En la Plaza del Pumarejo de Sevilla hay un grupo de mujeres amorosas y solidarias que hacen barrio y feminismo a través de la comida. Son el primer recurso para muchas debido a su cercanía e inmediatez. Cada miércoles, personas en paro, mujeres mayores, currelas y gente joven acude al comedor de Mujeres Supervivientes a por un plato de alimento.
“Estamos muy cansadas porque no solo el hambre duele, también el abandono de la administración, mientras los políticos siguen hablando de cosas de otro mundo, ajenas a la realidad de las mujeres y de las personas de a pie”, expresa Antonia Ávalos, una de las promotoras del proyecto.
Antonia asegura que cada semana es "un milagro” o un “vía crucis" preparar comida y hacer el reparto y, "lamentablemente hay algunas personas que se quedan sin comer". Mujeres Supervivientes es un grupo autogestionado y resiliente, que aun así, no pueden solas: "La administración y los políticos deberían de dejarse de tanta demagogia y atender realmente los problemas básicos de la ciudadanía, de los barrios, de las calles... Entender la necesidad y otras formas de organización, de imaginar otro mundo, otra esperanza y otro porvenir", espeta.
Este grupo de mujeres no quiere ver su vida reducida a la lucha diaria de qué comer cada día. "También queremos viajar, estudiar y ser felices", advierte Ávalos, que lamenta el "poco caso" que le hacen desde las instituciones. “Nosotras nos resolvemos solas y no está mal como forma de autoorganización y resistencia, pero queremos un porvenir, y que las políticas públicas nos alcancen”.
Actualmente resisten gracias al Banco de Alimentos, la solidaridad vecinal y el Fondo Calala. Además, la Universidad de Sevilla les acaba de autorizar un proyecto para el comedor, y aunque sigue sin llegarles financiación, les van a apoyar con 1.000 euros. Son numerosas y diversas las personas que acuden cada miércoles a colaborar con Mujeres Supervivientes, quienes también realizan talleres y acompañamiento a mujeres que han sufrido violencia machista. "Todo es voluntario, pero tampoco tenemos con qué pagarles, por eso también necesitamos un poco de justicia y salario", apunta Antonia.
Ahora que ya está aprobado el proyecto técnico de la rehabilitación de Casa Pumarejo, estas mujeres supervivientes se enfrentan a un nuevo obstáculo. "Tenemos un poco de miedo de que nos quieran echar con las obras, pero de aquí no nos vamos a mover. Nos han informado sobre la primera fase, que será la zona de atrás, así que cuando comiencen con la zona del comedor, seguiremos desde la zona trasera", advierte Antonia, que dice estar a favor de la rehabilitación y que piensan colaborar "siempre desde un convenio verdadero que no nos ponga en riesgo, ya que somos un servicio para el barrio y no tenemos a dónde ir. Nos adaptamos, pero desde aquí", concluye la activista.
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