La Guardia Civil realizó este lunes una persecución contra una narcolancha en el río Guadalquivir, a la altura de Coria del Río. Una persecución que se realizó cuando la embarcación, cuya tenencia está directamente prohibida, trató de darles esquinazo.
Por eso, para aliviar la carga, desde la goma empezaron a lanzar los fardos mientras una patrullera contemplaba cómo se deshacían del material. El hecho es similar a otra persecución hace unas semanas.
La persecución se realizó a la máxima velocidad a la que daban los motores.
Por el momento, no está claro dónde empezó esta persecución, pero por el mero hecho de que en Coria estuvieran lanzando el material, se entrevé que fue en el entorno donde primero se localizó a la embarcación y luego se intentó darle caza.
La persecución no fue fructífera y, por causas que no han trascendido, aún no se ha dado con el piloto ni los tripulantes.
Una imagen, la de las narcolanchas en Sevilla, que se está dando cada vez, especialmente debido al aumento de presión a los narcotraficantes en Sevilla en el último año.
De hecho, este mismo martes ha trascendido que un grupo de petaqueros procedentes del Campo de Gibraltar estaban trabajando en El Puerto de Santa María, algo que la Policía relaciona directamente con el incremento de presión y de investigaciones.
Un aumento que se debe a dos episodios: el asesinato de dos guardias civiles en Barbate hace un año y el tiroteo, en menor medida, eso sí, con armas de guerra en las Tres Mil.
Por eso, incluso a plena luz, los narcotraficantes abusan cada vez más de rutas que eran mucho menos frecuentes, aunque hay que decir que el Guadalquivir, por su alta navegabilidad y la cantidad de espacios de difícil acceso, nunca ha dejado de tener presencia de drogas.