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El mundo a dos (o tres) ruedas: la odisea diaria de las personas con movilidad reducida

Manuel Torreglosa lleva veinte años atado a su silla de ruedas, lo que no le ha impedido estar federado en tenis de mesa, opositar o luchar por la eliminación de las barreras arquitectónicas en la monumental Carmona

Manuel Torreglosa posa ante una de las barreras arquitectónicas de Carmona: el acceso a la Barbacana Alta.
Manuel Torreglosa posa ante una de las barreras arquitectónicas de Carmona: el acceso a la Barbacana Alta. MAURI BUHIGAS
07 de diciembre de 2024 a las 07:54h

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Es un rosaventero declarado, sobre todo de aquella del eterno Juan Antonio Cebrián; amante de la buena música rock, siendo Triana uno de sus referentes; amigo de sus amigos y no se pierde una, como antes de aquel mes de agosto de 2004. Apasionado en las tertulias, vehemente en sus afirmaciones, luchador nato. En agosto de 2004, a dos meses de cumplir los 18 años, la vida de Manuel Torreglosa (Carmona, 1986) “cambió para siempre”, recuerda al relatar cómo una lesión medular de origen vascular le provocó tetraplejia. Este diagnóstico lo sumergió en un proceso de recuperación que describe como "duro, pero lleno de logros". Tras pasar ocho meses en la UCI del Hospital Virgen Macarena, enfrentó complicaciones burocráticas que retrasaron su traslado al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde permaneció dos años. Aquello fue un acierto.

Allí, su rehabilitación no solo fue física, sino integral. Tuvo la oportunidad de sacarse el carné de conducir y retomar sus estudios de Bachillerato, avances que le permitieron acceder más tarde a la Universidad de Sevilla. Manuel no se detuvo ahí: se graduó en Filología Hispánica, se sacó el Máster en Profesorado de Secundaria y se especializó en la enseñanza del español como lengua extranjera. Todo fue posible, resalta, “gracias a mi familia y a mi juventud”, admitiendo que estas circunstancias facilitaron su adaptación. Sin embargo, ese periodo marcó el inicio de un camino lleno de retos personales y sociales que, hasta el día de hoy, sigue recorriendo con firmeza, como sus ideales.

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En el Alcázar de la Puerta de Sevilla, donde sueña con poder acceder a su punto más alto más pronto que tarde.MAURI BUHIGAS

La cruda realidad del día después

“El verdadero desafío comenzó cuando regresé a casa”. Su domicilio no estaba preparado para su nueva situación. Adaptarse a la rutina desde una silla de ruedas fue un proceso complicado. “La calle estaba llena de obstáculos: rampas mal diseñadas, locales con escalones y transporte público que no estaba adaptado”, indica, evidenciando las carencias en accesibilidad que enfrentan las personas con movilidad reducida. Pese a las dificultades, Manuel destaca el valor de “educar el cuerpo y la mente para adaptarse a una nueva realidad”. Aunque admite que las barreras físicas son un problema importante, también menciona las barreras sociales como una carga adicional. Y no se corta al decirlo, pues afirma sin cortapisas que hay “una falta de concienciación generalizada que complica aún más nuestro día a día”.

Su regreso a Carmona en 2007 marcó el inicio de su activismo. “La lucha por la accesibilidad no fue una elección; fue una necesidad”. Desde entonces, cada día se ha enfrentado a una sociedad que, según él, “aún no está preparada para ser plenamente inclusiva”.

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Torreglosa ha practicado tenis de mesa adaptado. MAURI BUHIGAS

Y no se calla ante sobre las normativas. “Las leyes en materia de accesibilidad no siempre se cumplen y, cuando lo hacen, se aprovechan de excepciones legales, ya sabes, cualquier resquicio al que agarrarse”, lamentando la falta de una asociación local que unifique las demandas de este colectivo. En sus palabras, “es una lucha de David contra Goliat; somos una minoría que tiene que hacerse oír en un mundo diseñado para otros”.

Manuel no ceja en resaltar la importancia de que las reformas y adaptaciones cuenten con asesoramiento especializado. “Hay que entender las necesidades reales de quienes vivimos esta situación”. A pesar de las dificultades, se muestra perseverante: “Si no luchamos nosotros, ¿quién lo hará?”. Asimismo, Torreglosa, aun valorando los pasos dados, se apena al comprobar que no han sido todo los que debieran por la falta de voluntad política y social. “La accesibilidad no debería depender de grandes inversiones económicas, sino de sentido común y compromiso”, recalca.

Un altavoz para la inclusión

“Las redes sociales son una herramienta clave para documentar y denunciar las barreras arquitectónicas que enfrentamos cada día”, cuenta frente a una de ellas: la escalera de acceso a la calle Barbacana Alta. Publicar imágenes de obras mal ejecutadas, rampas que no cumplen con la normativa o mejoras realizadas permite ejercer presión política y visibilizar problemas que muchas veces pasan desapercibidos. 

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Torreglosa, junto a la escalera de acceso a la calle Barbacana Alta. MAURI BUHIGAS
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Sus problemas de movilidad no han sido un obstáculo para seguir luchando por una Carmona más accesible. MAURI BUHIGAS

El joven filólogo considera que esta exposición pública es esencial para generar cambios, pues "insistir en ellas tiene un coste personal, pero creo que es un esfuerzo que beneficia a toda la sociedad”. Para él, la accesibilidad concierne a todos. “En algún momento de nuestras vidas, cualquiera puede necesitar un entorno accesible, ya sea por un accidente, un carrito de bebé o la edad”, precisa. Gracias a las redes, Manuel ha logrado que algunas de sus reivindicaciones sean escuchadas por parte del consistorio carmonense, como los contenedores de residuos urbanos que existen en algunos puntos, aunque asegura que aún queda mucho por hacer. “Es un trabajo constante que necesita más apoyo por parte de todos los sectores de la sociedad”.

Hacia una Carmona libre de obstáculos

“Mi sueño es que Carmona sea una ciudad referente en accesibilidad”. No se esconde. Tras dos décadas atado a su eterna compañera, considera que esta transformación es crucial, tanto para los carmonenses, como para los miles de turistas que visitan la ciudad. “Carmona vive en parte de este sector y estoy seguro de que más de un visitante tiene algún tipo de discapacidad”, explica. Propone medidas como un transporte totalmente adaptado, señalética en braille en museos y edificios públicos o la eliminación de barreras en comercios locales.

Y hace hincapié en un lugar emblemático como el Alcázar de la Puerta de Sevilla, sede de la Oficina de Turismo, parcialmente inaccesible. “Ojalá, algún día, pueda asistir a un concierto en la parte superior del Alcázar”, comparte con cierta nostalgia. Esta demanda simboliza el deseo de que todos puedan disfrutar plenamente de la riqueza histórica y cultural de la ciudad. Por último, abre una lata basada en hechos: el alto paro en personas con algún tipo de discapacidad, implicando a los organismos públicos y privados en la creación de empleo inclusivo. “Esto debe cambiar urgentemente”, señala con énfasis. En sus palabras, “la accesibilidad no es solo un derecho, es una inversión que beneficia a todos”.

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Junto a la Oficina de Turismo de Carmona, en pleno Alcázar, adaptada para personas con movilidad reducida. MAURI BUHIGAS

Es cierto que el Lucero de Europa va dando pasos con iniciativas claramente orientadas a mejorar la accesibilidad para personas con movilidad reducida, como las recientes reformas de la Plaza de San José, que ha incluido la renovación del pavimento y la incorporación de rampas y accesos adaptados para facilitar la movilidad; la Plaza de Arriba; o la remodelación de numerosas calles donde se están cambiando acerados, en muchos de ellos eliminándose bordillos elevados o instalando pasos de peatones accesibles. Pero queda mucho camino por hacer, camino que no debe ser de piedras ni baches, sino allanado de dificultades para personas como Manuel; como Cristina; como Esther; como el anciano; como el pequeño en su carrito. Como tú, quién sabe, mañana. Así, sin duda, el sueño de llegar a ser Patrimonio de la Humanidad reluciría más inclusivo que nunca. “Carmona lo merece”, finaliza Manuel Torreglosa.

Sobre el autor

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Ezequiel García Barreda

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