Las lluvias de los pasados días han recargado los caudales de ríos y arroyos en todo el Sur de España. En Sevilla, el Guadalquivir ha dejado imágenes como hacía tiempo que no se veían. Corría este jueves a 3 millones de litros por segundo en la presa de Cantillana.
Ha habido momentos de preocupación. Lo peor ha estado en la Sierra Norte, con dos fallecidos en la crecida de un arroyo, un matrimonio que iba a trabajar y les cogió la inundación. En el área metropolitana y en la provincia, cierres de trenes, autopista, alerta por inundaciones, situaciones de riesgo como en Lora del Río... En la capital, vigilancia con el Guadalquivir, que alcanzó el nivel de alerta roja.


Pero también deja imágenes impresionantes. La laguna del Sapo, en Sevilla Este, es toda una fiesta. Esta es zona de paso de aves. El agua busca su sitio después de pasar una década en la que mayormente ha estado desecada. Por las sequías, por las altas temperaturas que se llegan a alcanzar.
Esta laguna es la llanura de inundación natural de tres arroyos: Ranilla, Tamarguillo y Miraflores. Este último se llegó a crecer la pasada noche, fruto de las lluvias acumuladas y de un chaparrón poco antes de las 00 horas.


El biólogo del CSIC Jesús Díaz, que conoce humedales y lagunas a la perfección -pasó por Doñana, de hecho-, peretenece a Ecologistas en Acción y a la Plataforma Salvemos el Anillo Verde del Este.


"Como está este año, no he visto la laguna del Sapo por lo menos en diez años", explica el biólogo. "Aquí se ha encontrado al Triops baeticus", explica, un crustáceo, el más antiguo que existe en la Tierra. Son los mismos que fueron hallados en 2010 en Doñana. Entra dentro de la cadena trófica de las aves que hacen sus migraciones por aquí.


La plataforma quiere evitar que aquí se construya una promoción de viviendas, "un pelotazo urbanístico" en lugar de mantener el humedal, que la Junta de Andalucía decidió no incluir en el catálogo de protección.
"Se han gastado una millonada, 14 millones, en el nuevo colector para sacar el agua de Sevilla Este, pero el paisaje tiene memoria, el agua conoce sus caminos, todo no se puede hacer con un tanque de tormentas".

El problema es que, cuando Sevilla creció hacia Sevilla Este hace 25 años, "no se tuvo en cuenta el arroyo", y por eso cada cierto tiempo ha habido inundaciones, que seguirán produciéndose en episodios concretos.
Ahora, la laguna del Sapo ha reverdecido como hacía tiempo que no lo había hecho y apunta a una primavera llena de vida, de sapos, de aves, de pequeños anfibios o peces en las charcas que se forman. Un espectáculo en plena Sevilla donde la naturaleza ha ganado al asfalto. Por el momento.