La calle Padre José Sebastián Bandarán no suena como la cuesta del Bacalao, o la plaza Virgen de los Reyes. No es la Plaza San Francisco. No hay rampa. Ni guiris. Apenas algún traje de chaqueta. Pero la primera hermandad, que eso tiene que significar algo, de las hermandades de Sevilla que pisan la calle este año -sin extraordinarias mediantes- es Bendición Esperanza. De la parroquia de Jesús Obrero, donde los salesianos tienen su sede, en las Tres Mil Viviendas.



De aquí, unos 200 nazarenos se han puesto las túnicas y los capirotes por primera vez. Porque el pasado año al fin culminaba un sueño que empezó, sin ellos saberlo que se podía soñar, en el año 92, cuando unos chicos hacía Cruces de Mayo y sus padres organizaron una asociación de feligreses para arremolinarnos en la Iglesia.



Es la historia de muchos, como Triana y Mije, hijo y padre, que contábamos esta semana en lavozdelsur.es. Se han abierto las puertas dos veces. Una primera, en el anexo de la parroquia construido para poder sacar el paso tiempo atrás. Otra, cuando ha salido a las calles del barrio.




Por aquí han pasado el arzobispo, José Ángel Saiz Meneses, y el alcalde, José Luis Sanz. Ni uno ni otro son habituales de el sur del sur del Distrito, pero hoy sí. Eran las cinco de la tarde y era la primera de las primeras veces. La primera cofradía del 25. La primera vez que, ahora sí, vestidos de nazarenos, en penitencia, y no con traje de chaqueta o vestido, emprendían camino rodeados de más cámaras que nunca para contar algo bueno, una historia de síes y no de noes.





A las cinco de la tarde, con el cielo como despejándose a ratos, pero sin amenazar lluvia, salían a la calle en dirección a Santa Genoveva, al Tiro de Línea, donde el Cautivo es el que hace de mitad del trayecto. No hay Catedral. Aún. Pero sí hay Hermandad de Bendición y Esperanza.