Desenrollar la cometa de tracción, enfundarse el neopreno, estirar los músculos, colocarse el arnés, el casco… Así, casi cada día desde siempre. Hace ya mucho tiempo que dejó de unir bolsas de plástico para fabricarse sus rudimentarias cometas con las que soñaba con ser una deportista de élite. Desde aquella época, ha ganado tanto que ahora toca pararse, reflexionar, respirar (preferiblemente, bajo el agua), medirse consigo misma. Con 24 años recién cumplidos, Gisela Pulido (Premià de Mar, 1994) ha pasado 16 de ellos compitiendo en el agua, galopando sobre las olas. Con diez años se convirtió en la kitesurfista más joven en proclamarse campeona del mundo —probablemente, en la campeona del mundo más joven en cualquier deporte—, lo que incluso la llevó a entrar en el libro Guinness de los Récords. Ahora, ostenta un palmarés compuesto por diez títulos mundiales —desde su primer título solo se ha bajado del primer puesto en dos ocasiones— y es, pese a su juventud, una de las deportistas españolas más laureadas de la historia. Su padre, también deportista extremo y empresario textil en Barcelona, lo dejó todo —literalmente– para mudarse con su hija a Tarifa, cuando esta apenas contaba con diez añitos.
Al principio, a la pequeña Gisela le costó adaptarse muchísimo a la vida en la localidad gaditana, ya que incluso en un documental producido por Red Bull TV confesaba que sufrió “un poco de bullying” en su nuevo cole tarifeño, donde aún hablaba en catalán y donde sus compañeros de pupitre no se creían que fuera ya una campeona del mundo. Hoy, sin embargo, Tarifa —y Cádiz— le dan la vida. “Para mí esto lo es todo porque vivo enamorada de mi provincia, me encanta Tarifa, que es donde vivo, pero todo Cádiz es bonito”, cuenta en una conversación con lavozdelsur.es, a lo que añade: “Me identifico con la cultura de aquí, con la manera de vivir, con los valores de los gaditanos. Lo que más hecho de menos cuando viajo es volver a casa porque echo de menos Cádiz, la gente, la comida, el buen ambiente, el disfrutar y estar en contacto con la naturaleza, practicar deporte… es todo; para mí Cádiz es lo mejor que hay en el mundo, qué te voy a decir”.
Gisela Pulido, se graba con una Go Pro, mientras surca las olas.
Entre Valdevaqueros y Punta Paloma se prepara para el siguiente desafío, surcar las olas más grandes del mundo. “¿Miedo? No, respeto. Miedo a lesionarme”. Convertida en superheroína capaz de hacer posible lo imposible, con rostro aniñado y angelical, y melena dorada, sin dejar escapar del todo esa timidez que, dentro del agua, se torna agresividad y competitividad, Gisela también ejerce de embajadora de Cádiz como destino de turismo deportivo, poco tiempo después de haberse convertido en hija predilecta de la provincia. “Me siento muy feliz, es un orgullo y un honor para mí ser imagen de la provincia, ser hija predilecta de Cádiz todavía más. Porque sí que es cierto que nací en Barcelona pero mis abuelos son cordobeses y yo tengo sangre andaluza en las venas”, declara.
Ha pasado más de media vida en las aguas tarifeñas. Antes de mudarse, ya recorría en la furgoneta adaptada de su padre la costa hasta acabar siempre en Cádiz. “Desde pequeñita tengo fotos por aquí. Con menos de un año ya mi padre me traía a Tarifa, porque venía aquí siempre a hacer windsurf. Me acuerdo de pequeña y tengo fotos con uno, tres, cinco, siete años…hasta que nos vinimos. He disfrutado siempre mucho de las playas de Cádiz”. Con su propia escuela en Tarifa, Gisela Pulido Pro Center, y fundadora de una ONG, Kids Dreamers Project, para ayudar a niños desfavorecidos en su escolarización, ropa, medicinas… y a través de la práctica de modalidades como el surf o el kitesurf, la joven catalana-gaditana no entendería su vida sin Cádiz.
—¿Qué le ha dado esta provincia?
“La persona que soy hoy en día creo que se ha hecho al sitio en el que vivo. Si vives en un sitio rodeado de estrés, vives mucho más acelerada, pero si vives en un sitio donde la gente es mucho más calmada… es como que te haces al sitio. El trabajo es lo más importante, la dedicación y el esfuerzo, vivo a muerte por lo que quiero y por mis objetivos, pero Cádiz te enseña que la vida es mucho más que eso: es también disfrutar de la naturaleza, de las playas, de la gente, conectar con el medio, porque al final estamos perdiendo un poco eso… Antiguamente, dejábamos los pueblos para irnos a la ciudad a trabajar porque era mejor económicamente, pero ahora estamos volviendo a nuestras raíces: ahora todo el mundo que vive en una gran ciudad quiere irse los fines de semana y escapar de esa gran ciudad, porque es que lo necesitamos. Ese contacto con las raíces te da la vida, y yo soy la persona que soy porque vivo en Cádiz. Si no, seguro que no lo sería".
—¿Y el Levante, cómo sobrevive a él?
Lo del Levante es curioso, es una relación de amor-odio; veces hay demasiado viento para entrenar y otras no hay suficiente. En Tarifa es constante, creo que hay 365 días de viento al año, es una locura, ruido siempre, no hay silencio nunca por el viento. En casa todo suena, no puedes salir peinada y vas con las bolsas de la compra y todo vuela. Al mismo tiempo me da la vida, porque sin el viento no podría vivir. Ojalá en Tarifa tuviera un interruptor para apagarlo cuando conviniese.
https://youtu.be/gYO6rbdJUs4
Mientras estudia a distancia Dirección y Administración de Empresas, Gisela centra las horas del día en entrenar. "El año pasado me lo pasé entero entrenando para empezar a surfear las olas más grandes del mundo, en Háwai y Fidji, principalmente. Je seleccionado varias olas donde se dan las condiciones perfectas de viento y olas, porque yo no necesito solamente el tamaño de la ola, sino también el viento. Este año está enfocado a este proyecto, he estado entrenando muchísimo físico, muchísima apnea para saber aguantar bien la respiración debajo del agua y saber estar cómoda por si tengo un problema y, si me pilla una de esas olas, saber cómo reaccionar; así andamos ahora.
La joven deportista no vive ajena a la realidad de su provincia de adopción en materia de desempleo, ni tampoco a la tensa situación que se vive en su tierra natal a raíz de la crisis separatista catalana. Sobre el primer asunto, es optimista: "Estábamos en crisis y ahora estamos saliendo de ella, y Cádiz es un lugar que vale muchísimo, con muchísima gente preparada, y es cuestión de tiempo de que la economía se reactive, y se cree empleo". En materia turística, a propósito de la campaña provincial que ella misma abandera, opina que "es importante desestacionalizar el turismo, porque aquí hay una temperatura idónea los 365 días, puedes hacer turismo todo el año porque hay muchos atractivos y puedes hacer deporte en el agua todo el año". Sobre el tema de Cataluña, "es complicado". "Me duele mucho porque he nacido allí y tengo a mi familia allí, pero yo soy ciudadana del mundo, soy española, soy andaluza, soy catalana, y soy del mundo. Para mí es difícil de entender que haya esas disputas, me encantaría que España estuviera unida, cada uno con su cultura porque eso es lo que hace a este país diferente. Me da pena pero la política es lo que es".