El taller de los hermanos Delgado López guarda ya cuatro décadas. En un año en que por primera vez Sevilla cuenta con su primer museo del arte sacro, lo cierto es que por calles repartidas de la ciudad, toda Sevilla es un gran museo. La ciudad de los talleres, que muestran su patrimonio en templos y en estaciones de penitencia. De coronas y potencias a candelerías, respiraderos...
Los hermanos Delgado López son hijos y herederos de José Delgado García, fallecido en 2004, orfebre histórico de la ciudad. Pero es que todo es aquí histórico. "Lo que haces ahora, sabes que va a pasar a los libros". Lo dice José, hijo, uno de esos tres hermanos orfebres, junto a Ángel y Francisco Javier, quienes decidieron poner en pie su propio legado.

Los tres se criaron en un taller así, el de su padre. No podrían contar las veces que se han quemado en las manos trabajando. Uno puede imaginar que muchas lámparas se han quedado encendidas cuando llegaba la noche. Que se trabaja con tiempo, claro. Pero un trabajo artístico, creativo. No tan diferente a escribir un poema.
Pero, aquí, con la alta responsabilidad que supone unir una pieza al patrimonio de una hermandad, no puede partir más que, a veces, de la obsesión. Primero, de trasladar un conocimiento a un papel. Y de ahí a una pieza. Innumerables horas. Innumerables neuronas trabajando para "pasar a los libros", sabiendo que miles, decenas de miles, cientos de miles, si no millones, mirarán y admirarán lo que sale de este taller.
Una pasión natural
"Mi padre nunca nos inculcó que fuéramos orfebre", dice José. Pero salieron los genes, cuentan. "Fue vocación". Tuvieron sus años de aprendizaje como cualquier otro oficial. Primero, de tercera, luego de segunda, de primera, y ahora maestros.

"El secreto de la orfebrería es tener pasión. Si no tienes pasión, haces una orfebrería fría, y la orfebrería tiene que contar cosas y decir cosas de lo que tú sientes, porque no deja de ser una expresión artística en la plata. Igual que un poeta que escribe un poema de corazón. Nosotros, con los cinceles".

Llegado el momento en que hay tanto bagaje, tantos años a los que mirar hacia atrás, en que se ha rizado tanto el rizo, hay que tener una propia impronta. Por ejemplo, a la hora de modelar o de interpretar el dibujo.
Y esa exposición deja mucho sufrimiento. "La experiencia no es otra cosa que la equivocación de muchas veces. Claro que nos hemos equivocado, aunque siempre hemos rectificado sobre la marcha". Y una obra artística tan expuesta como es la del arte sacro a veces genera a última hora una cierta duda. "Nunca hemos echado un trabajo a la calle sabiendo que había una mijita que no estaba". Es decir, lo que se presenta, está más que repasado.

Pero sí que puede haber un momento en el que uno repasa el proceso, quizás la noche antes, en que vuelve a pensar si las decisiones artísticas que se tomaron un año antes fueron las adecuadas. "El arte es para que le guste a los demás", reflexiona José. "Y claro que alguna vez dices: 'bueno, esto podría haber gustado más a la gente si hubiéramos hecho esto otro".
Eso sí, "esto es un guion que está aprobado". La hermandad, la junta de gobierno, encarga, revisa, autoriza. Dentro de ese guion, uno puede jugar con eso que es la impronta. Pero tiene también eso de obra comunitaria.
Un trabajo muy expuesto
En esta disciplina, especialmente desde la explosión de la Semana Santa, las redes sociales, las nuevas presiones casi políticas que sufren las juntas de gobierno, todo es exponerse, como se explicaba antes. Y de exponer y multiplicar opiniones. Sí, hay un mundo de enterados ahí fuera con el que los artistas tienen que convivir.

"O sea, tú puedes estudiar mucho de la orfebrería, de todos los siglos y todo eso, y tener unos conocimientos histórico-artísticos de lo que es la orfebrería, pero la realización, la ejecución del trabajo, los que lo saben son los orfebres". Francisco Delgado añade que "el lápiz lo soporta todo. Puedes coger a un elefante con una cuerdecita, pero eso en la realidad es imposible".

Francisco explica que "el cariño que se pone a la obra siempre es el mismo". Aunque es cierto que "por su trascendencia", por su resonancia, obtienen mayor reconocimiento. Una obra de la que hablan con ilusión es la corona de la Virgen del Rocío. "Yo estaba loco con esa corona", señala José, muy rociero.
Sevilla, como ningún otro lugar para el arte sacro
Para los hermanos Delgado, este es un "muy buen momento" para todos los oficios artísticos. Hubo unos días difíciles en la pandemia. O crisis económicas que hicieron a las hermandades pensarse mucho los encargos. "Lo que se hace en Sevilla no se hace en ningún sitio del mundo".
Hubo también un cierto tiempo de mayor oscuridad. Un tiempo en que la artesanía bajó porque no había quien pagara lo que valía. Fue en el siglo XX. "Se hicieron productos más ligeros, más baratos". Pero ahora es un gran momento por la capacidad técnica y de estudio alcanzada. Un oficio que llega desde el principio de la humanidad. Que aquí en Sevilla tiene el Carambolo como ejemplo. "Porque el orfebre siempre ha trabajado para los dioses o para los reyes". La orfebrería, recuerdan, fue un oficio de esclavos. Un esclavo debió ser quien hiciera la máscara de Tutankamón, "una verdadera obra maestra en oro". Y con técnicas que no son las de hoy.

Porque con la llegada del siglo XXI, hay más capacidad en las hermandades para afrontar renovaciones u obras completamente nuevas, y no solo para aquellas que tienen un gran número de hermanos, sino otras más humildes. Más talleres, más estudiosos de la materia, de la obra, mejores herramientas.
Un patrimonio nuevo, y para siempre
A diferencia de otras creaciones artísticas, la cofrade implica salir a la calle, pasar por manos que a veces no son de especialistas, y que a la vez tienen el espíritu de perdurar. Hubo un tiempo en que los propios hermanos se turnaban para guardar en casa ese patrimonio. Hoy no, al menos en Sevilla, donde habitualmente hay espacios protegidos. Sin embargo, un candelabro en cada salida procesional puede llevarse "50 o 60 cimbronazos". Y los materiales se fatigan. "Es normal que uno se pueda romper", aunque también pasan por procesos de cuidado para evitarlo. En estos meses, trabajan en el proyecto para Dolores del Cerro y para el Tiro de Línea, que estrenará candelería.
Pero hay proyectos también fuera de Sevilla. Un templete de plata para la Catedral de Faro, en Portugal, y los respiraderos para la Estrella de Córdoba. "Trabajos de muchísima envergadura". De fuera de Andalucía, y de España. Estos y muchos más proyectos que quedan por salir de este taller, con una nueva generación pujante que seguirá con el nombre de los Delgado resonando.