Ver para creer. Han pasado 16 años desde que comenzaran las primeras obras del tranvía en la Bahía de Cádiz. Años de espera eterna cargados de problemas, vicisitudes, parones e historias para no dormir. Muchos ya habían perdido la esperanza de contemplarlo, pero ya no queda duda. A partir de este miércoles, 230.000 ciudadanos que habitan en Cádiz, Puerto Real, San Fernando y Chiclana se tendrán que acostumbrar a convivir con un nuevo inquilino al que todo el mundo ha querido dar la bienvenida.
A primera hora de la mañana, un séquito de periodistas de numerosos medios de comunicación se saludaban a las puertas de la estación de tren de Cádiz. Plumillas, locutores, fotógrafos y cámaras estaban pendientes de la llegada de políticos, delegados y adheridos. Rodeaban a cada cara conocida que hacía acto de presencia sin saber lo que les deparaba el futuro.
La Ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, los alcaldes José María González, Elena Amaya, Patricia Cavada, José María Román y una larga lista de rostros de la política provincial estrechaban sus manos. Saludos reglamentarios ante las miradas de los estudiantes y trabajadores que se acababan de bajar del tren.
Todos a sus puestos que llega Juan Manuel Moreno Bonilla. “Ya está aquí”, avisa una redactora a otra. El presidente de la Junta de Andalucía pisaba suelo gaditano para inaugurar el Trambahía, ese que se había convertido en elemento de chiste tras ser anunciadas mil y una fechas diferentes de su puesta en marcha. La última promesa era septiembre, pero algo pasó que, al final, octubre.
Tras dar la mano a los siete agentes de Policía apilados a la entrada, sonrisa para cada autoridad y posado. “Siempre contrapicado y con dolor de espalda”, bromea un fotógrafo que acaba de salir del mogollón. Y a correr.
Allí estaba, engalanado de verde esperanza o verde corporativo. Estacionado en la vía 4 esperando recibir a sus primeros viajeros. Un jaleo tremendo para acceder al andén sin llevarse por delante una valla o sufrir algún pisotón inesperado. “Un poquito para atrás”, decían.
Fotos y más fotos y llegó el momento de ponerse la mascarilla, que todavía es obligatoria en el transporte público. El reloj marcaba las 10.50 horas cuando las puertas del primer vagón se abrieron. Era el de los comunicadores que vivirían en sus carnes el viaje inaugural. Y vaya viaje. Una vez en el interior, quedaban por delante 24 kilómetros de trayecto, 21 paradas y una hora. Un momento histórico que en las entrañas del vehículo se experimentó con 20 grados y muy juntos.
El tranvía no había llegado a la parada de San Severiano cuando los periodistas se empezaron a percatar de que hacía mucha calor y estaban hacinados, la mayoría de pie y agarrados a cualquier parte. Quedaban 60 minutos así. Las gotas de sudor recorrían sus frentes mientras trataban de capturar instantáneas de Moreno, Ruiz Boix, el presidente de la Diputación o Marifran Carazo, Consejera de Fomento que iba sentada a su lado.
Uno intentaba conectar el auricular mientras otro contaba en directo lo que veía con sus ojos. “Poned el aire”, dijo uno. Mientras tanto, las autoridades políticas iban sentadas en el vagón colindante. Tan a gusto. “Como esto de un frenazo, flipamos”, bromeaban los compañeros que trataban de hacer su trabajo.
Los rayos de sol rozaban las ventanas e iluminaban un paisaje inigualable. El Trambahía seguía atravesando el Parque Natural Bahía de Cádiz y, casi hay que lamentar la primera caída. Justo al pasar por delante de la salina Dolores, esa que pide a gritos su salvación tras años de abandono, una periodista dijo que se encontraba mareada. “Ha sido de pronto, me venía abajo”, dice después de que otro le abanicara un rato.
Aquello parecía un concierto o una caseta de feria de madrugada. Iban apilados pese a que el tercer vagón disponía de asientos libres a los que algunos consiguieron acceder al final.
“Hola, ¿me recibe?, estamos a bordo del Trambahía”, comentaba un locutor en medio del jaleo. Entre una cosa y otra, el tranvía ya había llegado a San Fernando, donde en la calle Real se percibían caras de asombro ante el medio de transporte. No porque no lo hubiesen visto nunca, sino porque llevaban años observándolo vacío y, por primera vez, había vida humana en él.
El ferrocarril con doble alimentación eléctrica, de 750 voltios y 3.000 voltios, que funciona con energías renovables y presenta una capacidad para 297 pasajeros estaba pasando por delante de sus narices y no era un sueño. Algunos viandantes no dudaron en grabar la escena mientras otros saludaban con la mano. Un grupo de alumnos y alumnas de un colegio y los camareros de una cafetería isleña levantaban sus brazos.
Otros sujetaban pancartas reivindicativas “Por el empleo digno en la Bahía”. Unos minutos más tarde el tranvía atravesaba el río Iro de Chiclana donde un hombre permanecía quieto, con un cigarro en la mano, estupefacto, como si hubiese visto un fantasma. “Próxima parada Pelagatos”, anunciaba la voz familiar que resuena en los trenes de Renfe. El tranvía, único tren de España que circula con ruedas elásticas, llegó a su destino un minuto antes de lo previsto, según la maquinista. Allí en el puesto de control de ubicado en el complejo de Talleres y Cocheras de Pelagatos, los periodistas respiraron frente a una placa conmemorativa que dejaba bien claro que Juanma Moreno ha inaugurado el Trambahía. Una A gigante también aseguraba que era una obra de la Junta.
“267 millones de euros, se dice pronto”, sonríe el presidente durante el acto inaugural. Según ha explicado, esta es la mayor infraestructura pública hecha por la Junta para Cádiz. Aunque parecía que el proyecto no tenía salida, a partir de este miércoles, todos los días laborales arrancará un tranvía a las 5.20 horas desde este recinto. “Bienvenidos a la casa del Trambahía” desde donde Raquel Sánchez, Ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, ha sostenido que “Queremos contribuir a que la Bahía de Cádiz sea el inicio y el fin de muchos viajes”.
La ministra ha expresado que “este medio de transporte recoge muy bien lo que estamos impulsando desde el gobierno de España y como queremos que sea nuestra movilidad”. En decir, “ciudades más amables donde el transporte publico va ganando más protagonismo”.
Es un día de agradecimientos, de celebración de echarse flores y de lucir esas “bondades” del tranvía que eclipsa. “Su puesta en marcha desviará de la circulación 1.125.000 vehículos al año”, dice Moreno, que considera que “es un atractivo turístico” para descubrir “una de las mejores bahías del mundo”. Se esperan tres millones de viajeros anuales. Un nuevo capítulo en la historia ferroviaria de España que algunos no olvidarán.