Sevilla tiene una de las facultades de Bellas Artes más importantes de España y con características únicas en Europa. Esto ha provocado que la propia Universidad haya desarrollado profesiones que muchas personas ni siquiera saben que existen. Isaac es uno de los 20 modelos en vivo que acude cada curso al edificio de la calle Laraña donde se forman los nuevos artistas. Es decir, una 'estatua humana' Su misión es posar para que los alumnos trabajen con la anatomía humana.
Puede que un día tenga que estar tres, cinco o siete horas subido a una peana para imitar posturas propias de Spiderman o Jesucristo. "Yo no sé cuál de los dos es más complicado", dice a lavozdelsur.es entre risas. "Me reviente la rodilla para que 100 chicos aprendan a dibujarlos o esculpirlos", añade. Lo cierto es que él mismo lo toma con algo de humor, pero la situación es mucho más seria.
Y es que la plantilla de 20 modelos en vivo que trabaja en Bellas Artes se ha cansado de la precariedad laboral que ofrece la Universidad de Sevilla. Una precariedad que se ha producido a partir de la privatización del servicio, según cuentan los afectados. Y es que, hasta los años 90 los encargados de realizar esta función pertenecían a la plantilla de la propia US.
Francisco Fernández es uno de los delegados sindicales que está intentando cambiar la situación. "Cada cierto tiempo se publica un nuevo pliego de condiciones y lejos de puntuar a las empresas que mejor traten a la plantilla, se puntúa a aquellas que peor paguen", denuncia sobre la situación. Realmente no existen entidades dedicadas a esto de forma especializada, de ahí que sea habitual ver concurriendo a Ferrovial, Eulen o Serveo.
"Pedimos a la Universidad que cumpla la responsabilidad social y se haga cargo de la conciliación y los riesgos laborales"
"Pedimos a la Universidad que cumpla la responsabilidad social y se haga cargo de la conciliación y los riesgos laborales", añade sobre un colectivo que no cobra ni vacaciones ni pagas extras ya que el contrato es de fijo discontinuo y, por lo tanto, la actividad cesa durante el periodo en el que los alumnos tienen vacaciones. Durante el curso, los profesionales cobran 17 euros la hora. Sin embargo, por normativa, no pueden trabajar más de 20 a la semana. Todo suma un total de unos 800 euros al mes, algo que no da para vivir y por lo que piden soluciones.
La paradoja es que la Universidad de Sevilla presume mucho de tener una plantilla tan amplia para esto. El origen está en el barroco sevillano y en la tradición que existe en la ciudad por la imagenería. No obstante, y aunque algunos docentes y responsables del centro hacen énfasis en esto a la hora de recibir a los alumnos, cuando los afectados reclaman derechos laborales se les contesta que son prescindibles.
Aunque pueda parecer un trabajo sencillo, lo cierto es que requiere una gran preparación física y mental. Habitualmente lo realiza gente procedente de disciplinas artísticas como la interpretación, la danza o las propias bellas artes. "Existe el apoyo de los alumnos y de parte del profesorado. El decano dice que pueden ser sustituidos por maniquíes, pero entonces también ha profesores que pueden ser sustituidos por la Inteligencia Artificial", defiende Fernández.
Isaac lleva 16 años en el gremio y reconoce que mucha gente se sorprende cuando cuenta su trabajo. "Mucha gente me pregunta si me pagan por hacer esto. Claro, no soy una estatua humana 7 horas sin cobrar", comenta sobre una profesión de la que tiene que aguantar determinados chascarrillos por posar desundo. "Es lo de menos, pero también demuestra que no lo puede hacer cualquier persona", explica sobre su día a día. "Es una tradición que tiene valor y que muchos profesores siempre han valorado. El nivel es muy alto comparado con facultades de Italia".
"Mucha gente me pregunta si me pagan por hacer esto. Claro, no soy una estatua humana 7 horas sin cobrar"
La profesión como tal la genera la propia universidad. Difícilmente es posible vivir de ello fuera de la Facultad de Bellas Artes, aunque existen academias privadas que pueden ofrecer trabajos temporales. "No hay formación", señala sobre un empleo para el que hace falta preparación. Algunos utilizan técnicas de yoga para aguantar el estrés físico y emocional. "Nos duele el prejuicio que tiene la gente de que posamos tirados cómodamente en un colchón", comenta sobre un trabajo donde principalmente existen lesiones de caderas en las mujeres y de rodillas en los hombres.
Tras varios años de precarización constante, los afectados han decidido alzar la voz y pedir a la Universidad de Sevilla responsabilidad social, estabilidad laboral y dignificación salarial ya que, a pesar de trabajar 20 horas a la semana, cotizan como 40, un hecho que repercute posteriormente en las prestaciones. "Ni siquiera nos pagan por horas, lo hacen por minutos", dice Isaac. "Un jardinero empieza a cotizar cuando pisa la Facultad, a nosotros nos descuentan el tiempo en clase en el que los alumnos están recogiendo".
Estos 15 minutos pueden parecer una queja superflua, pero lo cierto es que es un tiempo fundamental para desentumecer las articulaciones y recuperar la movilidad. "Ese tiempo ya te lo descuentan del sueldo". Otro de los reclamos es tener un calendario estable. A principios de curso se fijan unos tiempos que después no se cumplen ya que las clases (que duran unas tres horas) pueden cambiarse con siete días de antelación para reforzar la teoría. Esas horas tampoco las cobran a pesar de que están ya comprometidas.
"No pedimos una subida del 200%, sino una mejora de condiciones", deja claro Isaac sobre sus reivindicaciones y las de sus compañeros. Esto supone que la US asuma su responsabilidad social sin recortar minutos y respetando el calendario. El problema que encuentran a la hora de protestar es que, al ser un servicio subcontratado, la pelota va de tejado en tejado.
Las condiciones han ido empeorando hasta el punto de que los trabajadores ahora denuncian que no se invierte en las tarimas sobre las que posan ni en los cuartillos donde se cambian. "Antiguamente había duchas, ahora sale un agua amarilla", afirma sobre la situación del día a día. En cualquier caso, se trata del principio. Los afectados aseguran que mantendrán las protestas y que están estudiando una huelga para que se escuchen sus peticiones.
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