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El misterio del barco robado en Lebrija mientras la Guardia Civil acecha a riacheros y narcos

Desaparece la embarcación científica de un estrecho colaborador del IFAPA que recoge muestras en el Guadalquivir y al que ya le quemaron el barco una vez y se lo hundieron otra. "Da miedo ir por el río porque parece una autopista de ellos", lamenta el afectado

A Manolo Ruiz, en la imagen, le han robado el barco por tercera vez.
A Manolo Ruiz, en la imagen, le han robado el barco por tercera vez. MAURI BUHIGAS
19 de mayo de 2025 a las 22:49h

Es la tercera vez que le hacen la fechoría, aunque de distintas formas y sin conocer a ciencia cierta la mano que mece el delito. En la primera ocasión, allá por 2010, le hundieron el barco en el río. La segunda vez, en febrero de 2020, le prendieron fuego a otro barco. Y el pasado sábado, de madrugada, le han robado el tercero. “En las cámaras se aprecia un coche entrando y cómo se llevan el barco, que estaba sobre un remolque, pero se aprecia muy mal”, asegura Manolo Ruiz, estrecho colaborador del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica que lleva estudiando el fondo del río desde 1997, cuando ya colaboraba con el IFAPA y con la Universidad de Córdoba. 

Desde hace unos años a esta parte, colabora en el muestreo del río con el investigador del centro El Toruño (El Puerto de Santa María) César Vilas Fernández, que lleva a cabo proyectos como el titulado “Estudio a largo plazo de la ecología y evolución ambiental del estuario del Guadalquivir para una gestión integrada del ecosistema de la reserva de pesca”. Para este tipo de estudios, Manolo lleva casi toda su vida colaborando con sondas que se hunden en el río durante 24 horas y que luego arrojan interesantes resultados sobre la turbidez del agua, la cantidad de oxígeno o la presencia de especies invasoras. En esta ocasión, el barco de Manolo Ruiz ha desaparecido de la orilla de la balsa de Melendo, porque se da la circunstancia de que Ruiz es asimismo el presidente del club de piragüismo Tarfía y lo tenía allí, como acostumbra. 

Una imagen de la balsa de Melendo.
Una imagen de la balsa de Melendo. MAURI BUHIGAS

El presunto robo de la embarcación ya está denunciado a la Guardia Civil “y la investigación ya está en marcha”, confirma Ruiz, relativamente acostumbrado a este tipo de misterios en un mundo, el del río Guadalquivir, rodeado de ilegalidades por parte de los riacheros o de los narcos. Él mismo ha sido riachero e hijo de riachero, pero “autónomo y con nuestros papeles en regla”. 

En ciertos sectores del río, como el de los furtivos dedicados a las angulas, Manolo es conocido como “el chivato” solo por actuar legalmente o por colaborar con los científicos o con la Guardia Civil. Él tiene claro que estos robos o atentados “son una venganza porque ayudo a controlar el estado de los fondos del río, habitualmente esquilmados por los ilegales”. La pesca ilegal de angulas, a pie de río, se vende a unos 500 euros el kilo, incluso a precios superiores si se hace con mafias que se dedican a su tráfico y, de paso, causan una destrucción constante en la vida de los ríos al usar redes de un milímetro de luz de malla en las que caen, por otro lado, otras muchas especies que cohabitan con la angula. 

Manolo Ruiz, a la izquierda, junto a Plácido Odar, amigo y compañero.
Manolo Ruiz, a la izquierda, junto a Plácido Odar, amigo y compañero. MAURI BUHIGAS

Un pez invasor capaz de comerse una cabra

Una de las muestras en que Manolo Ruiz tiene puesto el ojo desde hace años son las especies invasoras que nadan a sus anchas por cualquier curso del río, pues al sirulo, por ejemplo, que es un pez procedente de Centroeuropa y que puede llegar a medir 2,5 metros de longitud, lo han visto tanto en la desembocadura del Guadalquivir como cerca de la presa de Alcalá del Río, e incluso en el embalse de Iznájar. A un ejemplar pescado en este último enclave “le sacamos la espina dorsal de una cabra montesa”, señala Ruiz, que alerta del peligro de esta especie en el entorno de Doñana porque se trata de un pez “capaz de comerse todo tipo de aves”. El sirulo fue introducido por primera vez, hace décadas, en el río Ebro. “Y es lo que pasa con la pesca deportiva, que luego tiene sus consecuencias”, se queja Ruiz, que también alerta por la presencia creciente del cangrejo azul, de la corvina americana y de los microplásticos. 

Los narcos, a sus anchas

Sobre el misterio de su barco robado tendrá que arrojar luz la Guardia Civil, que ya investiga el caso, pero Ruiz recuerda que “este tipo de cosas siempre ocurren” cuando la Benemérita da un zarpazo contra cualquiera de las ilegalidades que son tan frecuentes en el río. “El verano pasado ya retiraron diez barcos de furtivos y hace poco han puesto una lancha para vigilar el río contra el narcotráfico, pero especialmente hace tres meses el río parecía una autopista para ellos”, señala. “Yo tengo miedo de ir al río, porque nunca se sabe”, apuntilla. 

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Álvaro Romero Bernal.

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