Una naranja antropomórfica y futbolista. Con ojos, brazos y piernas. Con un balón siempre a un lado. Y en vez de peinado, con hojas verdes. Tenía incluso dejas y dos coloretes en las mejillas. Vestido de la selección española, por supuesto. Así era Naranjito, la mascota del último Mundial celebrado en España, en 1982. Todo un mito que fue, seguramente, lo mejor de aquel Mundial, donde, futbolísticamente, la selección masculina defraudó las expectativas. Un campeonato, eso sí, que contribuyó a ir llenando de color un país que salía del blanco y negro, que estaba culminando la Transición a la democracia. Una primera apertura al mundo previa a los Juegos Olímpicos y la Expo del 92.
Lo que muchos desconocen es que aquella naranja no era de Valencia, ni de ningún otro rincón del Levante. Aquella naranja era andaluza. Y, más concretamente, sevillana. La Agencia Bellido logró imponerse en un concurso donde otras propuestas entraban directamente en lo carpetovetónico hasta las trancas. Se desecharon ideas que incluyeran guitarras o flamencas, por ejemplo, ya que esa era la imagen que se exportaba al mundo. Nada de toreros. Ni de toros, que también llegó uno a la última ronda. Se impuso una naranja.
La Agencia Bellido estaba en Sevilla, pero tenía mucho de todo su entorno. Había realizado mucha publicidad para el mundo de las bodegas de Jerez, por ejemplo, que anteriormente a los ochenta eran empresas casi pioneras en el mundo del marketing, obsesionadas con vender dentro y fuera de España.
Los autores fueron José María Martín Pacheco, sevillano, y Dolores Salto Zamora, cordobesa. Cobraron un millón de pesetas, según indicaron hace más de 15 años en una entrevista para El Mundo. El estudio estaba en el centro de Sevilla. Ambos eran por entonces muy jóvenes. Aguantaron cierta presión, porque cuando fue presentado Naranjito, hubo cachondeo en las calles y programas de radio. "Va vestido de obispo del Palmar de Troya", dijo la articulista Rosa Montero. "Sevilla está lleno de naranjos", subrayaba Martín Pacheco. Pero nada de error. Naranjito fue un éxito. Una empresa británica compró los derechos a cambio de 1.400 millones de pesetas.
Entre las anécdotas de aquellos años, ambos recordaban en su entrevista que fueron amenazados con una demanda por derechos de autor de los creadores de la Calabaza Ruperta, del éxito televisivo Un, dos, tres. La agencia no fue bien a pesar de los muchos encargos que recibieron. Ella acabó siendo profesora de instituto en Córdoba. Él intentó abrir varios negocios que fracasaron hasta acabar entrando y saliendo de varios trabajos.
Ahora, queda preguntarse cuál será la mascota de 2030, cuando se sabe que va a ser organizadora del Mundial. Todo un reto: superar a Naranjito. Ojalá, en cualquier caso, sea andaluz.
Comentarios