La salina más famosa de Isla Cristina (Huelva) lleva un nombre que esconde una historia de película: Las Salinas del Alemán. Detrás de esta denominación se esconde la vida de Hans Burghard, un químico y espía alemán enviado a la costa onubense en 1939, que terminó inventando la flor de sal y enamorándose de una mujer local, Rita Milá. Esta historia, rescatada tras una década de investigación por el escritor isleño Antonio Aguilera, acaba de convertirse en novela bajo el título Rita, Flor de Sal (Editorial Niebla).
Aguilera, economista y secretario general de la Fundación Savia, ha dedicado años a rastrear archivos y testimonios para reconstruir una trama que mezcla espionaje, química y amor en plena Segunda Guerra Mundial. "Este es mi proyecto más ambicioso. Llevaba más de 10 años persiguiendo esta historia, que era necesario contar. Siento orgullo, satisfacción y a la vez una responsabilidad importante porque en cada proyecto hay que superarse. El mérito es la potencia de esa historia de Rita y Hans como personajes centrales, pero que me sirven como estandartes o banderas para situar todo el desarrollo de la historia en la mitad del siglo XX. Una de las cuestiones que yo he tratado mucho de centrarme que es la década de los años 40 y de los 50. Sabemos poco de lo que quedó después de la guerra".

Hans Burghard llegó a Huelva con una misión secreta: monitorizar el tráfico marítimo de minerales estratégicos para Alemania. Bajo la fachada de comercial farmacéutico, el químico germano —cuyo nombre se españolizó como "Juanito"— acabó revolucionando la producción salinera y enamorándose de Rita, una mujer que le mostró "una Andalucía ajena y salada", según describe la novela.
El libro, catalogado como novela histórica, enfrentó un dilema editorial: cómo equilibrar ficción y realidad. "Incluí una docena de episodios documentados pero inéditos. Cuando en la presentación un asistente gritó '¡Lo de la campana es verdad, era mi padre!', supe que había acertado". Se refería a un pasaje donde un hombre resiste el asalto a una iglesia colgado de las campanas. "El libro queda catalogado como novela porque hay muchas partes que lógicamente son ficción. Son la vida interna de los personajes, que eso lógicamente está novelado. Pero tiene muchos ingredientes de datos históricos y por eso se califica como novela histórica".
Más allá de la trama central, la obra retrata la dura posguerra andaluza. "Se habla poco de los años 40 y 50. Fue una época de hambre y silencio, pero también de gente que, como Hans y Rita, vivió historias luminosas. Es un homenaje la generación de nuestros abuelos, que lo perdió todo menos la dignidad"
La investigación revela detalles sorprendentes: Burghard quemó todos sus documentos tras la derrota nazi, y su posible vinculación con operaciones como la Operación Carne Picada (el engaño aliado que usó un cadáver en Huelva para desviar a los alemanes) queda en el terreno de la especulación novelada. "No buscaba hacer thriller, sino humanizar a quienes vivieron entre escombros", explica el autor.
Un espía con tapadera
El germen del libro surgió de una curiosidad gastronómica: "Alguien me dijo que la flor de sal se inventó aquí. Al indagar, descubrí a Hans, a Rita, y cómo su amor dio nombre a unas salinas aún operativas". El proceso incluyó entrevistas con ancianos y hasta el hallazgo de la lápida de Burghard en Isla Cristina.

¿Quién fue Hans realmente? El escritor lo explica así: "Se utiliza muchas veces la palabra espía, y es verdad que la palabra a veces suena como muy dura, muy fuerte. Este hombre no decía públicamente a lo que venía aquí. Tenía lo que se dice una tapadera. Oficialmente, era un comercial de productos químicos. Había sido destinado a Andalucía como comercial de productos químicos de una farmacéutica y él lo que enviaban era materias primas a la fábrica de farmacia que estaba en Alemania. Pero tenía el trabajo de su gobierno que era controlar el tráfico marítimo. En esa época era muy importante el movimiento de mercancías en barco".
Una trama de cine
Aguilera, autor de obras como Antropoceno (2018) y Jarampa (2020), admite que no escribió pensando en el cine, aunque su anterior libro Sacapuntas fue adaptado al cine. "Mi objetivo era rescatar memoria. Que no se repita lo peor de nuestra historia requiere conocerla, sin odios pero sin borrones. Desde luego no es una cosa que yo me planteé durante todo el desarrollo del proyecto de libro, por así decirlo. Digamos, no me planteo escribir un guión novelado. Hay que ser honestos: la parte visual y la parte de las historias llevadas al cine o la pantalla llega a más público. Entonces, en la medida en que el objetivo que yo tengo es que esa historia se conozca, pues si hay más formatos y más vías, bienvenida".
Rita, Flor de Sal ya está en librerías, ofreciendo un viaje a una época donde, entre toques de queda y cartillas de racionamiento, un químico alemán y una mujer andaluza escribieron su propia versión de la felicidad. Como resume Aguilera: "Es la prueba de que hasta en tiempos oscuros hubo destellos de luz, y merecen ser recordados".