El ficus es un árbol con multitud de variedades del 'puede ser'. Un ejemplo del potencial. Como una historia de superación. Dependiendo del tipo de ficus, puede ser una humilde maceta de interior. Pero, si se dan las circunstancias, alcanza muchos metros de altura. En el caso del ficus de San Jacinto, 24 metros. Todo estaba preparado para la tala. El párroco, fray Javier Rodríguez, de la orden de los dominicos, asegura y ha asegurado que consensuó con el anterior gobierno local y con entidades de Triana que este árbol debía ser talado.
Más aún, cuando una cuponera de la ONCE acabó gravemente herida por el desprendimiento de una rama. Aquello fue el detonante de una decisión que ya se iba planteando. Cuenta el párroco que ella ha sido la principal víctima de toda esta historia, y que no hay que perder ese foco. Pero, además, los dominicos se sienten engañados por su aseguradora. Porque "siempre nos dijeron que el árbol se incluía en el seguro. Al final, al no estar escrito, es la palabra de ellos contra la de nosotros". Afirma que visitó a la víctima de esta rama en su casa, y que el asunto económico, una indemnización por los daños y perjuicios en vía civil, está en visos de resolverse tras más de un año.
"Hay quien me grita arboricida por la calle. Yo le contesto que yo también le quiero"
Esta entrevista trata de ofrecer contexto sobre San Jacinto más allá del ficus. Una oportunidad tras el fin de la tormenta del ficus para ofrecer contexto sin el 'apasionamiento' de la actualidad. Va de fray Javier, que se mueve en bicicleta a sus años, que ha sido nombrado en la pasada Velá como Trianero Adoptivo. Al que alguno grita aún por la calle "¡arboricida!" y que él, con cierto arte quizás adquirido sobre su condición castellana, responde a gritos también "yo también te quiero" para resolver el incidente. Fray Javier, quien reconoce que ha vivido uno de los momentos más duros por la presión social y mediática.
La parroquia de San Jacinto es la que pone nombre a una calle principal de Triana. No al revés. San Jacinto de Cracovia, o de Polonia, fue canonizado en el siglo XVI. Vivió tres siglos antes y se le atribuye entre sus milagros uno en Kiev, cuando esta ciudad estaba siendo asediada por los mongoles. Escuchó a la Virgen dirigirse a él y logró mover una gran estatua que, milagrosamente, se hizo ligera. Los dominicos tienen a sus espaldas una historia de estudio y de predicación por el mundo. Como muestra, que uno de los mayores intelectuales medievales, Santo Tomás de Aquino, pertenecía a la orden. Como ejemplo, también, que la República Dominicana recibe su nombre de los dominicos. O que el primer santo negro (o mulato), Martín de Porres, también vistió los hábitos blanco y negro.
Los frailes, cuenta fray Javier, llegaron a Sevilla en un primer monasterio, aunque una parte de este fue tomado por el Estado en una desamortización del siglo XIX. También con alguna ubicación antes de establecerse definitivamente en Triana, cuando era puramente arrabal, barrio de las afueras deprimido, con gran contacto con el mar a través del río. Ildefonso Falcones, en su novela La reina descalza, sitúa parte de la trama en este convento en el siglo XVIII. Dentro de la larga historia de la parroquia, San Jacinto ha sido el hogar de la Esperanza de Triana, la Estrella, el Rocío de Triana y las Aguas.
Fray Javier llegó a Sevilla hace 24 años. Segoviano, comenzó su vida espiritual en diversas ubicaciones de Castilla. En León, recuerda durante la entrevista, en un internado, tuvo una iniciativa de siembra de árboles junto a muchos jóvenes. Un antiguo alumno, en plena polémica en 2022, envió una carta a El País que "no fue publicada", lamenta, donde le defendía sobre sus replantaciones y cuidado de la naturaleza. En Sevilla comenzó como fraile, para ser vicario de la parroquia hasta llegar a párroco.
En San Jacinto, como en muchas otras parroquias sevillanas, hay una amplia acción social. Se financian un comedor y un economato del barrio. "Aquí hay una clase media que no tiene nada que ver con lo que fue antes Triana", explica fray Javier. Las colectas, dice, "no llegan a ser las de Los Remedios, pero sí hay mucha aportación". En la larga charla, incide en la importante relación de San Jacinto con su barrio. Nada que ver con otras iglesias que no tienen tanta relación con su entorno directo. Recientemente, se ha realizado una limpieza del retablo, que no restauración. Se ha hecho gracias a eventos como una fiesta flamenca la pasada Navidad, o acogiendo conciertos de bandas.
Pero la iglesia necesita otras reparaciones. Y fray Javier, reconoce, que en parte le incomoda dedicar fondos a patrimonio. "Yo, por ejemplo, podría pedir dinero para la corona de la Virgen de la Candelaria", recién colocada en el retablo, "porque lleva una prestada. Pero hay una ONG de los dominicos, está Cáritas, y prefiero pedir para el terremoto de Maruecos...". Las cuentas son transparentes y se colocan o bien en corchos a la entrada o incluso en las propias puertas de la parroquia. La restauración de la Virgen implica 17.000 euros, de los que aún faltan 3.500.
El ejercicio de 2022 cerró con 10.000 euros en pérdidas. 20.000 euros se fueron para la poda del ficus, prácticamente la mitad de lo que se gastó en todo el año. Esas cuentas visibles incorporan también más de 2.000 euros de primas de seguros, además de otros cargos ordinarios como limpieza, facturas y reparaciones ordinarias y extraordinarias.
Y poco se hace, lamenta. Porque vendría bien, por ejemplo, una reforma de escaleras para que personas mayores pudieran subir al coro. Los largos escalones dificultan el acceso a esta zona que se podría utilizar ante la falta de otros espacios aledaños. Prácticamente, no hay. Aquella desamortización que redujo el espacio de los frailes fue cerrando las posibilidades y de hecho algo de eso hay en que en su día hubiera hermandades importantes de Triana que acabaron marchándose de San Jacinto. Con todo, se mantiene esa relación, ya que el párroco es director espiritual de La Estrella.
El fraile insiste durante la charla en su despacho que en parte desea dejar atrás todo el asunto del ficus. Por eso, quizás, ha dado su brazo a torcer, para alcanzar cierta paz social. Y, con todo, insiste en que ese entendimiento no le ha hecho cambiar de opinión. Hoy, la solución es que los arreglos del ficus corren a cuenta del Ayuntamiento, y que el vallado frente a la puerta de la parroquia permanezca en el futuro abierto en horas diurnas.
"Yo sigo pensando que es un error, aunque haya habido acuerdo. Porque este ficus es como tener un pingüino en una jaula de jilguero. Y primero está la seguridad humana", dice hablando de la cuponera herida por la caída de la rama. "Pero bueno, bendito sea Dios y todos contentos, hemos llegado a un acuerdo. Espero que sea para bien". El árbol ahora mismo luce extraño. La poda paralizada judicialmente en agosto de 2022 iba encaminada "a la tala o apeo, porque no se podó con cuidado para mantenerlo".
La labor social de los dominicos ha marcado su presencia en Triana
Hace poco se celebró junto al árbol un 'cumpleaños'. "Se dicen muchas mentiras", lamenta. Por ejemplo, la fecha. "Se basan en una imagen que tenemos y que es de 1910, con lo cual se ha dicho que tiene 123 años, pero eso no se sabe". Y mentiras de periodistas, asegura. Un periódico publicó que "centenares de trianeros" habían acudido al evento. "50 eran de una batucada, 25 turistas, y el resto. En total, ni siquiera llegarían a 120 personas. Nada de centenares de trianeros". "A lo mejor", señala, hay muchos trianeros "que me saludan y agradecen" y que no salen a manifestarse.
Entre medias, sobre el coro señala unas grietas y a la entrada señala algunas zonas de solería algo levantadas. Un estudio les indicó que probablemente era a consecuencia de la rama del ficus. "El romanticismo está muy bien hasta que le toca a uno. Yo no veía a la gente venir a sentarse debajo del ficus. El furor que se generó no lo he visto con otros árboles de la ciudad". De hecho, recientemente, se ha anunciado el apeo del ficus de la Encarnación que cayó una madrugada. "Siempre es que lo cuide otro, que lo cuide Rita la Cantaora y viva el ecologismo. Pero supone gastarse cada dos años 4.500, 5.000 euros en mantenerlo. Eso supone mucho para una parroquia como esta". De hecho, recuerda que antes del incidente con la vendedora de cupones, ya hubo una gran caída de rama que no afectó a nadie. Una vez ocurrido el desgraciado incidente con la cuponera de la ONCE, "ya hablábamos de que la alternativa a la tala alcanzaba los 130.000 euros. Y eso sin saber que de hecho fuera a valer para algo".
Emocionalmente, subraya, no ha vivido una situación como la de 2022. "Menos mal, he de decir, que los políticos de Distrito siempre me han apoyado", dice sobre los concejales responsables de Triana. "No tanto de plaza Nueva".
Siente que se ha sido muy injusto, que no hubo diálogo sobre la complejidad del asunto. Fray Javier recuerda el libro de Alfonso Ussía Manual del ecologista coñazo, parido cuando comenzó a tomarse conciencia del asunto. Y se siente identificado con ese ecologista. "Se ha vendido una imagen de mí que no se corresponde. En cuanto llegué al convento, logré que se redujera mucho consumo. De los que quita el riego si llueve, de apagar la luz, de tener siempre papeleras separadas para el papel. Si es por árboles, a lo mejor yo quitaba este que vale por 80. Pero en León plantamos más de 500 y de mí. En fin, pero bueno...".
Un 'pero bueno' que suena a eso que tantas veces dice en la larga charla. Suena, de nuevo, al "bendito sea Dios y todos contentos". El árbol sigue. Hubo acuerdo. Pasada la pasión de la actualidad, esto quería contar fray Javier. Que los dominicos, que además fueron quienes plantaron el ficus, no llegaron el año pasado a Triana. Y que percibe el párroco una sensación sobre el asunto. "Si el ficus no estuviera en una parroquia, si hubiera sido en otro inmueble...".