamiento ha reforzado el control policial ante la desesperación de los vecinos.
Bajo este arco cruzaron aquellas personas que se ganaban la vida en los telares hasta que desapareció a finales de siglo y la ciudad se llenó de casas de burgueses y bodegas. Una transformación que también trajo consigo la restauración del elemento singular que, por entonces, ya estaba deteriorado.
Antonio Gutiérrez Ruiz, en Gente del Puerto, menciona dos actas capitulares de 1872 que indican una orden que casi acaba con él. "Que se derribe el arco de la plaza de los jazmines". La prueba de que, al final, se salvó es que más de 150 años después, la estructura sigue en pie.
El arco llegó a ser hasta portada de ABC en 1955, por su belleza o por ser único en la ciudad. Por entonces, aún no había caído en las garras del abandono. La asociación sigue solicitando su restauración, esa que, según sus investigaciones, no se realiza desde el siglo XIX.
Comentarios