Ir al contenido

Adiós a Juan García, el eterno técnico de Cultura en Los Palacios que era ecologista y poeta en la intimidad

Funcionario en el Ayuntamiento de su pueblo desde los albores de la democracia, Juan García se marcha con solo 64 años, después de haber sido en su época un estrecho colaborador de cuantas iniciativas culturales y ecologistas fueron surgiendo

Juan García Garrido, en una imagen difundida por el Consistorio.
Juan García Garrido, en una imagen difundida por el Consistorio.
09 de agosto de 2024 a las 19:30h

Se lo ha llevado una larga enfermedad que lo ha mantenido en estos últimos años ausente de la Casa de la Cultura, del Ayuntamiento y hasta de la puerta de la célebre zapatería, la de las Málaga, que sigue regentando su mujer, Amalia, en la Plaza de España de Los Palacios y Villafranca.

Pero la mayoría de los palaciegos lo recordarán con ese aire de poeta encerrado en su mundo con que Juan cumplía diariamente con su deber de técnico de la Delegación de Cultura del Consistorio, donde llevaba trabajando 40 años, prácticamente desde que ganó, en 1979, el 2º premio local del II Certamen de Poesía Searus, que tanto predicamento tuvo en aquella época de la Transición en toda la comarca. 

Poca gente sabía, al margen de sus colaboraciones en las revistas culturales Searus o Triquitraque, que Juan García Garrido, que se marcha con solo 64 años, era también poeta, aunque muchos lo hubieran intuido al tratar con él, de una exquisita educación y de una memoria inapelable después de haberse criado en un hogar con una decena de hermanos que hoy riega sus apellidos no solo por su pueblo natal, sino más allá de las marismas del Guadalquivir, donde su padre fue un conocido cazador de patos. Su hermano Luis, una década mayor que Juan y todavía en este mundo, se marchó hace más de cincuenta años al salvaje interior del Parque Nacional de Doñana, se incorporó muy pronto al equipo técnico de la Estación Biológica de Doñana y se convirtió de facto en el extraordinario ornitólogo que tenía la verdadera llave para los científicos de todo el mundo que querían conocer la esencia de las marismas. Algo de ese espíritu y de ese amor por la naturaleza tuvo siempre también Juan, miembro activo del grupo por la defensa de la naturaleza Anea, la asociación ecologista que hoy sigue velando por el bienestar de las especies en el único pueblo de estos contornos que cuenta con tres humedales en tan buen estado. Apasionado de la fotografía, Juan García Garrido también ha mantenido siempre su afición por el retrato del paisaje, su flora y su fauna. 

Coordinador de la Delegación de Cultura entre dos siglos, Juan dinamizó la cultura de Los Palacios y Villafranca organizando exposiciones de todo signo y coordinando el equipamiento cultural, tanto en la antigua Casa de la Cultura Antonio Gala (antes de la construcción del teatro municipal Pedro Pérez Fernández) como en la actual de la calle Real. Además de programador de teatro y miembro permanente de la comisión organizadora del Festival Flamenco de La Mistela, participó en la puesta en marcha de la nueva biblioteca pública Generación del 27, así como en las actividades del 180º aniversario de la Unión entre Villafranca de la Marisma y Los Palacios. 

En el pueblo, en cuya parroquia de Santa María la Blanca se ha celebrado el funeral por el eterno descanso de su alma esta misma tarde, ya hay voces reclamando un homenaje público a su figura. En cualquier caso, tantos años después siguen resonando aquellos versos suyos de juventud, tan proféticos como la verdadera poesía: “Me siento débil porque he pensado / y en mis entrañas / el sudor es más lento y frío. / En el campo quizás la flor pueda / gritar en su silencio. / Cobarde y soñador, roto, / cansado y destruido en mis adentros; / sin nadie que me regale un juguete para sentirme niño. / Mi casa, levantada de paredes blancas / solo habla de tristeza. / Ya soy mayor: / demasiado tarde se aprende lo que es el tiempo, / los años, los días, las horas, la vida. / Pero fue ayer, cuando a escondidas / pedía pesetas la tarde de algún domingo. / Sí, recorreré las calles / en el silencio de mi soledad, / y solo el loco borracho / estará sentado en una acera / contemplando las estrellas”. Ahora descansa en paz, y volverán a leerlo en casa, su mujer y también sus hijos, Juan y María.

Sobre el autor

Álvaro Romero Bernal.

Álvaro Romero

Ver biografía

Lo más leído