Oxidado entre la maleza. La abundante vegetación apenas deja contemplar un emblema turístico varado en el lago de Arcos de la Frontera. Con parte inundada y telarañas, el Mississippi se ahoga en las mismas aguas que navegaba entre los años 60 y los 90 del siglo XX. Al que llamaban el Vaporcito de la Sierra, se le nota el paso del tiempo en sus entrañas. El deterioro se ha apoderado de este barco de vapor a palas modelo F-245 CAG, grabado en su lateral. Una embarcación legendaria que, tras más de 20 años encallada, tendrá otro destino.
“No va a volver a navegar, pero se va a recuperar, limpiar y a colocar en un lugar visible”, comenta Estefan Verhoeven desde la orilla donde se ubica el Hotel Mesón de La Molinera, en plena urbanización El Santiscal.
Él y su hermano Daniel sacan adelante este histórico complejo turístico que sus padres, Ana María Fernández, asturiana, y Rudy Verhoeven, alemán, gestionan desde 1984. La familia y miles de visitantes y arcenses, han sido testigos de las travesías que el Mississippi realizaba por el embalse en una época de esplendor que lo erigió como todo un símbolo del turismo de la sierra.
Según explica Estefan, en octubre de este año está previsto que arranque un proyecto de restauración que pondrá en valor este emblemático barco que recuerda al Vaporcito de El Puerto, aunque más desconocido. Historias de barcos abandonados a su suerte que forman parte del imaginario colectivo gaditano.
“El barco se sacará del agua y se convertirá en un restaurante. Si todo va bien, entre marzo y abril del año que viene estará funcionando”, detalla el arcense.
“El Mississipi fue uno de los atractivos turísticos de Arcos”, comenta Estefan, frente a la embarcación antaño pintada de rojo y blanco y formada por dos chimeneas. Incluso apareció en películas como Juicio de Faldas, dirigida por Jose Luis Saenz de Heredia, un éxito en 1969 con Manolo Escobar, Conchita Velasco y Gracita Morales en el reparto.
La finca que pisa era un antiguo molino que en los años 60, Eduardo León de Manjón, conde de Lebrija, convirtió en este hotel con piscina y bungalows. Fue él quien encargó la construcción de este barco a José Jurado Cabral, uno de los caldereros —constructor de estructuras metálicas— que trabajaban para él. Este hombre nacido en Espera, pero afincado en Arcos, ganó dos pesetas más a la hora por este pedido.
“El conde viajaba mucho a Estados Unidos y le gustaba el Mississippi, así que mandó hacer una réplica de los barcos que surcan habitualmente ese río. Aquí dentro se hacían fiestas y se divertían con juegos de azar”, vaya, como ocurría con estos casinos flotantes del siglo XIX, dice, sin quitar la mirada al barco.
En 1965 se botó llamando la atención de turistas y locales que se acercaban para pasear con unas vistas de ensueño y, hasta mediados de los 90, estuvo en funcionamiento. La normativa sobre embarcaciones de recreo se endureció, exigían patrón de primera, y la burocracia hizo que el Mississippi no pudiera resistir. Se quedó encallado, abandonado, oculto en esta esquina del lago tras haber sido el icono de una época.
Durante años, solo era un recuerdo de aquellas personas que tuvieron la suerte de ir a bordo del barco, que lleva más de 20 años en esta ubicación a la que, de vez en cuando, acude algún nostálgico para verlo.
En los últimos años, el futuro de esta reliquia histórica estaba en el aire. En 2014, el Ayuntamiento de Arcos y los propietarios, hijos del conde de Lebrija, hablaron de recuperarlo y convertirlo en un centro de interpretación o un museo en el Club Náutico de la localidad. La idea no fraguó. Años después, en 2021, el Consistorio trasladó su intención de restaurarlo y colocarlo en una rotonda o un lugar destacado del municipio, pero tampoco fue así. El proyecto no era visto con buenos ojos por los vecinos que le tenían cariño.
“Espero que vosotros seáis los últimos que lo veáis así”, expresa Estefan, mientras el equipo de lavozdelsur.es vuelve a tierra a través de una estrecha pasarela oxidada. Muy pronto, el Mississipi lucirá junto al lago que lo arropó, quieto en tierra, pero visible para recibir visitas y comensales.
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