Debora Espinel quedó en una silla de ruedas a causa de una operación. "Con 26 años me detectaron un tumor alojado en el canal medular, el alien, como lo llamo yo: 15 centímetros de largo por 4,5 de ancho. En 2007 me operaron y salió todo bien, pero al cabo de los años volví a tener sintomatología y me llamaron para otra intervención. Hubo un problema en el quirófano, un sangrado profuso, y cogí una meningitis que también agravó el cuadro", explica ella misma, en la entrada de la escuela de surf inclusiva La Troupe, en El Palmar.
Hace cuatro años, Debora probó el surf por primera vez, y su vida cambió. Lo hizo gracias a Ángel Luis Curiel, 'Curi', dos veces campeón de surf adaptado, o parasurfing, y fundador de la asociación B-Life, que se enfoca en proyectos para que cualquier persona con discapacidad pueda disfrutar del deporte al aire libre, y que la animó a probar esta disciplina.
"Llevo cuatro años, pero en total, me habré metido en el agua unas siete u ocho veces, entre las olas, mi trabajo, la temporada de verano...", añade risueña Debora. Pero esas siete u ocho veces han sido suficientes para que un profesor vea en ella posibilidades para ser campeona. Esta veterinaria de profesión (y de vocación, como enfatiza ella misma) se está preparando para comenzar a competir. La primera cita será un campeonato de surf adaptado en Somo (Cantabria), a finales de agosto, y luego, todo lo que venga. Y lo está haciendo gracias a la preparación de Alejandro San Martín, fundador, junto a su socio Rafa Guerrero, de la escuela La Troupe, que abrió sus puertas hace dos meses.
Baños adaptados, espacio para que las sillas de ruedas puedan girar, mostrador a la altura adecuada: son muchas las adaptaciones que Alejandro ha tenido en cuenta para su escuela, y las que le quedan. Prácticamente todas las reformas las han realizado él y su hermano. "Hasta que Debora no ha venido a la escuela, no me he dado cuenta de muchas cosas. Al final, si tú no estás sentado ahí, no te vas a dar cuenta de lo que es. Yo lo he hecho con toda la buena voluntad, pero siempre hay detallitos", explica este madrileño que lleva afincado en la provincia de Cádiz muchos años, trabajando en su mayoría como monitor de surf. Ahora, se ha decidido a crear lo que define como su "sueño": una escuela de surf inclusiva. "He hecho muchos voluntariados, también con personas con discapacidad. Creo que el deporte es muy bueno, y con el surf, específicamente, la experiencia que tengo es que les ayudas a romper sus propias barreras, sus propios límites", apunta.
La Troupe nace de varias vivencias de Alejandro como profesor. Por un lado, un grupo de niños a los que tuvo como alumnos en actividades extraescolares, fuera de la temporada de verano en la que El Palmar aumenta su afluencia de aficionados al surf, y que le marcaron especialmente; de ahí viene el propio nombre de la escuela. Por otro, la historia de un alumno en concreto.
"Tito apareció con su hermana, sus sobrinos y el marido de su hermana. Me quedé mirándole, y la forma de mirar él a los demás mientras ellos surfeaban... Me acerqué a la hermana y se lo dije: mira, me lo bajo a la playa, le damos la primera clase, una privada, para asegurarme de que no hay ningún tipo de problema. Y lo hicimos. Me lo bajé a la playa, y fue un espectáculo. Tú no sabes lo que me ha enseñado ese chico... Tenemos una comunicación no verbal brutal", relata Alejandro. "Tito es el verdadero motor, porque lleva siete años ya conmigo. Fue el que me hizo darme cuenta de que esto era factible", se sincera. "Sé que vamos a hacer algo grande", sostiene, convencido.
El poder de la relación entre instructor y alumno en el mar
Para Alejandro, en el surf "si hay pasión, se crea una comunicación muy potente entre el alumno y el profesor". Basta observar cómo trabaja él con Debora o con Curi, y también con el resto de los alumnos que acuden a La Troupe. Por el momento, hasta que finalice la temporada alta, han parado las clases a alumnos con discapacidad, debido a la gran afluencia de El Palmar en estas fechas. "¿Cómo vas a meter ahora mismo en la playa a un alumno con TEA? Es imposible: música, gente, gritos...", explica el instructor. Sí mantienen las clases habituales, gracias a los seis monitores que forman parte del equipo.
Las clases con personas con discapacidad son "totalmente diferentes", según expresa. "Cuando se trata de una discapacidad intelectual, al final es ganarse su confianza. En el momento en que te ganas la confianza, rompes todo lo demás. Para las personas con TEA, por ejemplo, una primera clase es magnífica, porque son patrones muy claros que tienen que seguir. En el caso de las discapacidades físicas, es muy particular, porque depende mucho de cada persona", aclara. Las tablas, ahí, juegan un papel fundamental. Por el momento, están empleando tablas normales, pero están trabajando ya, junto a la marca francesa Zeus, en un prototipo de tabla genérica que pueda adaptarse para estos primeros alumnos con discapacidad. "Vamos a crear un sistema de piezas que se puedan colocar de manera independiente para convertir una tabla en una tabla adaptada, con una serie de gadgets para las piernas, para el pecho, asas en la parte del torso, un carril muy largo de quillas que puedan desplazarse hacia delante... Y esto, todo a base de experiencia y de ganas", señala.
Lo idóneo es que cada surfista tenga su propia tabla. En el caso de Debora, también están trabajando en ello. "La adaptación que tengo que poner, en un primer momento, es unos topes en los lados de las pantorrillas. Ahora mismo llevo dos 'inventos' cogidos que me unen las piernas para que no se me vayan hacia los lados, y cuando le pongamos los topes, podré montarme de forma autónoma en la tabla, impulsándome con los dos rieles para colocarme directamente sobre ella", relata ella misma.
Cada surfista es un mundo, también entre las personas con discapacidad. Por ello, desde B-Life también trabajan en crear una serie de protocolos específicos para que deportistas como ella, o como Curi, puedan tecnificar su práctica, de cara a competir.
El enfoque que está detrás de la escuela de Alejandro, y también de la asociación B-Life, con la que colaboran, es claro: ayudar a las personas con discapacidad a surfear, pero siempre alejándose del paternalismo que a veces impera. En La Troupe, habrá eventos solidarios, sin coste, para distintos tipos de asociaciones, según adelanta su fundador; pero las clases serán como las que se imparten para el resto de personas. "Imagínate que tienes un accidente, y te quedas tetrapléjico, y eres surfero. ¿Te conformas con que yo, con toda la buena voluntad del mundo, te regale una clase al mes? No, tú quieres surfear. Y eso es lo que yo quiero ofrecer, para todas las personas", aclara.
Curi se expresa en la misma línea: "En B-Life hacemos un encuentro de surf inclusivo una vez al mes en una playa de Cádiz. Por un lado, las personas con discapacidad se meten con voluntarios al mar a disfrutar de una verdadera jornada de surf, con ese espíritu del surf de compartir y de convivencia. Y también capacitamos a los voluntarios para generar una mayor empatía. La idea es ayudar a que cualquier persona con discapacidad pueda disfrutar del deporte, pero sin llegar al paternalismo".
También crean protocolos de comunicación para el voluntariado: "No podemos usar palabras que ofendan a las personas con discapacidad, pero tampoco podemos comunicarnos desde el miedo. El no preguntar, por ejemplo, es lo que hace que muchas veces pongamos en riesgo o no ayudemos a esa persona. Hay que preguntar qué te pasa, qué te duele, cómo te duele, cómo te puedo ayudar: observar, participar, comunicarnos". Él mismo lo sabe por propia experiencia: un accidente en el mar le provocó una hemiplejia.
Del día en que ayudó a Debora a surfear por primera vez, recuerda sobre todo una cosa: "Su sonrisa cambió completamente, de verla tensa al entrar en el agua, a sonreír al final de la ola". Ella misma lo expresa así: "Para mí, esa primera vez supuso libertad. Hay fotos que lo corroboran, y la felicidad que sentí. Sonreía todo el tiempo. Y empiezas a conocer a gente y te das cuenta de que en este mundo tienes gente que te quiere ayudar por todas partes: gente que no conoces, o que no tiene relación con el mundo de la discapacidad. Esto ya no solamente es un hobby, ya quiero hacerlo un poquito más grande". Y Alejandro completa, contundente: "Vamos a hacer que llegue a lo más alto".
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