La lengua de tierra que ocuparon los fenicios hace 3.000 años y que fue poblado de almadraberos en el siglo pasado, se debate entre mantenerse como paraíso semivirgen o caer en las garras del turismo insostenible.
Los fenicios ocuparon la lengua de tierra de Sancti Petri, con poco más de 80.000 metros cuadrados, como puerta de entrada y salida a su territorio estatal del archipiélago gaditano hace unos 3.000 años. Hoy sigue unida a Chiclana solo por una línea asfaltada y su futuro sigue debatiéndose entre preservar casi intacta su naturaleza salvaje o potenciar su ocupación y explotación, ahora como refinería de la industria turística. Mientras ve la luz la enésima promesa de Plan Especial para su recuperación, bajo criterios sostenibles, eso sí, el Ayuntamiento de Chiclana ha anunciado a principios de año un macrofestival de verano que promete reunir a miles de personas en cada cita programada entre finales del próximo mes de junio y los últimos días de agosto. Organizado por la promotora gaditana Concert Tour, las estrellas mediáticas que prevé el ciclo veraniego en Sancti Petri —Bisbal, Raphael, Pablo Alborán…— chocan con la inquietud que ha desatado el evento entre los escasos ocupantes de la zona; colectivos conservacionistas como Ecologistas en Acción; la oposición política municipal; y, especialmente, los residentes en las 700 viviendas de Costa Sancti Petri, el núcleo residencial más próximo a este antiguo poblado marinero. “Esto no está para esto; esto está para otra cosa. A ver qué pasa con el alcohol, las drogas… Metieron la pata con el Alrumbo (un macrofestival que iba a tener lugar en la costa de Chiclana el año pasado y se suspendió a dos días de abrir sus puertas) y ahora lo quieren arreglar con esto”, alude un habitual del poblado, sin bajarse de su vehículo en marcha.
El ejemplo del Starlite en Marbella: el botellón incontrolado también provocó quejas el año pasado entre vecinos y partidos políticos
Con el paso de los siglos, este camino natural hasta Cádiz, desde donde se ve la antigua isla-santuario dedicada a Melkart (Dios del Comercio) y una fina línea de duna virgen en Punta Boquerón separa el caño que la atraviesa, ha estado poblado por pescadores artesanales, chancas, conserveras y ha servido como sede del Consorcio Nacional Almadrabero de Sancti Petri durante más de medio siglo. En ese tiempo, su muelle, los depósitos de aceite, sus fábricas, los barracones, la capilla de Nuestra Señora del Carmen, el cine y sus calles bullían de vida y actividad. Hasta Lola y Caracol dejaron ver en algunas escenas de La niña de la venta (1951) cómo era aquel asentamiento en plena Costa de la Luz. A finales de los 70, sin embargo, con el derrumbe de la actividad almadrabera, el poblado fue preso del abandono, volviéndose un terreno fantasmagórico, peligroso y expoliado, hasta que hace una década la piqueta demolió buena parte de sus construcciones alegando motivos de seguridad y convirtiendo aquello “en un sentimiento para Chiclana, en su joya, pero ya como algo más sentimental que otra cosa”.
David Moreno Massa, presidente de Toniza-Ecologistas en Acción Chiclana, es un conocido activista de la zona que lo mismo ha venido denunciando la barbarie urbanística de este municipio gaditano que reivindicando la necesidad de depuradoras decentes que mantengan su litoral limpio de aguas negras. “No nos sorprende que se hagan eventos, porque ya en años anteriores se hicieron, pero se ha anunciado un festival de dos meses con artistas que mueven a mucha gente, y no nos muestran el expediente para ver cómo se van a abordar situaciones de colapso de tráfico, de emergencias o limpieza”, afirma a la entrada del antiguo poblado almadrabero. Después de su desafectación como recinto militar en 1993, el Estado devolvió Sancti Petri a Chiclana y su Ayuntamiento, a través de una concesión por 30 años prorrogables otros 30 más, pero en todo este tiempo sus ecosistemas, sus playas, sistemas dunares, marismas y salinas han permanecido casi inalterados, salvo por algunos intentos urbanísticos y diferentes planes que han ido poniéndose sobre la mesa para revitalizarlos, siempre dejando fuera cualquier intento especulativo que le hiciera perder su valor medioambiental y su carácter público.
Pasear a día de hoy por el poblado provoca una triple sensación agridulce: de un lado, su riqueza natural frente al parque de la Bahía gaditana es un festín para los sentidos y un homenaje al arte tradicional de la pesca; si se camina por el centro del istmo, su evidente degradación —salvo por la iglesia rehabilitada— solo deja pensar en que aquí cualquier tiempo pasado fue mejor; pero ya recorriendo su vertiente abierta al mar, se visualiza una especie de intento fallido de convertir la también llamada Punta de la Isla en lo que quizás nunca debiera ser: una zona pesquera, un puerto deportivo y negocios dedicados a la restauración y al turismo náutico. Como una mala suerte de Puerto Banús decadente que incluye un restaurante-centro de interpretación de la zona “fantasma”. “Aún no han colgado las fotografías”, asegura un parroquiano. “Pero las ayudas ya se dieron. La subvención es el mal de Andalucía”, apostilla otro.
Como si Melkart siguiera reivindicando lo que le pertenece, el Ayuntamiento de Chiclana, “que va a pagar 160.000 euros a un privado para este despliegue de espectáculos”, promete ahora grandes sensaciones musicales para este verano. La zona cero del evento, a cinco meses vista de su primer gran concierto —fijado para el 30 de junio—, es una explanada repleta de jaramagos, casas apuntaladas y muros agrietados. Ya el PP manifestó hace unas semanas, antes de que se presentara en Madrid por todo lo alto en el marco de Fitur 2018, sus dudas sobre el proyecto y planteaba “la necesidad de estudiar con el máximo detalle una propuesta que puede poner en riesgo la seguridad de los asistentes y artistas, pues no nos parece que sea un lugar idóneo y seguro para conciertos multitudinarios”.
“Esto está considerado como el último paraíso en la zona en cuanto a nivel de naturaleza intacta pero con un cierto nivel de civilización; playas protegidas muy fuertemente con la ley de Costas pero cuya protección ahora ablandan, no se entiende”, lamenta el alemán Carlos Woldt, asesor de empresas que reside desde hace más de 20 años en una de las 700 viviendas de Costa Santi Pectri, la zona residencial más próxima al istmo y la que más puede verse afectada por los efectos nocivos de estos conciertos masivos durante todo el verano. Como presidente de la entidad vecinal, Woldt ya ha abanderado diferentes luchas por alejar de este paraje natural la contaminación (en toda su dimensión) y los peores efectos del turismo insostenible. Ahora, junto al secretario de su asociación (constituida legalmente en 2004), el veterinario Jesús Fernández, vuelve a enfrentarse a la ambición de Melkart con el objetivo de proteger este edén público.
“Ya esto lo hemos vivido antes”, recuerda Fernández, que también reside en esta urbanización desde hace más de dos décadas. “Nos trasladaron el botellón y los afters a la zona, fuimos al Defensor del Pueblo y la Comisión Europea, y pusieron en riesgo la concesión de las banderas azules. Solo así el alcalde reculó”. El alcalde, como ahora, es el socialista José María Román, quien ha rehusado hacer declaraciones a este medio sobre este asunto. En cambio, a principios de mes, el Ayuntamiento de Chiclana ya aseguró, a través de una nota de prensa, que “pretende que para este verano en el poblado marinero se acondicione un espacio de unos 5.000 metros cuadrados, frente a la capilla, donde actúen artistas de primera línea del panorama nacional”. “La intención del Ayuntamiento —reza el comunicado— es que se ofrezca una programación amplia, con conciertos para todos los públicos y que sirva de atractivo para quienes eligen Chiclana como lugar de vacaciones, en una zona que está alejada de viviendas y que se considera muy oportuna para la realización de este tipo de actividades. En este sentido, además de los artistas que ha seleccionado el Ayuntamiento, Concert Tour tendrá capacidad para diseñar un cartel complementario para los dos meses de verano, que se dará a conocer en próximas fechas”.
El año pasado, los botellones incontrolados y los trasnoches en el paraje natural, la Cantera de Nagüeles, donde Marbella alberga el glamouroso ciclo de conciertos de verano Starlite ya provocaron graves enfrentamientos entre vecinos, representantes políticos y organizadores. La barra libre del turismo masivo e invasivo siempre encuentra idéntica justificación: empleo e impacto económico. Quienes denuncian siempre suelen reivindicar lo mismo: información, diálogo y consenso.
Vecinos, oposición, ecologistas y ocupantes de Sancti Petri, al hilo de lo anterior, aseguran que nadie desde el Consistorio chiclanero les han consultado nada sobre este proyecto, y que ni siquiera éste tiene el sustento de un expediente municipal. La responsable política de Urbanismo, Ana González, canceló recientemente una reunión prevista con los representantes vecinales de Costa Sancti Petri: “Nos dijo que tenía mucho lío de agenda después de venir de Fitur”, aseguran a este medio. “La promotora llevará el tema artístico y técnico, pero no organizativo ni administrativo, no sabemos cómo va a gestionar el Ayuntamiento todo esto”, apunta Moreno Massa, a pocos metros donde unos pescadores hacen acopio de sus aparejos y un corredor de fondo trota descalzo por el hilo de asfalto que conecta el istmo con tierra firme. Fernández añade a la reflexión: “Nadie nos ha preguntado, ni hemos hecho aún denuncia formal, pero sí queremos estar enterados porque somos los vecinos más cercanos y los que llevamos mucho tiempo luchando por la conservación de este paraje natural”.
"Estamos preocupados por cómo se va a planificar y organizar esto que, en principio, no es lo que se nos ha vendido como el uso futuro de Sancti Petri"
“Estamos preocupados —abunda— por cómo se va a planificar y organizar esto que, en principio, no es lo que se nos ha vendido como el uso futuro de Sancti Petri. Los efectos posteriores a este uso pueden dañar los espacios naturales, no ya solo por las 5.000 personas que paguen su entrada, sino por las 5.000 que se queden en los alrededores o las que quieren prolongar la noche, generando contaminación en todas sus vertientes, por residuos o acústica. Esto es una zona muy bonita para aprovecharla en su naturaleza y no le hace falta nada más extraordinario por muy buen caché que tenga David Bisbal, o el otro y el otro. Hay agenda para ver a estos artistas en cualquier sitio y no es necesario poner a Sancti Petri en riesgo por esto. No es una idea muy acertada”. Entre las asociaciones de pescadores y los habituales en el antiguo poblado también reina la inquietud, aunque pocos quieren dar su nombre para sostener a viva voz que no están de acuerdo con estos nuevos planes para la joya de Chiclana. Moreno Massa explica, casi como una justificación para que tras tantos años todo sigue igual por allí, que “los políticos han ido pasándose la pelota con Sancti Petri, viendo haber quién hacía el mejor proyecto, pero lo cierto es que al final parece que nadie quiere en realidad que se haga nada con esto porque puede ser peor el remedio que la enfermedad”.
Aun así, su organización defiende, salvo apartados puntuales —como proyectar en la zona un aparcamiento subterráneo—, el Plan Especial que se ha presentado para este paraje natural. Como argumenta la literatura del documento urbanístico, diseñado por técnicos del Consistorio chiclanero, Sancti Petri “será lo que juntos queramos, siendo este documento la base para el desarrollo futuro de este emplazamiento en el que convergen administraciones a veces encontradas que deben encontrarse y acordar; sobre todo, teniendo en cuenta que es una propuesta sustentada en un proceso participativo que no se ha limitado a cumplir con el trámite de la exposición pública tras su aprobación inicial, sino que arranca de más de cien reuniones en la que juntos hemos ido definiendo su presente y su futuro”. De momento, aunque el papel lo aguante todo, el documento aún sigue pendiente de aprobación y de la pertinente exposición pública. Como está publicado, la propuesta plantea inicialmente un proyecto con un presupuesto aproximado de 37 millones de euros, de los cuales 25 serían inversión pública y el resto privada (empresas náuticas, comercios y restaurantes.
“Yo estaba harto del gris del centro de Alemania y cuando vine un año aquí a un curso de español, decidí al año siguiente comprarme aquí mi casa”, admite Woldt, enamorado de un entorno en el que su urbanización, Costa Sancti Petri, es de los escasos ejemplos de viviendas legalizadas en el código postal 11139 de Chiclana. “La gente debe venir a disfrutar de este espacio natural conservándolo, no venir de noche a no ver este espacio natural y perturbarlo”, apostilla Fernández, reiterando que en la asociación “no somos ni radicales, ni quéjicas, pero valoramos el espacio público y el cumplimiento de las leyes que nos hemos otorgado. Aquí no caben análisis simplistas: esto rompe el ecosistema, degenera las playas y mal usa este espacio natural. No puede verse como que aquí se hace un espectáculo que trae una cosa más a Chiclana en verano, que no le hace falta y menos en estas condiciones”.
Sea como fuere, las condiciones de ocupación del Dominio Público Marítimo Terrestre se detallan en el Artículo 61 del Reglamento General de Costas y son estrictas: “Únicamente se podrá permitir la ocupación del dominio público marítimo-terrestre para aquellas actividades o instalaciones que, por su naturaleza, no puedan tener otra ubicación (o no puedan ubicarse en terrenos aledaños); y, en todo caso, la ocupación deberá ser la mínima posible”. La promotora, en el dossier del macrofestival, sostiene: “Esencia atemporal contra la dictadura de los relojes, encanto salino para potenciar el sabor de un evento experiencial y excelencia en la oferta programática son los materiales con los que el Grupo Concert Tour teje este ciclo de conciertos que se enriquece con un espacio de restauración y una zona de copas bajo el cuidado sello de la prestigiosa agencia forjada en el entorno y con más de 20 años de experiencia”. Melkart, a quien se le atribuía la civilización de las tribus salvajes de las costas lejanas, la fundación de las colonias fenicias y la introducción de la ley y el orden entre los hombres, sigue dispuesto a mantener en carga su negociado. Milenios después. Cueste lo que cueste.
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