Quedan unos diez días para que empiece la Feria de Sevilla. Al pasear por Los Remedios, hay que tener cuidado estos días porque entran, paran, suben y bajan feriantes que van llegando desde muchos puntos de Andalucía y de España. Algunos aún llegarán un poco más tarde, cuando aún quede menos para el inicio, porque hacen la Fira del Ram, en Palma de Mallorca, una feria de más de un mes que finaliza el 7 de abril.
En realidad, para la mayoría de currantes de los cacharritos, o para caseteros itinerantes, la Feria de Sevilla es el inicio. Y no acabará hasta noviembre, quizás. Tras Sevilla, vienen Dos Hermanas, Carmona, Jerez... Luego, el verano, ya sea en ferias o en otras fiestas, y hasta las últimas relacionadas con las fiestas de otoño, de recogidas de cosechas, en cualquier punto de la Meseta hacia el Sur.
No era una buena tarde esta de abril para pasear por la calle del Infierno. Algunos van muy avanzados, pero otros están a medias y con prisas. Cuenta un feriante, que se dedica a instalar y trabajar en atracciones, que cada cuatro años, aproximadamente, hay que hacer cambios importantes en la maquinaria. Y la Feria de Sevilla, a nivel empresarial, es importante, porque si tienes cualquier incidente, aunque no haya nadie herido ni sea de gravedad, "con las redes sociales, se acabó la temporada. Vas a Córdoba y te dicen, ah, estas es la que en Sevilla pasó tal"...
Es de los pocos que se ve tranquilo. Los que están montando lo hacen con muchísima prisa. Habla apoyado en el lateral de un coche y lo más que quiere es que salgan sus manos de currante. Y permite que, más o menos, se cuente la charla, si bien no quiere ni fotos ni nada más allá que es de una de las dos Mairenas de Sevilla.
Lleva 30 años en esto y acaba contando mucho de su vida. Antes se venía con sus hijos, pero ya hace tiempo que no. Cada uno tiene su vida, cuenta. Uno de ellos trabaja de programador informático. "Me dice que se ha hartado de trabajar... Me cago en sus mulas toas", dice bromeando. Entiende, claro, que cada trabajo tiene lo suyo. Y que en trabajos como ese, de tantas horas sentado frente a una pantalla, también le dejan a uno la espalda fatal. Pero lo que lleva él currado es otra cosa.
"Tú, seguramente, si coges un mes de vacaciones, te quieres por ahí de viaje. Yo lo que quiero es un mes de vacaciones para irme a mi casa". No ve el Tour de Francia en verano, claro, ni ve partidos de fútbol en la tele. Su vida es otra cosa.
Estos días sí son de cierto estrés, de montaje. La suya es de las atracciones que van avanzadas. Y cuando trabaja en la Feria de Sevilla, vuelve a su casa a dormir. Pero más allá, por ejemplo cuando va a Jerez, nada de eso. "¿Para qué? Ponte que acabo a las cuatro de la mañana. Entre una cosa y otra, hasta las seis no estoy en casa. Y luego, para estar a las cinco de la tarde trabajando, hay que salir a las tres. No merece la pena".
Por eso, tan hogar suyo, cuenta, es su casa ambulante como la que está construida con cemento. Le quedan dos o tres años para jubilarse, explica. Se le ven las fuerzas, pero también cierto cansancio. Quizás no está ya para estas batallas. Aunque guarda la experiencia, que vale mucho en este oficio.
Habla con tranquilidad y va dando detalles sobre cómo es trabajar de cara al público. La suya no es una atracción de niños pequeños, sino de adultos. Eso, a cierta hora, implica tener mucha mano izquierda. Señala algunas ferias como más problemáticas que otras. Menciona, por ejemplo, la de Almería. Cuenta con sinceridad que allá donde hay mayor choque cultural, suele haber más problemas llegada la noche.
La Feria de Sevilla, en ese aspecto, no es mala. Hay pueblos donde sí. Pero, claro, él lo dice a los compañeros: "Si alguno da un problema, traédmelo a mí". Y lo hacen. "¿Te dicen que es que les has dado mal una vuelta y te has quedado con 50 euros de ellos? Pues depende, viendo cómo es la persona, cómo va, dices 'toma', y se los das, que no vuelva".
Ha visto, claro, en 30 años, de todo. Ha visto a dos grupos bajarse de la atracción que iban en carros separados y nada más bajarse, empezar una pelea. Ha visto navajazos. El exceso, el alcohol... En el Sur, no hay hora, prácticamente, para detener los cacharritos, que siguen funcionando hasta que quede público. "¿Tú sabes a qué hora sales de trabajar? Yo, no". En las ferias del Norte se hace menos el agosto, porque suelen tener una hora concreta, póngase las dos de la mañana, para acabar. Aquí, quizás, llega la Policía a las seis y te dice que vayas cerrando. Allí, no lo sugieren, porque en el mismo pliego se contempla.
Le quedan tres años para jubilarse. Lo que sea, será, otro año más. Esperando, como siempre, volver a casa cuando acabe la temporada, allá por noviembre. Ha visitado, viene a decir, cada comunidad, casi cada provincia de España. "Me queda Santander". "¿No le apetece conocerla, ya puestos, viajar y haber visto todo?". "No, no, yo no viajo más", sentencia.
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