A medida que pasaban los días, el cofrade se acercaba a la gran fecha sobre la que tanto se escribió, especuló y trabajó. Con una mirada puesta en vivir la pasión como nunca, sabiendo que pasarían por delante muchos momentos que no se vuelven a ver en una vida. Pero también, con cierto temor a que algo malo pasase, que el exceso de visitantes empañara la jornada.
Pero nada de eso. La bulla, el exceso, está en todas partes, claro. Pero este 8 de diciembre de 2024 permitirá a los cofrades recordar la jornada con ojos religiosos, vivenciales. La ciudad ha estado blindada. Las extrañezas, como las líneas rojas pintadas en el suelo, las restricciones en las calles, han servido, junto a, eso sí, un histórico despliegue policial. Y de servicios públicos, porque Tussam, a falta de cerrarse la jornada, seguramente ha vivido el día de su historia con más pasajeros. 150.000 se contabilizaban a eso de las siete de la tarde, cuando aún quedaban horas por delante.
Por eso, a pesar del millón de personas -una estimación que imposible saber si se cumple, sobrepasa o no la cifra definitiva-, la jornada ha quedado en lo importante: la fe popular y cofradiera a la manera sevillana. Muchos no habrán podido cumplir su ruta prevista. Ver los ocho pasos habría sido imposible, y si hay alguien que lo haya logrado sin silla en carrera oficial, tendrá la mejor anécdota y el mejor recuerdo.
La Virgen de los Reyes ha dejado una imagen histórica presidiendo junto a la Puerta del Príncipe de la Maestranza. Como dando la venia, el permiso. El Gran Poder, con su solemnidad, abría el paso en silencio. Contraste con Setefilla. La pasión de Lora del Río, que muchos no entienden ni entenderán, ha marcado la jornada. Pero si este congreso iba de piedad popular, eso es Lora, con sus propios ritos. Palabras altas, por decir de alguna forma, mientras cargaban a la Virgen. Relevos como no se han visto en la capital. Protagonistas por derecho propio, invitados a la altura. Valme y Consolación trajeron también a mucha provincia. Desde Dos Hermanas y desde Utrera. La fe que remueve.
Desde Triana cruzaron El Cachorro y la Esperanza. Con su fórmula también propia, heterogénea a un lado del río, natural al otro. Y cerrando la Macarena, alabada en calle Parras y en todo el recorrido, presumiendo de su Rosa de Oro.
La jornada se iba apagando tras dejar imágenes históricas, como el encuentro en la Catedral de la Esperanza de Triana con la Macarena, con el saludo tan esperado incluido. Con las hermandades metropolitanas acudiendo a templos como si fueran los suyos. Llegando incluso antes de la hora, como Setefilla, casi dos horas antes, lo cual habrá descuadrado a más de uno, como es lógico. 20 minutos antes lo hacía también el Gran Poder, a eso de las 21:40 horas.