La presencia costaleros bajo la Custodia casi un siglo después ha sido la nota sobresaliente en la procesión del Corpus de Sevilla, que en lo ambiental ha estado marcada por las elevadas temperaturas y una presencia multitudinaria en las calles. La obra del genial orfebre Juan de Arfe ha vuelto a recorrer las calles de Sevilla portada por costaleros, devolviendo a la ciudad una imagen que no se veía desde 1927. La procesión del Corpus Christi, una de las más solemnes y esperadas del calendario litúrgico hispalense, ha congregado este jueves a miles de sevillanos y visitantes en un recorrido de costumbre jalonado de altares.
Desde las nueve de la mañana, tras la misa en la Catedral, comenzó la procesión por el centro histórico, que no concluyó hasta las 12.45 horas, con un ligero retraso sobre lo previsto. La Custodia, que este año estrenaba una nueva parihuela portada por 36 hombres, fue precedida por un extenso cortejo encabezado por los niños carráncanos y el guion de la Hermandad Sacramental del Sagrario, además de numerosas corporaciones de gloria.
Devoción, calor y récord de participación
La jornada estuvo marcada por el calor desde primera hora, pero eso no impidió una masiva afluencia de público. Entre las autoridades presentes destacaron la consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo; el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz; y el presidente de la Diputación, Javier Fernández.
Sanz calificó el día como “magnífico”, subrayando que “ha habido mucha afluencia de público y una procesión más numerosa que otros años”, con un récord en altares y escaparates y una “gran acogida a las vísperas”. Por su parte, Fernández valoró que “la tradición regresa a las calles y Sevilla se reencuentra con su historia de patrimonio cultural”. El presidente provincial elogió la celebración como “una manifestación viva de la identidad, donde la devoción se mezcla con la expresión artística”.

Los pasos de Santa Ángela de la Cruz, Justa y Rufina, San Isidoro, San Leandro, San Fernando (obra de Pedro Roldán), la Inmaculada Concepción, el Niño Jesús y la custodia pequeña de la Santa Espina desfilaron ante la mirada de miles de fieles con la calles oliendo a la juncia y romero esparcida por al calzada. El Santísimo Sacramento fue escoltado por el arzobispo José Ángel Saiz Meneses, los obispos auxiliares y otras autoridades eclesiásticas, militares y civiles.
Altares, portadas y traslados pospuestos para la tarde de la Hiniesta y la Cena
También formaron parte del cortejo las hermandades de penitencia, la banda municipal, miembros de órdenes militaresy el Ateneo, seguidos de insignias como la de la Inmaculada —atribuida a Alonso Martínez—, la Asociación de Nuestra Señora de los Reyes y San Fernando y la Sacramental del Sagrario. Cada tramo del desfile fue una muestra del patrimonio devocional y artístico de la ciudad.
Tras el Niño Jesús, obra de Martínez Montañés (1606), marcharon representaciones de Cáritas Diocesana, el Seminario, comunidades religiosas, el Tribunal Eclesiástico, la curia diocesana, los niños seises, la Real Maestranza de Caballería y los canónigos, quienes antecedieron al paso del Santísimo antes de su regreso a la Catedral por la Puerta de Palos.
Las portadas efímeras de este año, inspiradas en la capilla de los Marineros y en la iglesia de Santiago, rindieron homenaje a la Esperanza de Triana y a La Redención, con estructuras de 17 metros de altura decoradas con flores, panes y uvas. El recorrido contó además con 16 altares, y una destacada participación de escaparates y balcones decorados para el certamen organizado por el Ayuntamiento.
La jornada no concluyó con los habituales traslados de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa a San Julián desde la plaza de San Francisco, y del misterio de la Cena, que presidió el altar del Palacio Arzobispal en su paso de salida con motivo del 475 aniversario de la hermandad. Ambos traslados quedaron pospuestos para bien entrada la tarde de este mismo jueves a fin de evitar las elevadas temperaturas que desaconsejaban llevarlos a cabo a las horas de costumbre.